LÁGRIMAS DR ORO

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CAPÍTULO 17.

Candy no quería que Terry la viera llorar, pero no estaba preparada para semejante dolor, y las lágrimas comenzaron a brotar. Podía sentirlas abrasando sus mejillas. ¡Ella no quería que Terry siguiera!

—Es una lástima, ¿verdad? —dijo Terry con sorna, y Candy quiso gritar por el dolor que estaba sintiendo dentro de su ser—. Tengo… cosas que hacer—. Candy asintió como si aquella fuera una conversación normal, como si los ojos de ella no estuvieran anegados en lágrimas, y no tuviera de nuevo el corazón roto—. Nos estaremos… viendo, esposa —Candy sintió cómo algo se desgarraba dentro de su corazón. ¿Cómo era posible que, luego de haber compartido sólo unos pocos días y luego del tiempo separados, le estuviera doliendo tanto?

Separación. Candy se había ido, y eso había estado mal. Pero no podían estar juntos. ¿Como quedaba Terry?

Después de marcharse para ir hacer quién sabe que cosas con la mujer que amaba, Candy no podía olvidar que la dejara sola, sin importarle lo que le podía suceder. No era que Candy no supiera cuidarse, pero el sentimiento de abandono que había sentido estaba allí. Además estaba lo del matrimonio falso, todo eso y mucho más los separaba. Terry encendió el auto y maniobró para salir del lobby car de la enorme casa de William Andley, y Candy lo vio perderse en el camino. Candy abrió el sobre que le dio Terry, y saco un documento, y la llave la guardo simplemente en su bolso del pantalón. Candy puso una mano en el centro de su pecho, sintiendo como un fuerte dolor la paralizaba… pero era un dolor emocional, le estaba doliendo el alma. Qué fuerza tan poderosa es esta censación. Reconoció, Candy.


Terry no la había engañado con un matrimonio falso, la prueba la tenía en sus manos. Candy quiere pasar por encima de la realidad e imponerse. Candy mira nuevamente el documento legal. Quiere echar todo por la borda, acabar con todas las amenazas y sobrevivir. Cuando ya pasó más o menos un par de minutos desde que se fue, Candy ya tenía los nudillos de sus dedos blancos por la fuerza que estaba usando al empuñar su mano con el documento; y al fin, dejó salir un quejido del fondo de su corazón. Todo el dolor que había contenido salió por fin, y doblándose en el piso, empezó a llorar.

Terry no quería ver sus errores, por qué era más fácil culpar a Candy, antes que aceptar parte de la culpa.Terry se puso la mano en el pecho y por unos minutos se concentró en normalizar su respiración y su ritmo cardiaco. La había visto, era ella, tan hermosa, más hermosa ahora con el cabello suelto en ondas que le llegaba a la espalda, le había crecido bastante en ese último año. Ella tan perfecta.

Candy le afectaba de formas que sabía que ninguna mujer debería afectar a un hombre. Hacía que fuera débil. Le hacía necesitar cosas que sabía que no debería necesitar. En cualquier caso, se dijo que no se había casado con ella para tenerla lejos. Terry no estaba bien. Conducía hacia el suite del hotel Inn, pensando en lo injusta que era la vida, en la mala suerte que tenía, en lo patética que se estaba volviendo su situación. No le gustaba, no le gustaba nada sentirse así. ¿Por qué? Si él ya se había resignado a que no creía en él amor, Lo que él sintió por Savanna después de que lo dejara, no era ni por asomo a lo que sentía por una rubia de ojos verdes esmeralda. Ah, pero la sensación que tuvo cuando conoció a Candy… Había creído que era real, que esta vez era la buena, la vencida. Pero se había equivocado al pensarlo. Candy al fin y acabó era otra mujer como cualquier otra.

Mi Candy.

No, no era suya, tuvo que recordarse, que nunca hizo que Candy se sintiera suya de corazón.

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