🐱Capítulo 32🐱

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Los ojos de Jungkook brillaban rojos. Ahora ya no lo hacían sus írises sino sus córneas.

Ni si quiera sabía cuantos porros llevaba en su sistema, pero el cenicero estaba lleno y su mente vacía en una falsa euforia. Sonrió perezoso apoyando la cabeza en el respaldo de su sofá, sintiendo la tranquilidad y calma surcar su cuerpo.

Pero por mucho que fumara nada estaba bien, y ni con todos los porros del mundo logró la paz que había sentido la tarde anterior. Antes de que todo se jodiera, claro.

Jungkook había sido una persona desgraciada en muchos sentidos. Su vida siempre había sido un camino tormentoso repleto de baches, obstáculos que él mismo se ponía. Desde bien pequeño, había tenido afán por saltarse las normas y nadar contra corriente. Si sus padres decían una cosa, él haría la contraria, y habían pasado de ser meras tonterías como comerse las verduras a asuntos verdaderamente graves como peleas, suspensos y problemas.

Siempre habían problemas. Por todas partes.

La cuestión subyacente en todo aquello, era que Jungkook jamás había tenido nada que lo hubiera motivado. Seguir las normas era aburrido, así que intentó probar a saltárselas y ver si era mucho más divertido. Durante un tiempo lo fue, pero luego todo se tornó demasiado engorroso, sus problemas comenzaron a caer por una pendiente, formando una bola de nieve enorme, y ya nada podía pararla.

Cuando todo explotó en pedazos y sus padres murieron, ser el chico malo también perdió sentido. Serlo había provocado el accidente, y la culpa se había arraigado en su sistema. El problema era que Jungkook ya había crecido para ese entonces, y poco podría hacer con su personalidad ya formada. Él ahora era así, y lo odiaba, pero tampoco sabía cómo ser de otro modo, y nada ni nadie le motivaba a cambiarlo.

Era más fácil ignorar al resto del mundo y fluir entre el humo del tabaco que tratar de arreglar algo que ya estaba roto. Jungkook pensaba que sus días estaban condenados a su pequeña rutina, a sus cigarrillos, sus fiestas aburridas, sus amigos, y a seguir jodiendo la vida de todos aquellos que le importaban una mierda.

Nada le gustaba, nada le llamaba la atención en su monotonía.

Hasta que apareció él.

Jimin era lo opuesto a su Omega ideal, era todo menos sexy, se avergonzaba con cada palabra subida de tono que decía y parecía más un pollito salido del huevo que un adolescente en sus diecisiete. Encima era virgen, lo cual complicaba bastante las cosas, porque Jungkook amaba la sencillez, el aquí te pillo aquí te mato, y no enredarse demasiado fuerte con nadie. Tampoco nadie lo atraía tanto hasta el punto de hacerlo.

Pero entonces, con el paso de los días, fue encontrando sumamente agradable su presencia, su aroma dulce y ácido, sus gafas dobladas, pelo revuelto y ropa horrenda de colores que jamás había pensado podrían combinar. Encontró que era divertido y tenía buen sentido del humor, que a pesar de que en un principio había pensado que no era más que un tímido nerd la realidad lo sorprendió con un extrovertido cubierto por capas y capas de papel. Que tenía un corazón puro, amable, que siempre estaba ahí para él, a pesar de que ni si quiera fueran amigos.

El Alfa se encontró volviéndose adicto a él sin ni si quiera ser consciente, simplemente dejándose fluir y viendo qué le deparaba el destino, siendo que por una vez en su vida algo cobraba sentido. Ahora que desgraciadamente podía verlo en perspectiva, porque la había cagado, se daba cuenta de que había dejado crecer aquel sentimiento en su pecho sin echarle freno, y que de nuevo, las cosas se habían salido de control.

Quería que Jimin olvidara los últimos minutos de aquella tarde perfecta, que olvidara su voz de mando. Entonces, lo volvería a besar, a abrazar, a decirle cachorro porque lo era. No le diría lo que sentía porque no estaba preparado, pero todo llegaba en el momento adecuado para todos.

Paper Hearts ❥ Kookmin Omegaverse {Paper Hearts I}Where stories live. Discover now