❝Nunca te olvidas de una persona que vino a ti con una antorcha en la oscuridad.❞
Harry Potter pensaba que sería un verano normal en el campamento mestizo, ya sabes. Gente mirándolo y juzgado por quien es, competencias, vencer y burlarse de alguno...
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Revelaciones y banderas
HARRY NO SABE CÓMO TERMINÓ ASí.
Se suponía que solo tenía que darle el recorrido y la charla de siempre a Percy, no terminar empapado de agua de alcantarilla mientras Percy a su lado seguía disculpándose con él.
Harry camino al lago de las canoas, donde un sendero conducía de vuelta a las cabañas.
-Bueno, necesito un baño-dijo Harry sin querer sonar irritado- La cena es a las siete y media. Sólo tienen que seguir desde la cabaña 11 hasta el comedor.
Percy carraspeo buscando las palabras.
-Harry, siento lo ocurrido en el lavabo-dijo.
Harry lo miró fijamente buscando algún signo de mentira o falsa amabilidad en su cara, pero solo encontró arrepentimiento puro en aquellos ojos verdes. Harry tuvo que desviar la mirada porque Jackson lo miraba como foca bebé y la mirada lo hacía sentir que lastimaba algo hermoso.
-No importa.
-No ha sido culpa mía-dijo Percy, pero parecía que intentaba converse de ello el mismo.
Harry lo miró escéptico ¿Creía que Harry era estúpido? No tenías que ser muy listo para darte cuenta que aquella situación en el lavabo era muy rara, Percy aseguraba que no había sido él y era imposible que Clarisse o cualquier hijo de Ares hiciera eso con el agua, Pero entonces...
No, Harry se negaba a pensar en esa posibilidad.
-Tal vez tengas hablar con el Oráculo -dijo Harry, alejando aquellos pensamientos de su mente.
-¿Con quién?-preguntó Percy.
-No con quién, sino con qué. El Oráculo. Se lo preguntare a Quirón.
Percy miro el fondo del lago con una expresión perdida, como si ni siquiera el mismo supiera que hacer aquí. Harry sintió un poco de culpa, tal vez estaba siendo demasiado duro con Percy, pero él estaba acostumbrado a siempre estar a la defensiva y no confiar nadie a excepción de su familia.
Las náyades del lago sonrieron y saludaron a Percy como si fuera un amigo que no veían desde hacía mucho tiempo.
Atónito Percy, les devolvió el saludo.
-No las animes -le advirtió Harry, alejando al chico del lago-. Las náyades son terribles como novias.
-¿Náyades? -repitió el abrumado-. Hasta aquí hemos llegado. Quiero volver a casa ahora.
Harry lo miró como si estuviera loco, no tenía valor por su vida si pensaba que sobrevivirá en el mundo mortal sin entrenamiento, en especial con el poder que mostró con el agua.
-¿Es que no lo entiendes, Jackson? Ya estás en casa. Éste es el único lugar seguro en la tierra para los chicos como nosotros.
-¿Te refieres a chicos con problemas mentales?-preguntó irónico.
