11- Tregua

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¡Odio los lunes!

Las tareas y los trabajos que me habían dejado eran más complicadas de lo que esperaba, llevaba unas tres horas repasando apuntes para terminar las actividades, y aún no me convencían mis notas. No eran del todo claras, diablos.

Bastante estresada, me eché sobre la mesa, con los brazos cruzados y hundí mi cabeza en ellos.

Necesitaba respirar, tranquilizarme, del diez al uno y pensando en energías positivos.

Diez... nueve... ocho... siete... seis... cin...

-Pocahontas.- me saludó alguien desde la puerta.

"Al fin algo de emoción."

-¿Que diablos haces aquí?- pregunté frustrada, llevando mi vista hacia el chico.

-Nada... sólo venía a ver si te encontraba semidesnuda...- yo le di mi peor cara de odio, y amagué a tirarle con un libro. Pero él levantó las manos y rió. -¡Era broma! ¡Era broma!-

-¿Entonces?-

-En realidado yo... venía a disculparme.- fruncí el seño y lo miré incrédula.

-¿Tú qué?-

-Lo que dije, vine en son de paz...- lo miré detenidamente.

Su rostro se veía tranquilo, cómo si estuviese siendo sincero; y su pose era relajada, con sus brazos y piernas cruzadas mientras se recostaba en el umbral de la puerta.

-¿Puedo pasar?- preguntó, yo asentí y dio unos pasos dentro de la habitación, hasta sentarse en el borde de mi cama.

La silla de mi escritorio estaba girada por completo, directo hacia él, pero estábamos a unos metros de distancia el uno del otro. Sus ojos me miraban directamente, sentía que me quemaban de lo intensos que eran.

-¿Estás enfermo?- pregunté de golpe, él frunció el seño.

-No... ¿porqué?- reflajaba confusión.

-Pues porque te estás disculpando conmigo.. eso no es normal.- el sonrió levemente, una linda sonrisa.

-Sólo pensé en lo que pasó, y pues fui algo idiota.-

-¿Algo?- pregunté con las cejas alzadas.

-Un poco... es que estaba ebrio, me pongo idiota cuando me embriago.- siempre es un idiota.

-No parecías ebrio.- él rodó los ojos.

-Lo estaba, no me hubiese preocupado así por tí si no lo estiviese...- auch.

-Claro, y dices que eres un idiota sólo cuando estás ebrio...- me paré de la silla y me dispuse a irme, por más que quién tuviera que irse fuera Noah y no yo. Pero él me detuvo sosteniendo mi muñeca, y tiró de mí obligándome a sentarme en la cama, a su lado.

-Lo que trato de decir es que, no te conozco, y tú no me conoces a mí; tienes una imagen de mí que no es nada agradable, y no te culpo porque no tuvimos buenos encuentros últimamente... pero nuestros amigos están saliendo, o lo que sea que estén haciendo, y creo que sería bueno que tratemos de llevar las cosas en paz. No creo que sea agradable para ellos la tensión que hay entre ambos todo el tiempo, mientras que ellos intentan establecer una relación.-

Parpadee un par de veces, y me di un pellizco disimuladamente en la pierna ¿era ese Noah Holland?

-¿Estás proponiendo una tregua?- dije boquiabierta, mientras lo veía fijamente. Él lo pensó unos segundos.

-Llámalo cómo quieras, yo sólo pretendo que no pongas cara de asco cada vez que me ves... o ruedes los ojos.- 

-Es que eres irritante.- me defendí.

(Des)Afortunados Amigos #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora