Cuando Tienes Miedo

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El suelo estaba tapizado con sangre y escombros de lo que alguna vez fue una gran escuela de magia, caminaba entre el polvo y la niebla, no podía escuchar nada más que su propia respiración y oler nada más allá de su propia sangre. Pero la vista frente a él le dejo en una pieza: Severus estaba en el suelo, con la garganta destruida y muerto, a su lado estaba Barty, quien estaba bañado en su propia sangre e inerte en el suelo, su rostro sin vida ni emoción le caló los huesos, no sonrisas, no risas, sólo seriedad y vacío, Narcissa estaba con ellos, con una gran herida en todo el pecho, también sin vida pero sólo se veía cómo si estuviese dormida, pues sus ojos estaba cerrados y su rostro relajado. Con escozor en los ojos corrió a donde ellos, en un vano intento de reanimarlos mientras gritaba desesperadamente sus nombres, miró a su alrededor, buscando por ayuda, alguien, quien sea, pero al alzar su vista el dolor lo inundó, se levantó lentamente mientras se acercaba al cuerpo de Lupin, un Avada, es seguro, aún con la incredulidad acercó dos dedos a su nariz. Nada. Sintió sus ojos lagrimear mientras admiraba el cadáver de su manada, de su compañero, no podía ser posible. Creía que ya nada podía ser peor.

Evidentemente se equivoco.

Lucius soltó un grito lleno de dolor al alzar la vista y ver sobre una montaña de escombros el cuerpo de su hijo, el cuerpo de Draco caer y verle directamente a los ojos mientras los suyos lentamente se apagaban, el eléctrico azul lleno de vida se fue cómo si apagarán una vela, extendiendo la mano en su dirección llamandolo en un llanto sin voz, pero a sus oídos llegó el lastimero aullido de un lobo herido, corrió a su encuentro pero cuando llegó era tarde. Lo tomó en brazos, abrazandolo con fuerza y llorando, bramando su nombre, su cachorro no respondía, miró atrás y luego a sus brazos, su manada, sus amigos, su hijo, todos estaban...muertos. De repente una presión en sus brazos mientras todo se ponía oscuro, quiso liberarse pero no podía, trato de buscar la fuerza de la bestia dentro de sí, pero el terror lo invadió cuando no la encontró, ¿que estaba pasando? ¿Por qué no podía pelear de regreso?

Sintió el filo de unas garras amenazar su cuello, y el miedo lo recorrió.

-Te lo dije Lucius, los lobos solitario mueren~

La voz de Greyback en su oído lo hizo temblar, se jaloneo pero no podía liberarse, era imposible, buscó al lobo pero no reaccionaba, no encontraba sus garras, sus colmillos no respondían y no tenía fuerza, era débil y estaba sólo, trató de gritar, aún sabiendo que era inútil, cuando las garras de Greyback arañaron su cuello y su sangre empezó a caer por todo sus pecho mientras soltaba un grito mudo y caí sobre su espalda, sólo escuchando en su cabeza el aullido de su yo licano pidiendo una ayuda que jamás vendría.

Lucius despertó sobresaltado con un intenso rugido mientras arañaba el sillón donde se había quedad dormido, sus ojos estaban brillando cómo lámparas mientras derramaban lágrimas, respiro pesadamente para intentar llenar su pulmones de aire y calmar el temblor que recorría su cuerpo entero.

-¡Lucius! ¡Estas bien! ¡Estas conmigo!- la voz de Lupin fue lo que le hizo reacciónar, aun cuando sintió sus brazos a su alrededor atrayendolo al pecho del contrario- calma, estas a salvo- trataba de calmarlo mientras Lucius se aferraba a él con fuerza, reteniendo los sollozos en su garganta pero con las lágrimas corriendo por sus mejillas.

-Draco…Severus… Barty y Narcissa -susurró por lo bajó aferrándose más fuete a su compañero cuando la imagen de hace unos minutos se repitió en su mente.

-Draco esta bien, Crouch molesta a Lestrange, y Severus esta con Black, Narcissa esta con Andromeda, tranquilo, todos están bien, estan a salvo, y tú también, todos están bien- le consoló tranquilamente mientras le permitía restregarse para tener su aroma, no sabía que había pasado pero lo que sabía es que su rubio estaba asustado, ansioso y en pánico por una pesadilla, sus colmillos lo delataban, siempre que tenía miedo sus colmillos se afilaban.

-Lo siento, yo...perdí el control, no volverá a pasar otra vez -trato de excusarse Lucius una vez estuvo más calmado, secándose las lágrimas.

-Lucius… ¿Desde cuándo te pasa esto? -preguntó.

Lucius se sorprendió ante la pregunta a la cual no sabía como contestar, pues esa horribles imágenes que su mente creaba basándose en su peor miedo venían remontandose desde hace mucho.

-No importa, sólo dejalo pasar- pidió, intentando separarse, pero su escape se vio imposibilitado cuando el fornido brazo de Lupin se posó en su espalda baja sin darle chance de alejarse demasiado.

-Dime la verdad- pidió sereno, sabiendo que entre más alterado se viera, más estaría renuente a contestar el albino- por favor, sólo dime- su tono tranquilo parecía calmar al patriarca, acomodó su cabello tras su oreja y beso su frente.

-….desde el hospital-confeso escondiéndose en el pecho del licantropo frente a él, Remus se sintió un imbecil ¿cómo carajo no se había dado cuenta?

-¿Por qué no me dijiste nada? - sabía que no era falta de confianza, había un asunto de orgullo ahí.

-Lo siento, yo no quería molestarte, no quería ser débil- justo cómo sospecho, Lucius confiaba en él pero su orgullo lo llevaba a cosas que no eran sanas emocionalmente.

-Lucius, estas en todo tu derecho de querer se protegido, estoy aquí- tomó con cariño el rostro de Malfoy en sus manos, pegando sus frentes y narices- puedes ser tan débil cómo necesites porque estoy aquí para cuidarte mientras te recuperas, igual a cómo lo hiciste tú conmigo.

Ambos lobos se vieron a los ojos, Lucius se sentía a salvo, estaba con Lupin, sólo había sido una pesadilla, Remus estaba ahí, con él, protegiendolo y cuidándolo como una manada se supone que hace, prácticamente respiraba el mismo aire y sus labios se rosaban, no pudo evitarlo.

Remus sólo pudo corresponder el beso que Lucius había iniciado, se separaron unos instantes, más preocupados por la reacción del otro pero a los pocos segundos de nuevo tenían los labios pegados en un beso que debió haber pasado hace tiempo, pero mejor tarde que nunca. Remus atrajo mas a Lucius, obligando al patriarca a sentarse a horcajadas sobre su regazo mientras lo sujetaba de la espalda baja. Lucius se dejó guiar mansamente, sólo buscando más contacto con su compañero.

Remus bajó por el cuello de Lucius, quien subió la cabeza exponiendose más, gesto absoluto de confianza, en esa posición estaba mostrando su punto más vulnerable y sin manera de protegerlo, confiando ciegamente en que el otro no lo lastimaria, sólo podía suspirar al sentír los labios de Remus sobre su piel y sus manos tomarle posesivamente. Remus besaba y acariciaba el cuello de Lucius, eso es lo que el lobo albino necesitaba, cuidado y atención, estaba acostumbrado a que él era siempre el que tenía que cuidar al resto, Abraxas jamás fue un buen padre, no le sorprendia que el rubio no confiara en casi nadie para estar con él si se encontraba herido. Corregiria eso.

Sería su escudo cuando se sintiera débil, sería su apoyo para levantarse, no dejaría que Lucius se volvería a hacer daño, no permitiría que nadie volviera a lastimar a su manada, ni a su destinado. Sus ojos brillaron por unos segundos al mismo tiempo que los de Lucius, mirándose fijamente, Lucius aún tenía sus colmillos afilados, pero se veía y olía mucho más tranquilo, le beso sintiendo sus propios colmillos afiliarse. En el beso ambos fueron cuidadosos con los colmillos del otro, pero igual fue intenso, lo marcaría con su aroma, su lobo interior lo había decidido mucho tiempo atrás: ese albino era suyo y solamente suyo.

Aullidos a la lunaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz