—¿No te gusta que me relacione con otros alfas entonces, TaeHyung hyung? —preguntaba el pequeño Jeon JungKook.
En aquel entonces, con dieciocho años de edad, era recogido por TaeHyung luego de sus clases. En aquellos momentos, ambos estaban en el auto del mayor.
Un bonito ambiente para ambos, quienes pronto cumplirían su primer aniversario siendo una pareja formal.
—Me encanta que lo hagas. Me encanta que mi pequeño tenga muchos amigos, ¿sabes? Eso... Me hace feliz, de cierta forma.
—Pero... ¿Pero y entonces, hyungie? ¿Qué es lo que sucede?
—Lo que me tiene inquieto es que en alguno de esos amigos, tú...
TaeHyung aprovechó el semáforo en rojo para acariciar si mano, y, de igual forma, girar un poco su vista, lo suficiente como para cruzar miradas con el menor.
—Tú puedas... Encontrar a alguien mejor que yo.
Aquella mirada del alfa hizo a Jungkook estremecerse.
Se veía... Tan frágil.
Fue una nueva faceta que había visto de TaeHyung.
Una faceta que había adorado conocer.
El más pequeño mordió su labio inferior, controlando las ganas que tenía de mimar a TaeHyung, llenándolo de besos y abrazos.
—No creo que sea posible, yo... No creo que otro alfa me cautive como usted lo ha hecho.
Negó con su cabeza.
—No creo encontrar a... Otro príncipe como usted.
Vió los ojos ajenos brillar, haciendo que una gran calidez inundara su corazón. TaeHyung siempre era... Tan lindo.
Tan transparente con sus sentimientos que le encantaba.
Suspiró de forma suave.
Era capaz de admirar a TaeHyung cientos de veces sin cansarse.
—Y d-de todas formas usted siempre convive con muchas personas bonitas, y... ¿Y si encuentra a alguien mejor que yo?
TaeHyung, esta vez, aprovechó el cambio del semaforo para conducir de nuevo, estacionándose algunos instantes después. Quería prestar toda la atención posible a su menor, sin tener ninguna interrupción que pudiera perturbar aquel momento.
—¿Tú... Realmente crees que puede encontrar a alguien mejor que tú?
—No, pero... E-es una posibilidad.
TaeHyung lo miró con atención.
A diferencia de Jungkook, TaeHyung sí había visto varias veces más aquella faceta tan frágil de su pequeño.
Y siempre que le veía, no sentía más que ganas de protegerlo de todo mal. Aquel momento no era la excepción.
—Una posibilidad que no podría suceder jamás, no si para mí tú... Eres lo que más necesito.
—¿Soy... lo que más necesita, hyungie?
—¿Crees que podría mentirte?
