LÁGRIMAS DE ORO

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CAPÍTULO 7

Terry entrelazó sus dedos con los de Candy, mientras avanzaban. Había una aglomeración de famosos, políticos, y personajes relevantes de la sociedad. Todos ellos con sus mejores galas y joyas. Candy intentó aparentar indiferencia pero sólo lo consiguió hasta que llegó al salón. El lugar estaba engalanado al máximo. Unas columnas altísimas con tapices brillantes y plumas enormes en grandes jarrones. ¡Y, había árboles de verdad! Envueltos en guirnaldas luminosas. Todas las luces eran blancas. Un cuento de hadas hecho realidad. Al entrar Candy y Terry atrajeron todas las miradas. Y, aunque Candy ya se lo esperaba, aún así se encogió sin poder evitarlo. Siempre intentaba no ser el centro de atención, incluso en las mejores circunstancias y aquellas no lo eran. Definitivamente no lo eran.

Sin embargo las personas que se quedaban mirando no eran tan molestas como las que hacían ver que ella no estaba allí. Por ejemplo;

—¡Oh...Terry! —dijo una mujer con ronroneo. De deleite provenía de una gran belleza —piensa Candy —con una melena castaña,
Sin mirar a Candy tomó del brazo a Terry, y lo miró fijamente con unos ojos de color violeta tan intensos que deberían de habérselo realizados de algún modo, como se había realizado también el pecho, pensó maliciosamente Candy.

—Tanto tiempo que no te veía —dijo la mujer y acarició el cuello de la camisa de Terry con una uña de color rojo. Candy ya empezaba a hechar chispas. —No llamas y no escribes —Terry sonrio.

—Karen, estás muy guapa —dijo y tiro de Candy que ya estaba alejándose.

—Candy, querida. Te presento Karen Klase. Los ojos violetas se abrieron mucho mirando a Terry, pero cuando miro a Candy, los abrió aún más y sonrio como si apenas había notado su presencia.

—Karen —dijo Terry tomando a Candy por la cintura y pegandola a su cuerpo. Madre mía, hasta podía sentir..., seguramente era el cinturón y Candy estába imaginando, Candy quiso moverse, pero el cavernícola la ensanchó más.

— Karen. Te presento a mi esposa, Candy GrandChester. —Aquella mujer abrió los ojos como platos gigantes. Luego se enfureció, Obviamente le había caído mal la noticia, tanto se quedó sin habla. Candy se sintió una mezquina satisfacción, sin embargo, karen tenía talento aparte de belleza y pasó de quejarse con un mohin a convertirse en una mujer fatal que lanzó a Terry una mirada seductora.

—Voy a estar en la ciudad este fin de semana —le dijo en voz baja —por sí te aburres. Después desapareció entre la gente. Candy se sintió de pronto muy pequeña. Terry fingió inocencia. Nuevamente la mangoneo a su antojo, Candy pensó furiosamente que era una muñeca.
—Ven vamos por una copa —dijo, Terry sin soltarla, y atravesaron el salón, deteniendose cada poco a recibir el saludo de antiguas amantes de Terry, de políticos que daban palmadas en la espalda, de millonarios que se acercaban a socializar con él y a coquetear con Candy, de actores famosos que eran amigos de Terry. Todos querían una parte de Terry Grandchester, y todos quedaron muy sorprendidos al comprobar que Terry reservaba la mayor parte de su atención para Candy. Además no había dejado de mangonearla.


—Creía que el plan era que todo el mundo pensará que yo me había vuelto loca por ti --le dijo cuando llegaron a la barra y estuvieron a solas. —Entonces a qué viene esa actuación de cavernícola... —Terry enarco las cejas y puso el brazo alrededor de la cintura de Candy, y ella le clavó el dedo en el miembro ofensor. Terry la estrecho todavía más contra su cuerpo y pego su cadera a la de Candy.

LÁGRIMAS DE OROWhere stories live. Discover now