Capítulo 16

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Abrió con lentitud sus párpados acostumbrándose a la luz del día.

«Me quede dormido, ¿qué hora será?» se pregunto pero no movió ni un músculo para incorporarse.

¿Se quedaría ahí todo el día? Lo pensó. Podría quedarse ahí a dormir y a recordar el pasado mientras se desahogaba sin que nadie lo viese. Para su mala suerte alguien llegó hasta él y no se veía de buen humor.

— ¡Cipher!— exclamó— ¿Sabes cuánto tiempo estuve buscándote?— la voz era de Dipper aunque sus labios seguían moviéndose, Bill dejó de escucharlo moviendo su rostro un poco más al lado contrario ignorando al castaño por completo.

Después de darse cuenta que el rubio no lo estaba escuchando se frustró más, en cuclillas movió a Bill para verificar que siguiese con vida, a pesar que su cuerpo parecía un cadaver.

— ¿No tuviste frío? Las noches se están volviendo frías— pregunto. Apartándose un poco se sentó con las piernas colgando— tendré que agregar otra manta antes de la noche.

¿Pero Bill tenía frió? Ni siquiera lo había notado, solo se dedicó a balbucear y llorar gran parte de la noche la temperatura de su cuerpo normalmente sería alta pero ahora sus manos estaban frías y sus mejillas pálidas.

— ¿Para qué me buscabas?— pregunto, si voz ronca no permitía que se escuchase con claridad.

— por nada, pero te llame tantas veces y no estabas en tu habitación que pensamos que harías alguna locura— se encogió de hombros— sobre lo que pasó con la marioneta esa, ¿volvió a suceder otra cosa?

Lo había olvidado siempre recordaba esta clase de cosas para luego cobrárselas a quien mando dicha atrocidad, sin embargo, lo había olvidado.

— no pasó otra cosa— respondió con simpleza— solo queda este día, ¿me creerán? No tengo la maldita idea.

— ¿Qué... pasará si no te creen?— Bill levanto su rostro mirando con extrañeza al castaño cabizbajo, volvió a recostar su cabeza.

— supongo que me matarán.

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La rubia seguía intranquila sus piernas se movían con rapidez y no podía dejar de morderse las uñas. Su manicura quedó arruinada. 

— cálmate niña, tomate un trago ¡Lo que sea! Pero relájate— exclamó Stan bebiendo de un sorbo la cerveza que había sacado del refrigerador.

— ¿Qué me dices de ti?— dijo fulminándolo con la mirada— ¿Beber antes del trabajo? Además lo que estás tomando es agua con limón, no cerveza estúpido.

Stan vio la botella y efectivamente era una bebida sabor a limón, maldijo dejando la botella a un lado cruzándose de brazos.

— primero que nada, oxigenada, nunca he estado sobrio en el trabajo y segundo, recuérdame comprar licor la próxima vez que salga— Pacífica bufo.

— ¿Crees que debería ir a un doctor?— pregunto con timidez— lo que pasó hoy ¿Había pasado antes?

— no, jamás había pasado esto— respondió con seriedad— Dipper siempre había sido tímido y reservado... al perder todo lo que lo completaba, no necesito un doctor que me diga lo que está claro.

— perdona...— Stan suspiro, si preocupación y miedo le hacían ponerse a la defensiva la muchacha no tenía la culpa.

— ¿Has visto a Ford?— negó— maldito nerd ¿Dónde se habrá metido? Nunca esta cuando se le necesita— la puerta se abrió dejando ver a un cansado Ford con aura sombría.

— ah, están aquí— se arreglo las gafas y se tumbó en el sofá— no saben la noche que tuve que pasar, mi cerebro nunca estuvo tan agotado.

— te prepare una taza de café— Ford le agradeció con el pulgar arriba y la rubia corrió lo más rápido que pudo hacia la cocina.

— ¿Dónde está Dipper? ¿Y Bill? Por favor díganme que no dejaron solo a Bill, ese idiota está por convertirse en un cadaver.

Pacífica regresó con una taza grande de café puro entregándosela a Ford que al probarla sintió el amargo del cacao despertar su sistema en un segundo.

— gracias ¿Cómo te llamabas?— la rubia se arrepintió de ser amable— ¿Patricia?

— Pacífica, tarado— comentó Stan— eres bueno con las fórmulas pero no para aprenderte nombres— rodó los ojos.

— que se me olviden por ratos es diferente y no me digas tarado, estúpido— antes que se sigan insultando, la más joven hablo.

— ¡Cállense vejestorios!— exclamó perdiendo la paciencia— tenemos otro problema serio y ustedes insultándose como dos niños peleando por un dulce.

— ¿Tenemos otro problema?— preguntó Ford extrañado— ¿Ahora qué hicieron? Les voy diciendo que es la última vez que intercedo en una pelea de dimensiones y demonios.

— ¿Qué?— comentó el gemelo incrédulo— ¿De que hablas? No es nada de eso, se trata de Dipper.

— ¿Qué le sucede a Dipper?— al oír el nombre de su sobrino su rostro se volvió serio. Al terminar de oír la historia el rostro de Ford expresó tristeza.

— ¿Dónde está ahora?— pregunto.

— con Bill, en el techo— respondió la rubia, los tres se quedaron en silencio sin saber qué decir.

Estaban preocupados, aunque, suponían que iba a reaccionar muy mal en algún momento. No lo demostró ese día, no lo demostró en el cementerio y continuaba sin demostrarlo. Hasta ahora.

Esa mañana.

"¡Dipper! ¿Vamos por una aventura?"

"¡Dipper!"

Abrió los ojos de golpe con la respiración agitada, su camiseta estaba empapada de sudor el bochorno invadía su cuerpo dejándolo sin aire.

Se incorporó con rapidez casi perdiendo el equilibro por el mareo que sintió, logró mantenerse de pie con dificultad y poco a poco el aire volvió a sus pulmones.

Miro el lado contrario donde la cama vacía seguía igual, se negó a moverla de su sitio y guardó las cajas bajo la cama donde dormía Pato. Arrastrando los pies y a paso lento llego a pie de la cama vacía.

— buenos días, hermana.

La luz eternaWhere stories live. Discover now