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- Vamos- asentí y fui por detrás de Elisa siguiéndola


Entramos por aquella puerta negra sucia, entrando a un camino de cemento donde se dividía en otros cuatro caminos más estrechos, partiendo del camino principal que era donde estábamos nosotros.

Un escalofrío se hizo presente en mí al ver a varias personas llorando en una tumba. Lo que parecía ser una familia, estaban una nena pequeña, una señora joven con otra nena más pequeña que la tenía en sus brazos.


- ¿Tin?- miré a Elisa. Ni me había dado cuenta que me había quedado quieto mirando a aquella familia

- Dime- contesté

- ¿Te encontrás bien? Te quedaste aquí quieto de la nada- me cogió la mano, plasmándose una sonrisa en mi cara ante aquella acción

- Si, me encuentro perfectamente- respondí asintiendo. Ella asintió y empezamos a caminar dados de la mano, dejándome llevar por Elisa y que me arrastrara a donde quería ir


Giramos a la izquierda del camino, siguiendo recto un poco hasta girar en un camino muy estrecho a la derecha, atravesando algunas tumbas.

Un nudo en la garganta se me formó al ver la tumba en donde nos habíamos parado. Era la abuela de Elisa.

Miré a Elisa recorriendo por mi cuerpo una tristeza. Ella estaba mirando la tumba fijamente, apretando mi mano desde que nos paramos aquí. Sabía perfectamente que la dolía, que en el fondo no había superado del todo su fallecimiento. Pero también quién iba a superar a alguien, con el que ha crecido toda su vida y te ha entregado todo por vos, para que no te falte de nada.

Me dolía a mi también ver a Elisa en ese estado, me dolía verla así. Lo único que quería era que enseñara una sonrisa, aunque sea la más pequeña, pero necesitaba verla bien.


- La echo tanto de menos- suspiró dando un pequeño apretón en mi mano. Los ojos me estaban picando temiendo a que me pusiera a llorar delante de ella. Lo estaba pasando mal


No podía formular nada, tenía un nudo en la garganta tan grande que me impedía hablar, formular algo aunque sea lo más mínimo.


- Lo siento mucho Eli- me di un palmazo en mi interior al escuchar como me había salido la voz. Sonó como que estaba quebrado, que un poco más y se me escapaba un sollozo. Me estaba angustiando demasiado


Ella no dijo nada, no me contestó, seguía mirando aquella tumba que tanto la dolía.


- Ojalá estuviese con nosotros para presentarosla. La haría mucha ilusión conoceros a todos ustedes- me miró unos segundos, notando en sus ojos como los tenía húmedos


Suspiré y miré a otro lado. Me iba a poner a llorar. Soy demasiado sensible cuando estoy con Elisa. Ella está mal y yo estoy peor por verla mal. No me salía ninguna palabra, no sabía cómo actuar para que supiera que estoy con ella pase lo que pase, que no está sola.

Estuvimos unos minutos en silencio ambos hasta que ella rompió el silencio.


- Vine aquí a verla por tu madre Tin- fruncí el ceño extrañado. ¿Por qué vino por mi madre? Carraspeé aclarando mi garganta y sonar bien antes de hablar

- ¿Por qué viniste por mi madre?- cuestioné mirándola. Se la escapaban algunas lágrimas, que las dejaba caer por sus mejillas hasta acabar en el suelo

- El día que vi a tu madre en el hospital me recordó a mi abuela. Verte como te pusiste a llorar me recordó a mí cuando falleció mi abuela. Sentí tanta tristeza, tanta pena que todo lo que estabas viviendo vos, me recordaba a lo que viví yo. Necesitaba ver a mi abuela cuando vinimos, para desahogarme, para soltar esa tristeza que sentí al ver como me dejó la persona que más quiero- sollozó y miró al cielo cerrando los ojos intentando calmarse. La dolía decir todo esto, pero lo valoraba al saber que me estaba contando algo que no lo sabía nadie. Que confiaba en mi


Al verla así, inmediatamente la abracé, hundiendo Elisa su cara en mi cuello y notando como mi cuello se mojaba a causa de sus lágrimas. Llevé mi mano por su espalda dejando caricias por ella, haciendo un intento de que se calmara.

Ahora sí que entendí porque vino aquí. Todo lo que estaba viviendo yo con lo de mi madre, a ella le traía recuerdos por lo de su abuela. Estaba viviendo lo mismo por lo que pasó ella, añoró a su abuela y por eso vino aquí a desahogarse.


- Te quiero Valentín- mi corazón empezó a bombear sangre a una velocidad increíble, y lo que más me sorprendió es que me llamó por mi nombre completo, ya que siempre me llama por aquel diminutivo que ella era la única que me llamaba. Se despegó de mí con una sonrisa y se secó sus lágrimas con sus manos

- Yo también te quiero Elisa- respondí sonriendo al igual que ella. Una necesidad se me hizo presente al querer besarla, viendo cómo se relamía suavemente sus labios mirándome fijamente, pero lo único que hice fue agarrarla de sus mejillas suavemente y dejar un pequeño beso en la punta de su nariz, como ella me hacía a mí


Ella cerró sus ojos ante mi tacto para luego seguidamente abrirlos. Ella me sonrió y miró a la tumba para dejar un beso en su mano y posarla en la tumba. Me cogió la mano después y me miró.


- ¿Nos vamos?- cuestionó. Asentí y nos marchamos los dos de ahí, Elisa mirando una última vez la tumba


Volvimos por los mismo caminos de antes y salimos del cementerio, yendo al coche. Abrí el seguro y entramos ambos adentro, arrancando el coche y alejándonos de aquel lugar para ir a la casa de Elisa.

Ella miraba el paisaje, moviendo la cabeza al ritmo de la canción que sonaba en la radio que había encendido antes.

El camino se había hecho bastante corto al ver que ya estábamos en la casa de Elisa. Se había hecho bastante ameno el trayecto.

Se desabrochó el cinturón y me miró.


- Gracias por acercarme a casa- negué sonriendo

- No hay de que, no es una molestia acercarme- contesté y ella asintió


Ambos nos quedamos mirándonos fijamente. Dos tontos mirándose donde ninguno se atrevía a dar el paso que ambos querían.

Elisa se acercó a mí y me dejó un beso en las comisuras de mis labios. Sintiendo un huracán en mi estómago ante ese acto.


- Mañana nos vemos- se alejó. Asentí aún pensando en aquel beso, ella abrió la puerta para salir y cerrarla seguidamente, y justo antes de entrar en su casa, se giró a verme y se despidió con la mano


Me marché de su casa al ver que entró ya. Yendo a mi casa pensando en aquel beso que no paraba de estar presente en mi mente. Y así irme a la cama pensando en lo que había pasado en su casa.






Melifluo (Wos) Where stories live. Discover now