¿Cumpleaños Feliz?

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19 de Junio.

En la inauguración de un hotel, en la ciudad más grande de Ōsaka, los señores Tsushima festejaban el cumpleaños número cuatro de su único hijo, Shūji, un pequeño de cabellera castaña y despeinada, ojos marrones y un personalidad seria y a la vez traviesa y divertida.

Habían invitado a toda la ciudad, pues los señores Tsushima eran muy reconocidos en todo Japón al ser los dueños de una empresa de entretenimiento muy famosa en la actualidad, y por lo tanto, su fiesta estaba llena de artistas, actores, cantantes, grupos de Idol, y personas importantes de la ciudad. Familia de los Tsushima había poca.

Shūji jugaba con sus primos y amigos parientes de los amigos de sus padres. Se divertían entre los artistas y desconocidos, jugando con globos y algunos juguetes que pertenecían al niño del cumpleaños.

¡Shūji-kun! ¿Me prestas tu coche rojo?—. Preguntó Doppo Kunikida, un pequeño rubio de la misma edad que Shūji.

— ¡Ten!—. Se lo prestó amablemente.

— ¿Puedo tomar el tren?—. Ahora fue Chuuya, un pequeño actor infantil quien habló, un pelirrojo de hermosos ojos azules que llamaban la atención a Shūji por su inusual color, misma razón por la que le pidió "ser novios" y lo eran. Un amor infantil, sincero e inocente.

— Claro—. Entregó el tren a su novio. Ambos sonreían con un leve rubor en sus mejillas, que los hacía verse tiernos.

Shūji se levantó de la alfombra y fue hacia su madre. Quería pedirle partir el pastel cuanto antes, pues ya habían tomado las fotografías, y deseaba compartir su postre con sus nuevos amigos y primos.

— ¡Mamá! ¡Hay que darles pastel! ¡Mis primos y los demás niños quieren comer ya!—. Decía jalando del vestido a su madre, quien sólo lo ignoraba por continuar su conversación con sus amigas actrices.

— Espera, Shūji. Deja de molestar y ve a jugar con tus amiguitos. Es temprano para comer ese pastel—. Respondió algo molesta. Tomó asiento junto con sus amigas y compañeras de trabajo.

— Pero mamá... Yo también quiero probarlo. ¡Por favor!—. Suplicaba. Estaba por soltar el llanto cuando recibió una cachetada de parte de su madre.
— ¿Mamá?—. Llevó una de sus manos a su dolor. Estaba avergonzado. Los presentes lo miraban con ¿Molestia? ¿Fastidio? Dando la razón a la madre.

— Ya te dije que dejes de molestar, Shūji. Ve a jugar con los demás niños—. Repitió. Tomó una taza con café y bebió un poco de su contenido, de manera elegante y educada.

El castaño se alejó triste y decepcionado. Pasó por donde los niños se encontraban jugando, pero sin detenerse. Iba directo a su habitación asignada por sus padres, la 105, seguramente a encerrarse en un dormitorio que sería suyo, lo que hacía cuando tenía ganas de llorar.

— ¡Shūji!—. Llamó el pelirrojo, notando las lágrimas de su novio. Se levantó de la alfombra y corrió detrás de él, logrando sujetar una de sus manos. 
— ¡Shūji-kun!

Shūji se soltó de la mano de Chuuya, y corrió más rápido, con intenciones de no ser alcanzado por el pelirrojo.

— ¡No me sigas! ¡Voy a matarme!—. Gritó sin detenerse. Desde pequeño, ya tenía esas ideas de suicidio en su cabeza, era algo de nacimiento y sólo un juego, decían sus padres.

— ¿Matarte? ¡No lo hagas! ¡Volvamos a jugar!—. Invitaba el ojiazul algo preocupado.

— ¡Ve tú a jugar! ¡No iré!

Finalmente, llegó a su habitación, entrando y cerrando la puerta tras de sí. Subió a su cama y comenzó a llorar en solitario, abrazando su almohada para consolarse.
Era su día especial, ¿Por qué su madre no respetaba su decisión de partir ese postre que tanto esperaba y quería compartir con sus amigos y familia? Pensaba.
¿Quizás sus padres le presten más atención a sus artistas y colaboradores que a él que era su hijo?
Odiaba ser la segunda opción de los Tsushima, y siempre lo era. 

Una hora más tarde, la señora Tsushima buscaba a Shūji para partir el tan esperado pastel. Preguntó por su hijo a los demás niños, quienes respondieron que hace ya varios minutos éste había dejado de jugar. Chuuya dijo haberlo visto ir a su habitación, por lo que fueron a buscarlo enseguida.

Lo buscaron dentro de la habitación 105 y en todos los lugares del hotel con la ayuda de sus invitados, pero no lograron encontrarlo. "Nadie lo había visto por última vez a excepción de Chuuya".

La almohada tenía rastros de gotas de agua, producidas por las lágrimas del menor. La colchoneta de la cama estaba algo arrugada, y el cobertor como si hubiera sido usado por Shūji.

Los zapatos que traía en la fiesta estaban ahí, en el suelo, al igual que sus pantunflas de casa. Sus juguetes estaban acomodados, y su peluche favorito, un conejito de color gris, se hallaba ahí, sobre la cama, cuando Shūji y el conejo eran inseparables a la hora de dormir.
No había huellas, pero sí rastro de pelusa miniatura de color marrón, posiblemente del extraño que entró al lugar para tomar al niño. Las pistas escaseaban.

Nadie había visto salir al niño luego de entrar a su dormitorio. Ni siquiera los guardias y vigilantes del nuevo hotel.
Tampoco se había ido nadie de la fiesta, lo que complicaba más la investigación.

Al no hallar muchas pistas en el momento, se vieron obligados a llamar a la policía.

El hijo de los Tsushima había desaparecido. Buscado en todo el hotel y sus alrededores, sin éxito. No estaba. Parecía que se había esfumado en su habitación. Era extraño para todos. Pero nadie puede esfumarse, así que el culpable estaba ahí, entre los invitados y trabajadores. Pero ¿Quién de todas esas +500 personas se lo había llevado de una manera tan oculta y sin levantar sospechas?

Ahora sí, sus padres se preocupaban por él y querían encontrarlo ya. Les aterraba pensar quién o quiénes lo tenían escondido en algún lugar que podría terminar quitándole la vida, como dentro de un baúl, por ejemplo.

La situación empeoraba y todos los invitados debían quedarse a esperar la investigación, que duraría más de tres días.
Los más pequeños, los niños, empezaban a asustarse, sobretodo Chuuya y Kunikida, los más cercanos a Shūji.

El ojiazul lloraba, sentado en el suelo y recargando su rostro y cabeza en sus rodillas.

— Chuuya-kun, Van a encontrar a Shūji-kun. La policía ya viene—. Animaba el rubio, anotando con anterioridad la llegada de los policías en su cuaderno de los ideales.

— ¿Tú crees? ¿Y si le hicieron algo muy malo?—. Cuestionaba con lágrimas en sus ojos.

— Eso no pasará.



N/A
SHŪJI TSUSHIMA ERA EL VERDADERO NOMBRE DE OSAMU DAZAI.

CASO 105 [SOUKOKU]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora