Despedida

298 50 14
                                    

HACE DIECINUEVE AÑOS...

Shūji se encontraba en la mansión de los Nakahara, jugando con Chuuya en su dormitorio. Se divertían hasta que el niño de cabello castaño se quedó tranquilo y pensativo.

— Chuuya—. Mencionó a su pequeño novio. El pelirrojo dejó de jugar y se acercó a él para escucharlo mejor

— ¿Te duele algo, Shūji?—. Preguntó preocupado, al ver los moretones y heridas recientes que Shūji tenía.

— Sí, mucho. Chuuya—. Sujetó las manos del ojiazul y lo miraba fijamente.
— Si mi papá me manda al cielo, ¿vas a estar bien? O si me voy al cielo yo solo para que mi papá ya no me lastime, ¿tú vas a estar bien, Chuuya?

Preguntaba. Derramaba lágrimas. Su novio lo abrazó para consolarlo, también derramaba lágrimas por las crueles palabras del ojimarrón

— Lloraría siempre, Shūji. No te mueras—. Se separó del abrazo y juntó su nariz con la del castaño. — No quiero quedarme solo—. Sollozaba.

— Si me voy al cielo, voy a cuidarte desde allá, Chuuya. Y ya no me podrá golpear mi papá—. Limpiaba las lágrimas de su novio, que él mismo había causado.

— Pero no podría vivir sin tí...

TIEMPO ACTUAL.

Dazai había llevado a Chuuya, Shuichi y la Señora Nakahara a un departamento en Yokohama, alejado de la mansión que todos ya habían localizado.
Le aterraba pensar que los Dazai o cualquier otro involucrado con el Caso 105, diera con la nueva ubicación de Chuuya y su bebé, y quisieran llevárselo.
Sabía lo que podría suceder si le quitaban a su bebé como sacrificio, pero también, tenía en mente las consecuencias si no entregaba a ese niño. Alguno de los dos tenía que morir, y sin duda él prefería morir y dejar a su pequeño hijo que apenas comenzaba su vida. Daría su vida por él y eso es lo que pensaba hacer si la situación lo ameritaba.

— Chuuya... Si por alguna razón yo muero, ¿podrás seguir adelante en este mundo y darle a Shuichi todo lo que necesita?

Preguntó con seriedad. Tomaba su equipaje para salir en busca de más respuestas. Debía reencontrarse con esos padres que tanto daño le hicieron, los Tsushima; y quería hacer justicia por cuenta propia sobre su trágico pasado y al mismo tiempo hablar con su yo de hace diecinueve años para hacer un tipo de pacto con él.

— ¿Eh? ¡Espera, no digas esas cosas! ¡No te vas a morir! ¡No vuelvas a hacerme esa pregunta otra vez, Dazai! ¡No podría vivir sin tí!—. Respondía asustado, abrazando al de vendas por detrás. Odiaba que Dazai se pusiera en ese plan de pensar en la muerte. ¿Acaso aún tenía pensamientos suicidas?

— Tranquilo, Chuuya. Uno nunca sabe. Iré a Ōsaka a atender unos asuntos. Quédate aquí en Yokohama, oculto con tu madre. Cuídala mucho y cuida mucho al pequeño, es muy importante para mí como lo eres tú. Prométeme que siempre lo vas a amar y proteger, aún cuando la oscuridad quiera apoderarse de tí.

Se dió media vuelta, quedando de frente a Chuuya. El ojiazul tenía lágrimas y no dudó en abalanzarse y abrazar a su esposo. Parecía una despedida, y tenía un mal presentimiento. Pero debía confiar en que todo estaría bien.

— L-Lo prometo, Shūji... Pero también prométeme que volverás. Tienes que volver y estar con nosotros, te necesitamos—. Respondía triste, bajando la mirada y agachando un poco la cabeza. Sus lágrimas se desbordaban y caían hasta el suelo, lo que no pasó desapercibido por el Detective.

CASO 105 [SOUKOKU]Onde histórias criam vida. Descubra agora