030

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030: Se ve ardiente
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Después de aquella tediosa conversación, allí me encontraba. Sentada en una silla, inmóvil, con una cuarentona de cabello rosa pastel frente a mi dándole los toques finales a mi maquillaje. Al principio cuándo lo hablé con Jonathan ambos concordamos en que era exagerado que me arreglara una estilista para ir a una fiesta. Después, Lightwood se metió en la conversación. En pocas palabras, nos dejó saber que yo la mayoría del tiempo estoy sumamente sencilla y qué al lugar a dónde iremos me encontraré con chicas pintadas de maquillaje hasta más no poder. Jonathan le dio la razón, parecían estar llevándose mejor desde que mamá se fue. Su comentario no me molesto, tenía razón. Mi físico no me  preocupaba en lo más mínimo, después de salir de la pubertad me encontraba con una perfecta piel tostada sin ninguna imperfección. Y tampoco me hacía mucha falta el pintármela, prefería estar así. Me ahorraba toneladas de tiempo y dinero haciéndolo, sin mencionar que me hace bien a la piel. Solo lo hacía en ocasiones importantes, dato que la verdad no le sorprendía a muchos. Siempre era sutil y poco arreglado, corrector en las ojeras, un tono de sombras claro en mis párpados para verlos más despiertos, máscara para hacer mis pestañas ver más largas y labial de brillo. Vamos, que en estos tiempos la sobrina de Zack se maquilla mejor que yo.

—¡Listo! —salte en mi lugar por su grito de felicidad, trate de sonreír lo mejor que pude. Aún no me acostumbraba a su actitud tan alegre, y eso que nos conocemos hace bastante tiempo—, Quedaste fabulosa nena, mírate.

Me acercó un espejo a mi cara, lo separe un poco para verme mejor. Parpadeé sorprendida, ¿Esa era yo? Imposible. Llevaba los ojos de unos tonos marrones que le daban profundidad, por la cuenca de mi ojo, había un negro casi inexistente que le daba ese último toque perfecto que hacía verlo de ensueño. Para empezar, me daba un aspecto de mirada intimidante que hasta a mi me sorprendía. Me había echo un delineado de gato, y abajo había puesto sombra negra para contrastar. No tenía pestañas postizas porque según ella, mis pestañas son muy bonitas naturalmente y no necesitan más. Me había puesto una capa fina de base y corrector, me había pintado las cejas y las había corregido. También se notaba el contorno que me había dado, eso hacía que mi cara se viera mucho más delgada y perfecta de lo que en realidad era. El rubor me daba ese aspecto más sobrio que encajaba todo en su lugar, ella insistió en ponerme un labial de color rojo potente o un rosa barbie, me negué. Ese estilo no va conmigo. Me fui más por el lado de un brillo color rosa algo sutil, y la verdad no me arrepiento. El maquillaje se ve tan bien que ni siquiera notas que mis labios solo tienen brillo. Mi cabello iba suelto con su usual liso, no quise hacerle ondas. Era una situación lo más graciosa, iría a una fiesta de fraternidad, no a una boda. No parecía yo, era prácticamente otra persona.

Dios, Jonathan va a llamar a la policía para preguntar dónde me han metido...

—¡Jenna, el numero treinta lleva al menos dos horas abajo esperando y...!

Jonathan se congeló al verme, parecía haber visto un espejismo. Parpadeo con confusión y me escaneo con la mirada.

—Joder, ¡Habla ya, necesito escuchar el veredicto! —ladró Stella desde el rincón con orgullo, sonreí sintiendo mis mejillas ponerse calientes.

—Te vez increíble.

—Gracias, John.

—Eso me recuerda, quiero que lleves esto —me tendió una cosa cuadrada lo más extraña. Lo miré confundida, de la nada apretó uno de los botones que tenía la condenada caja rosa y de ella se escuchó un ruido de corriente eléctrica. Era uno de esos ridículos objetos de defensa personal que veíamos en los anuncios televisivos a veces.

Three Point Shot | Libro I |  ✓. Where stories live. Discover now