Montaña de mentiras.

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Capítulo 13:

-¿Porqué tan nerviosa? -Rió Peters después de pagar los tickets para el parque.

-Le tengo terror a estas cosas. -Susurré viendo hacia otro lado para que no lo escuche.

-Oh... Pues... Vamos a uno tranquilo. -Hizo una sonrisa torcida y se sacudió el cabello.- O vamos por un algodón de azúcar.

-¿Rosa? -Sonreí. Amo los rosas.

-Rosas. -Sonrió, mostrando su perfecta dentadura.

Fuimos a comprar eso. Paseamos un rato por el parque. Hay ruletas, montañas rusas, diferentes juegos que te hacen vomitar, que te ponen de cabeza, en fin, muchos juegos, cuando iba por el número 82 perdí la cuenta.

-¿Qué tal a éste? -Dijo, señalando un juego que se llama "Las tazas", como dice su nombre, son tazas que dan vueltas. Asentí. Cada quien pagó su ticket y subimos.

Nos metimos a una taza los dos juntos y nos agarramos de la mano. Bueno, yo lo agarré, tenía miedo, siento que voy a vomitar por lo nerviosa que estoy y ni siquiera ha empezado el juego.

-¿Lista? -Sonrió al ver mi cara.

-No. -Respondí.

El juego empezó. Vi que el hombre iba subiendo una palanca. Las tazas empezaron a girar sobre si mismas y revolviéndose completamente de donde estaban. Me relajé, está muy tranquilo este juego. Vi al señor, empezó a subir más la palanca, las tazas empezaron a girar más rápido, con más intensidad. Apreté la mano de Peters. Sentía la adrenalina en mi estómago, me empecé a reír como loca. Odio estos juegos, hacen que pase eso sin ninguna razón.

-¡HEY, ¿TE ENCUENTRAS BIEN?! -Me preguntó Peters, gritandome para que se escuche sobre el ruido y mis risas.

-N-no. -Me seguí riendo.- Odio... -Reí. No puedo hablar por tantas carcajadas.- estos juegos. -Reí otra vez y Peters igual.

Mi cabello empezó a volar por lo rápido que está el juego.

Dios, voy a vomitar.

Mi risa cesó al empezarme a sentir mal. Escondí mi cara atrás del hombro de Peters. Puse mi cabello en frente para que la gente no me vea... No sirvió, mi cabello literalmente quería arrancar toda mi cabeza.

El juego se detuvo. Me siento mal. Pasaron unos minutos y luego bajé.

-¿Vamos a otro? -Pregunta Peters con una sonrisa de maniático. Lo veo con cara de "matate".- Okey, esperemos a que te calmes un poco.

-Gracias. -Sonreí.

Empezamos a caminar, hasta que vi juegos de mesa (canicas, reventar globos, etc.). Nos dirigimos ahí.

-Miren, lo único que deben hacer es lanzar la pelota hacia el bote pero deben tener cuidado de que no se caiga. -Explicó el vendedor. Nos dio cinco pelotas y empezamos a jugar. Después de meter tres, el chico nos dio un oso café.

-Bueno, creo que lo hemos hecho muy bien. -Le dije a Peters.- Pensé que nos iba a ir peor que... -No puedo terminar la oración. Cuando volteé a la derecha para hablarle, vi a alguien que no tenía ganas de ver en este momento. Joe Ginsky.

¿Qué rayos hace aquí? Todavía se atreve a venir con la chica con quien estaba sentado en clase.

Sentí cómo me picaban los ojos por las lágrimas que querían salir. Cómo mi estomago se contraía por los celos, y cómo sentía que ya no valía la pena luchar por algo más.

-Vamos a la montaña rusa. -Le pedí a Peters.

-¿Segura? -Preguntó.

-Sí, tengo ganas de subir. -Respondí. Continuamos caminando a la montaña. Peters fue a comprar los tickets, me quedé parada en frente del juego, Dios esto se ve mortal.

Sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora