LÁGRIMAS DE ORO

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CAPÍTULO 1.

Ya es tiempo de comportarse como un hombre hecho y derecho —dice murmurando para sus adentros mientras empujaba la puerta de color negro acristalado.

—Buenos días, señor. —La joven recepcionista le sonríe y su piel trigueña se tiñe de rubor al sonrojarse. Es guapa, aunque de forma discreta. En circunstancias normales, conseguiría su número al cabo de cinco minutos de conversación, pero no está aquí para eso.

—Tengo una cita con el principal ejecutivo.

—¿Y, usted es?

—Terrence GrandChester. La recepcionista examina la pantalla de la computadora, sacude la cabeza y abre los ojos como platos.

—Por favor, siéntese. —Señala dos sofás de cuero marrón situados en el vestíbulo de paredes revestidas de madera. Terry se acomoda en el que le queda más cerca y abre un ejemplar de la edición de esa mañana del Financial Times. La recepcionista habla por teléfono con cierta urgencia, mientras que Terry hojea la primera plana del periódico, sin asimilar nada de lo que lee. Cuando levanta la vista, el propio Anthony Braower viene a saludarle, atravesando las puertas dobles con la mano extendida. Terry se levanta.

—Lord GrandChester, le doy mi más sentido pésame por su pérdida —dice mientras ambos estrechan la mano.

—Llámeme solo Terrence, por favor —contesta—. Todavía tengo que acostumbrarme al título de mi padre. Qué ahora es el mío.

—Por supuesto. —Anthony asiente con educada deferencia, cosa que a Terry le resulta irritante—. ¿Me acompaña, por favor? Vamos a almorzar en el comedor de los socios.
Cuando se ha cerrado el negocio. La puerta se abre sin previo aviso, depronto cruza por ella una mujer de pelo rojo y ojos provocativos, con el vestido más corto que Terry a visto en una mujer, y eso que conoce a varias de las revistas de Playboy.
La pelirroja se cuelga del cuello de Anthony y le da un beso, pero su mirada está puesta sobre Terry.


Terry mueve la cabeza con desaprobación y se levanta. No tiene interés en quedarse para ver tanto descaro.


Anthony sintiendo vergüenza por la manera en que Elisa a entrado, intenta apartarla, pero sin mucho éxito,

—No se detenga —Dice Terry sin expresión — Por mi parte es todo.

Anthony le dice adiós con un gesto de mano antes de ser arrastrado hacia el sillón.

Terrence va caminando y riendo para si mismo, pero se detiene de golpe para evitar ser atropellado.
Una chica rubia que justo en ese momento va corriendo como si la fueran a matar, pasa sin ni siquiera ofrecerle una disculpa. Pero a Terry no le molesta, pero siente pena por ella. De pronto quiere quedarse y consolarla.

¿Qué mierda fue eso?

No puede contener la emoción. Aferra el paraguas y sube al quinto piso. El edificio Andley donde está su novio. Se alegra al percatarse de que ese día por pura suerte pudiera haber hecho el viaje en avión.

¡Ahora estoy aquí!

La noche anterior, volvió a soñar con él —ojos azules como el día en verano, sonrisa radiante, y ese rostro tan expresivo— absorto en las rosas mientras las tocaba. Se había despertado con la respiración agitada y llena de emoción. La última vez que lo había visto, fue tan atento con ella. Nadie se había mostrado demasiado amable con ella desde su llegada a la familia Andley, a excepción de Stear y Archi, por supuesto, de modo que ese gesto por su parte se le antojó todavía mucho más significativo. Tras crusar en el recibidor y a la recepcionista, cruza corriendo la estancia, sin prestar atención al hombre que se interpone en su camino. Está ansiosa por verlo. Se detiene en seco. Se queda viendo la puerta.

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