23. Amigos jugosos

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Cómo que la perdiste — pude sentir en mi voz la preocupación, y la música culia estaba tan fuerte que no me dejaba pensar. Con el Dylan nos habíamos alejado un poco de la gente, si es que se podía, para saber cuando fue la última vez que la vio mientras el Nacho, la Arlett, la Gene y el Fabi buscaban a la Julia.

Estaba al lado mio y te juro, me distraje dos segundos y ya no estaba — me contestó Dylan, igual o más preocupado que yo.

— Cabra weona por la cresta — murmuré. Me giré al sentir como alguien me tomaba de la muñeca para alcanzarme. Era el Nacho.

— La Arlett con la Gene están buscando en los baños mientras el Fabi la busca entre la gente, vine a preguntar que más podemos hacer.

Suspiré en busca de calma y me mordí una uña después — Ya, ehh — murmuré — Mi amor, anda con el Fabi y yo me quedo con el Dylan para buscarla, no quiero que se me pierda este weon también — el Nacho asintió ante mis órdenes y me dio un beso antes de irse, asegurándome que la íbamos a encontrar.

Pasamos unos veinte minutos buscándola porque aparte no contestaba su celular, así que las peores situaciones pasaron por mi cabeza en 0,5 segundos, andaba vuelta loca hasta que, como si fuera un milagro del mismísimo tatita dios, la vi.

¿Ustedes han carreteado con ese amigo que es jugoso a cagar y sabi que se va a mandar una cagá y vai a tener que cuidarlo? ya, así mismo.

Estaba en un lugar escondido de la disco, tirada en el piso, pero de lo que es estar tirada cuando uno está curá, ¿Si me entienden? Literalmente parecía esas muñecas de trapo antiguas, y la guinda de la torta era que estaba vomitada hasta el poto. 

Me acerqué corriendo a ver si estaba consciente o no. Me importó hoyo que el olor a vómito fuera insoportable. No tenía idea si antes de que se pusiera a tomar como desquiciada había comido algo, si alguien le había dado algo en el trago o si solamente era weona pa tomar.

Importándome tres hectáreas de pico las miradas ajenas, intenté despertarla sin muchos resultados. Ahí me pegué el cacho de llamar al Nacho para que trajera a toda la prole y me ayudaran.

— Hermano la media volaita, está pal pico — acotó el Fabián, ayudándome a pararla. Mientras tanto el Dylan recuperaba el color en su cara por el susto.

— Mira culiao si no vai a decir una wea inteligente quédate piola — ladré al borde del colapso. Ya la habíamos encontrado pero aún no sabíamos que cresta le había pasado, así que ningún weón me webee que soy capaz de morderlo.

Entre el Fabián y yo cargamos a la Julia hasta la salida bajo las curiosas miradas de los demás estudiantes y más atrás venía el Dylan del brazo de la Arlett mientras la Gene le tiraba aire (se llegó a hiperventilar el pobre) y el Nacho llamaba a mi hermano. Una vez afuera buscamos donde sentarla para ver si podíamos hacerla volver en si o algo.

— Puta la wea — intenté reírme — No debí dejarla sola.

— Ya Gabi, por lo menos la encontramos — el Fabi me miró buscando calmarme — Al menos no pasó nada malo, yo me puedo quedar contigo  a cuidarla, cualquier cosa, en serio. Puedo pasar a dejar a la Gene y todo, no tengo atao.

Suspiré en busca de aire fresco con el objetivo de despejar mi mente. El Fabi tenía razón, tenía que calmarme. Pero eso no quita el hecho de que en Chile de cierta forma yo soy responsable de esos dos aun si vinieron por su cuenta. Cuando estábamos en Canadá si, yo era mucho más independiente y sabía cuidarme en los carretes porque carreteo desde los 15, pero no significó que la Julia o el Dylan no se hayan preocupado por mi ni que me hayan dejado a mi suerte.

Un suave besito en mi frente me sacó de mi burbuja. Cuando miré para arriba el Ignacio estaba ahí.

— Guagua, llegó el Camilo. Pasaremos a dejarlos a todos y me quedo contigo para cuidarla — me dijo mientras me hacía cariñito en la nuca.

— Sale culiao, yo me voy a quedar con ella — saltó el Fabián y el Nacho le levantó la mano como si le fuera a pegar un zape.

— Ya — lo detuve — Fabi, creo que deberíai irte con la Gene, hagan cucharita y vean netflix — le levanté las cejas — Ya, vamos — nos pusimos de pie y entre los tres metimos a la Julia en el asiento del copiloto.

— ¿Qué le pasó a la JÚlia? — hizo el énfasis el Camilo mientras le ponía el cinturón y nosotros nos acomodábamos atrás. 

— Larga historia. No sabe tomar y se nos perdió — resumí. El Camilo soltó una carcajada. 

— Debieron haber hecho una tomatera en la casa, los hubiera apañado — comentó mientras ponía el auto en marcha.

Buena idea, anotada.

Me acomodé sobre las piernas del Ignacio y de inmediato me abrazó por la cintura. Me fui todo el camino a la casa con un ojo en la Julia y el otro en el Dylan que se veía a punto de vomitar. Se hizo corto por las tallas que tiraba el dúo dinámico de la Arlett y el Fabían, así que lueguito el auto se fue vaciando. Al final quedamos el Ignacio, la Julia obviamente, el Dylan, mi hermano y yo.

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⏰ Son güncelleme: Jan 18, 2022 ⏰

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