𝖎. 𝙾𝚓𝚘𝚜 𝚌𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚘𝚕.

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LA PELIRROJA SE LEVANTÓ DE GOLPE Y AGITADA, ya estaba acostumbrada a las pesadillas pero no terminaba de agradarle la idea.

No siempre era lo mismo, a veces era simplemente un recuerdo borroso de cualquier cosa relacionada a Bellatrix, cualquier recuerdo sobre ella le removía el trauma de aquella noche. No esperaba que esas pesadillas cesaran, porque sabía que lo harían el día que encontrara a su mejor amiga de nuevo.

Ruby se apresuró a levantarse, se aseó y metió unas últimas prendas en su baúl. Tomó la jaula de Toru con él adentro.

Baul locomotor. hechizó para bajar con comodidad las escaleras de su pequeña casa y depositó el baúl al lado de la puerta principal de la casa con la jaula del ave encima. Se hizo un té cargado, y tomó El Profeta para leer los mismos disparates que ponían los últimos años en las columnas del diario, odiaba las noticias amarillistas y peligrosamente convenientes para su incompetente ministra.

No pudo leer más allá de la primera plana.

—¡Ruby, por Godric! —se quejó René. —No dejes tus cosas desordenadas; me tropecé con tu baúl en la entrada, pude haberme roto el cráneo.

—No tienes el cráneo tan débil, no eres una muggle.

—De igual manera... —intenta rebatir, pero prefirió callarse. —El abuelo está esperando afuera.

La relación con aquel anciano era maravillosa, le encantaba hablar de tácticas y política, pero lo que más disfrutaban era quejarse de Hermione Granger. Ruby decía que los años borraban las buenas ideas, y el señor Cornelius se burlaba de la ministra diciendo que ya chocheaba.

—¡Abuelo! —exclama saltando sobre el encorvado hombre. —No esperaba tu visita.

—Tu madre me ha enviado, espera que si yo hablo contigo quizá razones. —informa echando a caminar por el jardín delantero de la casa.

—Mi decisión está tomada desde hace tiempo.

—Tu madre está muy angustiada, Ruby. Yo en particular apoyo tus decisiones, sé que eres meticulosa, pero podrías ser mal vista por la gente y eso a ti no te conviene.

—Sé todo eso, y asumo las consecuencias con la frente en alto, abuelo.

—Le diré a tu madre que lo intenté con todas mis fuerzas. —dice guiñándole un ojo a su bisnieta. —Te contaré algo... Cuando yo cumplí diez años, el mayor mago tenebroso de todos los tiempos cayó; Grindelwald, lo venció el mejor mago que he conocido, ese se llamaba Albus Dumbledore... Crecí admirándolo y en determinado momento llegamos a ser buenos amigos. Sin embargo, cuando Voldemort regresó, me cegué no sólo por el miedo, sino que empecé a escuchar las opiniones de los demás ignorando por completo lo que mi corazón me decía que era cierto, y eso era lo que Dumbledore decía. Yo no sólo le mentí a toda la comunidad mágica de la época, sino que también me mentí a mi mismo. Ruby, quiero que siempre prestes atención a tus corazonadas, si crees que algo va mal no dudes en detenerlo, si crees que las cosas resultarían mejor de otra forma... No lo dudes ni por un segundo.

—Muchas gracias abuelo. —abrazó al anciano mientras luchaba por mantener las lágrimas en sus ojos. —¿No quiere pasar a tomar algo caliente?

—¡No, hija! ¡Si el muchacho de allá se ve muy ansioso! —señala con el dedo a un punto en los límites de la casa. —Buena suerte, querida. —da paso a los límites pero se detiene y vuelve la vista a Ruby. —Se me había olvidado comentarte algo curioso sobre la familia Fudge, todos somos padres por primera vez a los veintiún años. Claramente René rompió el molde.

𝐑𝐄𝐕𝐄𝐋𝐈𝐎² ┊ ᵗʰⁱʳᵈ ᵍᵉⁿᵉʳᵃᵗⁱᵒⁿ  [PAUSADA] Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu