Prólogo

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Corrió tan rápido como sus patas se lo permitieron, estaba herido por el repentino ataque, pero su misión era proteger a los suyos, gruñe de impotencia al ver a ese lobo café cruzar la frontera, estaba en territorio de otra manada, no le quedaba más opción que avisar a su líder del peligro de aquel rebelde, que había logrado salirse con la suya.

Escucha un aullido y se vuelve por el camino que había hecho, tratando de sentir esa conexión con su beta, pero estaba fracasando, temía que el dolor que se producía en su cuerpo fuese más allá del propio.

Al llegar al lugar del ataque ve la camioneta estrellada contra un árbol humeando, unos metros más adelante se encuentra el cuerpo sin vida de un lobo de tamaño mediano, que reconoce como Victor el compañero de su beta.

-Alfa- lo llaman al otro lado del automóvil que se dirigía casa, ve a la mujer castaña sostenida por uno de sus guerreros, está muy herida, sabe al conectar con sus ojos verdes que no podrá salir de esto, la mujer le extiende la mano y el gran jefe no duda en tomarla arrodillándose a su lado.

-Cuídalos, por favor- suplica con su último aliento, sintiendo paz al verlo asentir, sus ojos verdes pierden ese brillo tan característico que los acompañaban desde que la conoció.

-Da aviso a la manada, se hará una ceremonia en su honor- ordena, el más joven asiente con la pregunta atorada en su garganta, el llanto de un bebé es lo que irrumpe en el silencio- yo llevare a los gemelos al hospital para que sean revisados.

...

En el pequeño hospital del pueblo trabajaba un viejo lobo perteneciente a la manada, quien sintió la presencia de su alfa y que con solo una mirada comprendió la urgencia que este tenía, llevaba en brazos a dos pequeños, que ingresó de inmediato.

-Tome esto, le ayudará con sus heridas- le ofrece un vaso lleno de un líquido humeante, de olor amargo y color verdoso, no lo duda antes de llevar el contenido a sus labios y beber.

-Necesito saber que ellos están bien- esa era su único objetivo, cumplir con la promesa a su mejor amiga, a su beta.

-Todo parece estar en orden, pero les realizaré una tomografía para descartar cualquier daño- el joven alfa asiente, aun preocupado- descuide, estarán bien cuidados, mientras tanto usted puede esperar aquí.

Al cabo de unos minutos el doctor aparece de nuevo, con una enfermera siguiéndolo, está última carga a la pequeña rubia que deposita en sus brazos, un aroma dulzón llega hasta él, algo en su pecho se agita al reconocer el aroma de su compañera, justo ahora, en una noche tan tormentosa, aquel delicioso olor no proviene de la enfermera o de la niña que duerme entre sus fuertes brazos, es demasiado débil para serlo.

Sale del consultorio tratando de seguir el rastro, pero es tan tenue que parece se ha marchado hace tiempo. Ignorando las protestas de su lobo, vuelve a donde el otro bebé para saber del estado en que se encuentran, está noche no podrá reunirse con su pareja, pero al menos sabe donde encontrarla.

AylaWhere stories live. Discover now