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Un rato más tarde Niall iba de camino a la suite, cargado con un montón de cremas y mascarillas, junto con cosas para el cabello.

Esa vez no se había sentido como un intruso al atravesar el vestíbulo del hotel. Todavía llevaba unos jeans viejos y una camiseta barata, pero tenía la cabeza bien alta y se movía con una confianza hasta entonces desconocida. Al atravesar la recepción, hizo volverse a más de un alfa, y entonces sonrió, disfrutando de aquella sensación desconocida.

Al llegar a la habitación, se la encontró vacía. Zayn no estaba allí.

Algo decepcionado, se consoló pensando que era un hombre muy ocupado. No iba a esperar por él toda la mañana. Además, la habitación se había transformado en una especie de boutique repleta de perchas de ropa de todo tipo, desde prendas informales hasta los trajes más caros. La estilista, llamada Bernadette, debía de tomarse su trabajo muy en serio.

La señora examinó a Niall con una simple mirada por encima de las gafas y entonces chasqueó la lengua.

—Mm, pongámonos a trabajar. Esto nos llevará un buen rato — chasqueó los dedos.

La asistente asintió con la cabeza y le entregó un traje a Niall.

—Póngaselo. Tenemos trabajo que hacer.

Dos horas más tarde Niall estaba agotado. Ya había perdido la cuenta de todas las veces que se había cambiado. La estilista había tocado aquí y allá, cortando y midiendo hasta marearlo. Para cuando por fin terminaron, las perchas estaban vacías.

Para una persona que había sobrevivido durante seis semanas con el contenido de una mochila, aquel armario de alta costura era algo exagerado, pero era evidente que Zayn llevaba la voz de alfa y Bernadette no se dejaba convencer con argumentos de moderación.

El problema del equipaje fue solucionado rápidamente. Un momento más tarde llegaron dos empleadas con un juego de maletas. Sorprendido, Niall vio cómo le hacían una reverencia antes de ponerse a guardar los trajes en las maletas.

Ya casi eran las doce. Sin duda Zayn esperaba que estuviera listo y puntual a la hora acordada, y también debía de esperar que hiciera buen uso de toda la colección.

Por eso escogió un pantalón y una camisa de seda en color crudo que favorecía su realzada figura. Los zapatos añadían unos cuantos centímetros a su estatura. El toque final se lo dio Bernadette en forma de un pañuelo azul que realzaba el color de sus ojos.

Niall se miró en el espejo. Jamás se había sentido tan bonito como en ese momento, como si acabara de convertirse en un hombre de verdad.

Las doce llegaron y pasaron. Media hora más tarde, aún seguía sin saber nada de Zayn. Ni una llamada ni un mensaje. Niall se sentó en una silla, rodeado de maletas y cada vez más nervioso.

Después de aquel torbellino de mañana, no quería pararse a pensar. No quería tener tiempo para arrepentirse de la locura temeraria a la que se había prestado; volar a Grecia con un completo extraño...

Además, tampoco quería pensar que Zayn hubiera podido cambiar de idea y que finalmente se hubiera marchado solo. Podía imaginárselo volando de vuelta a su casa, riéndose de el por su ingenuidad. Quizá se había dado cuenta de que nadie era tan valioso como para pagar un millón de dólares por un mes de teatro.

El estómago se le hizo un nudo. Si las cosas resultaban de esa manera, no sería la primera vez que alguien lo dejaba a un lado después de comprometerse.

Jackson había sabido elegir muy bien el momento idóneo para quedarse con su dinero y despojarlo de su inocencia y de su corazón.

No había sido más que un pasatiempo para él; un omega ingenuo, dispuesto a cruzar océanos por amor.

Sin duda había sido una presa fácil, alejada de su familia y amigos. Nada más dejarlo en la calle, se había marchado en busca de otro omega al que engañar.

Impaciente y alarmado ante aquellos pensamientos nocivos, se levantó de la silla y fue hacia las ventanas. Al otro lado de la concurrida calle se divisaba Central Park; uno de los parques más bonitos del mundo.

Pero no podía ser cierto. Zayn no tenía nada que ver con Jackson. Podía ser arrogante y autoritario, pero él jamás haría algo así. Se había tomado tantas molestias para convencerlo...

¿Por qué se había comportado de esa manera si finalmente pensaba dejarlo?

Agarró las cortinas y apoyó la cabeza. El día anterior no había mostrado piedad ninguna. Había tomado el hotel como un general del ejército y no había tenido reparo alguno en sacar a los huéspedes de la cama.

Niall se estremeció.

¿Cómo había podido olvidarlo con un simple corte de pelo y ropa cara? ¿Cómo podía ser tan frívolo?

No.

Zayn podía parecer un dios griego, pero era una locura pensar que albergaba algo de compasión.

De repente sonó el timbre y Niall dio un salto. Cruzó la habitación y abrió la puerta.

—Vengo a recoger las maletas —dijo el botones.

Niall respiró hondo y trató de calmarse. Parecía que no lo habían abandonado, lo cual, por otra parte, era algo positivo. ¿O no?

Agarró la chaqueta, el pañuelo se lo puso en el bolso de la camisa y salió de la habitación. Por mucho que tuviera la sangre en ebullición, tenía que dar una imagen de confianza y autocontrol.

«Dios mío, ¿qué estoy haciendo?», se preguntó.

Iba a dejar Nueva York para marcharse a una isla griega con un alfa al que apenas conocía, un millonario que necesitaba un falso amante.

Llegados a ese punto lo conocía lo suficiente como para saber que no era una buena idea llevarle la contraria, pero el arreglo sólo sería por un mes. Y después... Volvería a su vida de siempre con un millón de dólares en el bolsillo.

¿Cómo iba a ser tan duro?

Sonriendo, se abrió paso a través del vestíbulo. Su cabello se movía un poco al ritmo de su caminar usando unos zapatos de diseñador sobre el suelo de mármol.

Por una vez su suerte estaba cambiando.

Por una vez Niall Horan iba a tener éxito en la vida.

El portero lo saludó con un toque de sombrero al verlo salir.

—Joven Horan —le dijo, como si fuera un huésped de renombre, y entonces le abrió la puerta de una flamante limusina.

Niall subió dentro y se sentó en el asiento de detrás del conductor, de frente a Zayn, que parecía totalmente absorto en unos documentos que tenía sobre las rodillas.

—Pensé que te vendría bien algo más de tiempo —le dijo, pasando una página sin siquiera levantar la vista.

—¿Quieres decir que me echas la culpa por ir con retraso?

Entonces sí que Zayn lo miró a los ojos.

Durante un instante pareció dispuesto a replicar, pero, fuera lo que fuera lo que iba a decir, no llegó a salir de sus labios.

Sin embargo, su mirada decía más que mil palabras.

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UN CAPITULO MAS PORQUE LO MERECEN ALFJSKA GRACIAS POR SU APOYO LXS AMOOOOO

Lover for Money | ZiallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora