LÁGRIMAS DE ORO

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CAPÍTULO 22.

Cuando Candy terminó de leer la carta, lágrimas descontroladas corrían por las mejillas al encontrarse sentada sola en aquel lugar y ver el hueco vacío que había a su lado y que la última vez había ocupado su padre..

Pensar en William, en su ausencia, le dolía, le rompía el corazón. Su falta era inaguantable, lo necesitaba a su lado, lo quería a su lado. De pronto, una ráfaga de aire le mesó el pelo, le hizo cerrar los ojos y, al abrirlos, vio a William mirándola, y luego vio a Terry. Sin duda la vida, igual que le quitaba unos amores, le entregaba otros y, al bajar la mirada y ver la carta que tenía en las manos, supo que William tenía razón. Debía dejar de llorar, por él, por ella, por todos. Lo echaría de menos el resto de su existencia, y siempre, siempre lo querría, pero como él le había dicho en muchas ocasiones, la vida era para vivirla, para disfrutarla, y ella, sin lugar a dudas, intentaría vivirla por los dos. Por ello, retirándose un mechón rubio de la cara, se acercó aquella carta a los labios y la besó. Se habían acabado los lloros. Y, dispuesta a cumplir la última voluntad de su padre, cerró los ojos, pensó en él y, entonces, gracias a los recuerdos de William, Candy lo sintió a su lado... Candy sonrió como a William le gustaba.

Por eso iba a buscar esa sonrisa. Necesitaba su explicación. William, su padre comprendió a Terry, y si William lo hizo, era por qué había un motivo. Candy ya sabía del trato entre Elisa y Terry, Candy se había negado a recibir a Terry, hasta le había impedido la entrada con hombres de seguridad. No había querido verlo, pero ahora necesitaba saber quién era ella en su vida.

Candy ya había estacionado el automóvil, desde allí se podía ver el impresionante edificio donde está el lujoso lobby de Terry, allí también se habia llevado acabo su matrimonio. Aunque las circunstancias de Candy no eran como la de cualquier mujer casada, debía pensar en Terry, en lo traicionado, en lo engañado y abandonado que se sentiría por su culpa. Candy reconocía que no había actuado correctamente, si antes creyó que era lo mejor, ahora no estaba segura, Lo que no pondría en la balanza era el haber estado con William, de eso no dudaba, todo lo contrario les faltaron momentos. Su remordimiento era el mantenerse en las sombras, esconderse de Terry es lo que no se podía perdonar. Terry tendrá que comprender que las circunstancias la orillaron actuar de esa manera. Candy todo el tiempo se había negado a saber de la vida que Terry llevaba, creía que mantenía una relación con Savanna, Candy se negó a ver revistas o programa de farándula, Dio por hecho que estarían juntos, ahora que sabía que no y eso era extraño. Tenía que saber, así como también saber la verdad sobre Elisa, antes de que esto se volviera un imposible, antes de que avanzara más tiempo. Tal vez este encuentro tenga todas las características para volverse algo más, algo mucho más fuerte y extraordinario. Pero Candy se sentía como si iba a aplastar una pequeña flor que apenas estaba germinando. Una lágrima rodó por sus mejillas, y miró en dirección a lobby de Terry pensando en ir allí. No le había dado la oportunidad de oír su explicación.

Llevaba diez minutos o quizás treinta. Candy no estaba segura de como se iba a presentar.

Candy estaba nerviosa.

Bien, ya es suficiente. Pensaba Candy y comenzando a avanzar a pie, camino diez metros y ahora estaba frente a la entrada principal. ¿Y ahora que?

Era la primera vez que se iba a presentar ante Terry. Candy tocó el botón del lobby de Terry. Ni siquiera tuvo tiempo de respirar cuando la respuesta vino a sus oídos.

—Buenas Tardes. ¿Usted dirá?...

—Buscaba a... — quie a mi esposo, a mi ex —Terry. —Dijo Candy y sin evitarlo se ruborizó.

LÁGRIMAS DE OROWhere stories live. Discover now