LÁGRIMAS DE ORO

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CAPÍTULO 11.

Neil Legan estaba furioso, mientras conducía a una velocidad que rebosaba el límite, mientras recordaba todo lo que estaba acabando con él. Después de que le dieran una golpiza en la noche de la gala. A Neil lo habían tirado en un basurero, pero eso no era lo peor. Neil había ido a la mansión Andley, para decirle a la tía abuela; Que él tipo con quién se casó Candy era un menudo patán de mala reputación, creía que sería suficiente para tratar de convencerla y que divorciara a Candy, pero la tía abuela le había salido con el secreto que Neil había estado guardando durante mucho tiempo.

Todo eso era ahora algo tan lejano y sin sentido que ni siquiera se acordaba de ello, pero había pruebas. Neil se preguntaba cómo demonios se había enterado Terrunce GrandChester del negocio  qué había hecho hacia siete años atrás, cuando tenía dieciocho años y su familia tenía problemas con el dinero. Por si fuera poco. Neil se odiaba de lo que no había sucedido con Candy, arrepintiéndose, soñaba todas las noches con ella. Vaya mierda. Llegado a ese punto Neil aceleró aún más. Raudo, el automóvil iba atravesando calles. Se iba a vengar de Terrunce GrandChester, pensó lleno de rabia, pero no pudo llegar ni siquiera a su casa. Cuatro camionetas Lincoln de color negras, le bloquearon el camino de un momento a otro. Neil metió el freno y viró, el auto patinó, pero no sé detuvo antes de que se golpeara con una de las camionetas. Llevaba un arma en la guantera, pero nunca ganaría contra los ocupantes, no sabía cuántos eran, así que volvió a pisar el acelerador e intentó escapar dando la vuelta. Pero tres camionetas iguales que las que tenía por delante lo interceptaron del lado opuesto. Estaba rodeado, atrapado. Sacó el arma, pero antes de quitarle el seguro. Más de Diez hombres encapuchados lo rodearon con pistolas de mayor envergadura en las manos. Una voz con acento Inglés le dio la orden de que tirara el arma lejos, y bajara del automóvil. Neil no se hacía una idea quienes eran y que querían de él.

Mierda. Joder, precisamente hoy, que era la primera vez que viajo sin mis hombres.

Neil salió del deportivo con las manos arriba y enseñando las palmas. Si esos hombres tenían intención de matarlo lo harían allí mismo y en ese instante. Puñetazo, uno tras otro Neil estaba recibiendo.

—¡Ya basta! –gritó el mismo hombre con acento Inglés— lastimarlo, no es la idea, al menos no por ahora. Neil escuchaba todo como en una nebulosa. Tenía el labio hinchado y roto por dentro. Escupió sangre, y no pudo oponer resistencia cuando uno de ellos se le acercó y le esposó las manos. Lo condujeron a una de las camionetas, cubriéndolo por la cabeza en una especie de funda y se lo llevaron.

—¿Que quieren, dinero?

—Mejor cierra la boca.

—Pudrete.

—Que empiece el trabajo –dijo otro con tono cínico, y se echó a reír. Alguien que se acomodó a su lado le metió otro golpe y lo dejó inconsciente. Dio una orden al conductor y todas las camionetas emprendieron la marcha.

Cuando despertó. A Neil le dolía todo el cuerpo, estaba en una posición incómoda y en el lugar hacía frío. Tenía las muñecas esposadas a su espalda. Neil estaba de rodillas en el suelo, miro el sitio tratado de saber ¿por qué?, y que querían de él, pero todo estaba obscuro.

—¿Quién es el imbécil que se atreve hacer esto? –gritó. — No saben con quién se están metiendo,

De pronto, una luz se reflejó en la pared que tenía frente a él. Buscó el origen de esa luz y vio que venía de un proyector de video incrustado en la pared.

LÁGRIMAS DE OROOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz