Capítulo 15

120 20 45
                                    

—Yo, bueno, me preguntaba si quisieras venir a una fiesta conmigo. No, Rachel, eso suena estúpido.

Y ahí estaba ella, frente al espejo de los baños de la universidad. Practicando para ser inesperadamente aceptada o cruelmente rechazada por Soberbia. Con la insistencia de Aisha para que invitara a los chicos nuevos, no le quedó de otra que poner su mejor sonrisa y hacer lo que le pedía.

Por más que no quisiera, sabía que ir a esa fiesta con su amiga podría ser la oportunidad perfecta para enmendar el vínculo que las unía. No quería que la confiaba que Aisha depositaba en ella se esfumara por un secreto que no tenía permiso de revelar. Aisha era una muchacha muy inteligente, por lo que no le sorprendió saber que dudaba de su palabra al decir que no pasaba nada entre ella y los Pecados.

—Quiero que vengas a una fiesta conmigo —se acercó aún más a su reflejo con la mirada decidida—. Tú vendrás a esa fiesta conmigo. Sí, me gusta más ese. Se oye decidido.

Se retocó el maquillaje, tomó su bolso y salió a toda prisa del lugar para buscar a Seth. Tenía que ser fuerte, afrontar al adonis que la vida le había puesto en su camino y hacer algo tan simple como invitarlo a salir. Ya se habían besado una vez. ¿Qué cosa terrible podría pasar?

—¿Buscas a alguien, preciosa?

Oh, cielos. No ahora, por favor.

Con el cabello mojado, la camisa a medio abotonar y la mirada "moja bragas" más petulante de la escuela, detenía el paso de la muchacha en medio del pasillo.

—Sea lo que sea, no me importa —sentenció Rachel sin dirigirle la mirada—. Adiós.

Él la detuvo de nuevo, apoyándose sobre la vitrina donde se exhibían los trofeos ganados por los clubes escolares.

—Un pajarito me dijo que vendrás el sábado —acercó sus labios al cuello de la chica. El ambiente seductor que había creado no era de su agrado—. No tienes idea de lo ansioso que me pone saberlo.

—Quítate, Samuel. Hueles a cloro.

Él se alejó apenas. Siempre manteniendo los ojos en los suyos.

—¿Qué pasa contigo, Vitae? —preguntó, más molesto que curioso—. ¿Por qué no eres como las otras chicas y me pides que te dé duro en el armario del conserje? ¿Qué hay de malo contigo?

Antes de que Rachel pudiera gritarle las mil y una razones del por qué jamás sería como esas zorras, una voz ronca y malhumorada se le adelantó.

—Porque tiene dignidad, intento barato de niño bonito. Y si tuvieras al menos dos neuronas en el cerebro, no habría necesidad de preguntar tal idiotez.

Samuel giró su rostro hacia donde Seth se encontraba, provocando un leve crujido en su cuello. El rubio estaba recostado contra una columna, indiferente, observado el piso de cerámica como si fuera la cosa más maravillosa en el mundo.

Al verlo, Samuel solo dejó escapar una sonora carcajada.

—Mira, chico nuevo —comenzó mientras dejaba libre a Rachel y se acercaba, con ambas manos en sus bolsillos, hacia Soberbia—. Te perdonaré esta vez solo porque es tu primer día. Ahora será mejor que te largues.

Seth quitó su vista del suelo e hizo contacto con los ojos de Van Woodsen.

—¿Tú me perdonas a mí?

El nadador asintió con una sonrisa socarrona implantada en el rostro.

—Tal vez nadie te lo dijo aún —le extendió su mano derecha—. Soy Samuel. Samuel Van Woodsen.

Cuando Soberbia se enamore [✔]Where stories live. Discover now