❝Nunca te olvidas de una persona que vino a ti con una antorcha en la oscuridad.❞
Harry Potter pensaba que sería un verano normal en el campamento mestizo, ya sabes. Gente mirándolo y juzgado por quien es, competencias, vencer y burlarse de alguno...
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La verdad, más o menos
HARRY SIEMPRE SUPO QUE LO SEMIDIOSES TENDÍAN A ENCONTRARSE EN SITUACIONES EXTRAÑAS.
El casino de loto terminó siendo una trampa que los hacía jugar y olvidarse de lo que pasaba afuera, Harry no sabe cómo pero Percy había salido del trance y liberarlo a él y Grover.
Fue cuando salían corriendo del casino que Harry volvió a sentir aquella presencia, cuando volteo a ver lo único que pudo distinguir fue a un niño pelinegro corriendo hacia la sala de juegos.
Pero Percy lo había agarrado del brazo sacándolo del casino al ver que Harry se había detenido por un momento.
Cuando Percy les había contado de su sueño, Harry vio cómo su otros dos compañero omitían sospechar de Hades para no incomodar a Harry, pero la forma por la que Percy describió y habló de su sueño le dio un escalofrío al pelinegro, porque él sabía que su padre no era el ladrón. Pero aquella cosa del foso... Harry esperaba estar equivocado sobre sus sospechas.
Después de eso fueron en taxi hacia la playa de santa Mónica, Poseidón había llamado a Percy.
Al anochecer, el taxi los dejó en la playa de Santa Mónica. Tenía el mismo aspecto que tienen las playas de Los Ángeles en las películas, aunque olía peor. Había atracciones en el embarcadero, palmeras junto a las aceras, vagabundos durmiendo en las dunas y surferos esperando la ola perfecta.
Grover, Harry y Percy caminaron hasta la orilla.
—¿Y ahora qué? —preguntó Harry.
Percy se metió en las olas.
—¡Percy! —llamó Grover—. ¿Qué estás haciendo?
Siguió caminando hasta que el agua le llegó a la cintura, después hasta el pecho.
Grover seguía gritando:
—¿No sabes lo contaminada que está el agua? ¡Hay todo tipo de sustancias tóxicas!
En ese momento metió la cabeza bajo el agua.
—Grover—dijo Harry, tirado sobre la arena con un brazo sobre sus ojos— Ya cállate. Me das dolor de cabeza. Además—se sentó—su padre lo llamó aquí. No va a morir en.. ¡Ahí está! ¿Ya ves?
Le señaló a Percy, que había salido a la superficie y nadaba hacia ellos.
Cuando llegó a la playa, sus ropas se secaron al instante. Les contó todo lo ocurrido con la mujer del agua y les enseñó las perlas.
Harry hizo una mueca y miro las perlas con desconfianza.
