IX. Conversaciones

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Capítulo nueve
Conversaciones
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Si en el mundo hubiera un concurso de la sonrisa más hermosa; Charlotte estaba segura que Di Angelo ganaría sin dudarlo, no solo por eso sino por los particulares hoyuelos que se le hacen a cada costado de sus mejillas, haciéndola caer rendida a s...

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Si en el mundo hubiera un concurso de la sonrisa más hermosa; Charlotte estaba segura que Di Angelo ganaría sin dudarlo, no solo por eso sino por los particulares hoyuelos que se le hacen a cada costado de sus mejillas, haciéndola caer rendida a sus pies con aquel gesto, aunque en ese momento la sonrisa no era precisamente para ella. 

Sino para la cajita feliz frente a él. 

Una risa involuntaria salió de los carnosos labios de la hija de Afrodita, en ese instante para la rubia era como ver a un pequeño niño emocionado y no al "temible hijo de Hades" pero realmente eso le encantaba, porque andaba conociendo al verdadero Nico Di Angelo.

Su crush desde que puso un pie en el campamento mestizo.  

—¿Pasa algo?—la voz en pregunta del pelinegro la hizo salir de aquel entre sueño que se encontraba. 

La rubia reaccionó moviendo su cabeza en negación al igual que ambas manos, tenía ese ligero carmesí adornando sus mejillas, mientras que sus ojos verdes se centraron ahora en su cajita feliz que reposaba sobre la mesa.

Ella se había olvidado por completo que estaban en un Mcdonalds en mitad de la ciudad, rodeados de niños que gritaban y  jugaban, mientras que les pedían a sus padres una cajita feliz sólo por el juguete que traían.

—No pasa nada, es solo que me encantas—comentó la hija de Afrodita casi de manera inconsciente.

Nico Di Angelo por poco se ahoga con una de las papas que había llevado a su boca con ketchup tras oír las palabras de la chica. Una ligera tos se apodero de él,  a la vez que se daba pequeños golpecitos en el pecho para recuperarse, mientras que sus orbes oscuros estaban abiertos generando aquella expresión en su rostro de sorpresa total, puesto que jamás pensó que alguien como él  le dijeran eso...

Era un hijo de Hades y no estaba acostumbrado a recibir esa clase de halagos. 

—¿Qué dijiste?—formuló Di Angelo al parar el repentino ataque del tos.  

La hija de Afrodita tenia el rostro completamente roja por la vergüenza, mientras que su mirada verdosa posaba sobre la madera pulida de la mesa, ella llevó una mano para posarla sobre su mejilla que hervía, ni siquiera podía controlarse bien en ese momento.

Pero, ¿Cómo hacerlo si acaba de decirle aquello al pelinegro?.  

Charlotte se mordió el labio inferior como acto de reflejo al estar realmente nerviosa, aunque fuera  hija de la diosa del amor, no sabía como actuar en esta situación más al sentir la penetrante mirada del italiano sobre ella. 

Tal vez estaba confundido o buscando una pizca de broma en la rubia pero no encontraba absolutamente nada.

—¿Vienes muy a menudo aquí?—indagó la chica cambiando el tema por completo.

𝐄𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐚 𝐃𝐢 𝐀𝐧𝐠𝐞𝐥𝐨 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora