Alone In The Woods [KookV/ Yoonmin/ Namjin]

Capítulo 13

Dedicado a JulyJCArmykookv muchísimas gracias por tu apoyo

Los rayos del sol se filtraban por entre los cristales de su ventana, pegaban directamente sobre su cara, odiaba que eso sucediera despertándolo del poco sueño que había logrado conciliar, poco a poco abrió sus ojos que con vista borrosa observaban el techo blanco y los colores grises de siempre, tan monótono, se sentó en su cama con tanto cansancio y melancolía, una tristeza que recurrente lo perseguía y cuando quería salir lo volvía a atrapar, como si fuera un hoyo negro del cual jamás podría salir, lo único que alegraba su gris vida era la hora del desayuno, bajó con sus pies que tocaron el frío piso de madera, con pasos cansados y lentos, que se movían inconscientes.

Tomó el bol de cerámica amarillo, un color apagado que hace un año era potente y vivaz, agarró la caja de cereal llevándola hacia la mesa para servirse junto a la leche, con la cuchara de metal tomó una porción del desayunó, probó.

Insípido.

Amargo.

Sin vida.

De nuevo esa sensación de impotencia, desespero y tristeza lo invadió, era inútil ni siquiera podía comer un plato de cereal, había alejado a la mayoría de las personas de su lado, estaba solo.

Sintió como densas y saladas lágrimas brotaron de sus pequeños ojos, los cuales luchaban por qué pararan, pero era imposible, él en especial lo sabía, tenía demasiado tiempo si haberse sentido así, desde aquella vez que intento irse de este mundo.

Con náuseas se dirigió a su cuarto de baño devolviendo todo en su estómago, atento se miró a sí mismo en el espejo, su reflejo, él mismo, abrió el gabinete donde el botiquín de primeros auxilios estaba, lo cerró de nuevo

—Hazlo, sólo acaba con esto— dijo la voz dentro de su subconsciente —Son pastillas, imagina que son como pequeños dulces, ya no aguantamos esto ¿Verdad?— decía aquella voz que bien reconocía, la suya —¡No! Tengo miedo— susurraba tomando sus cabellos y jalándolos con potencia arrancando unos pocos de su cuero cabelludo, las lágrimas eran imposibles de parar, sus ojos ahora rojos ardían debido al cansancio y desesperación —Hazlo ya, esto te liberará, serás libre, te sentirás feliz— en su reflejo miraba con él mismo sostenía sus hombros y una sonrisa macabra se dibujaba en su rostro —¡Basta!— sollozó repegando su espalda en la blanca pared de su baño, poco a poco bajó hasta que estuvo sentado en el frío piso acurrucándose aún con el bote de pastillas entre sus manos.

—¡Vamos!, ¡Vamos!— gritaba ese yo son ojos color carmín y semblante deformado.

—¡Dijiste que pararías!, ¡El doctor dijo que las alucinaciones se irían!— gritaba tratando de tapar sus oídos —¿Si las tomo te vas a largar?— preguntó con sus ojos arrugados debido a que los cerraba con fuerza.

—Sí— afirmó su alter ego que amplio su sonrisa macabra, una sonrisa llena de dientes afilados y sombras remarcadas por dónde escurría sangre roja brillante.

Hoseok tomo un puño de pastillas en su mano y la engulló de una, sintiendo la rasposa sensación mientras pasaban por su garganta seca —¡Ahora aléjate, no vuelvas a mí!— bramó con aquel ente desapareciendo cuando su vista comenzó a nublarse y todo a su alrededor comenzó a dar vueltas.

Su cabeza inevitablemente cayó de lado en la alfombra del baño dónde toda vista y sentido de vivencia huía de él, todo se volvía opaco para terminar de volverse negro y finalmente dar su último suspiro.

A pesar de que había luchado desde hace 17 años con sus alucinaciones, esa enfermedad le había arrebatado todo de él, su niñez, sus pensamientos, su persona y su tranquilidad, terminando en aquel frío y tétrico escenario, el cual fue descubierto no de una muy agradable forma 6 meses después, debido al hedor que salía de la casa de un chico que ya no tenía a nadie para él, triste y desesperanzador.



Habían pasado 2 días navegando por el ancho y azul mar que ahora eran esponjosas y blancas nubes, todos estaban despiertos, bastantes serios pero un aura de tranquilidad reinaba en el ambiente, una de melancolía y serenidad, hasta esos momentos dónde atracaron a la orilla de la dichosa isla.