VIII. Prefacio

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Capítulo ocho
Prefacio
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Los profundos ojos oscuros del hijo de Hades yacían perdidamente bajo el encanto de la larga cabellera rubia danzante de Charlotte, que se movía de lado a lado a causa de las feroces brisas fría de Bóreas, siendo una constante en el campamento mes...

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Los profundos ojos oscuros del hijo de Hades yacían perdidamente bajo el encanto de la larga cabellera rubia danzante de Charlotte, que se movía de lado a lado a causa de las feroces brisas fría de Bóreas, siendo una constante en el campamento mestizo, desde hacía un tiempo atrás, todo debido a que ya se aproximaba la temporada de invierno.

No obstante, ambos semidioses  se encontraban sentados uno al frente del otro sobre las piedras grandes del puño de Zeus.

Un lugar maldito para muchos campistas debido a que allí fue destruida Campe, por eso evitaban ir... Pero eso no era motivo suficiente para ahuyentar a un hijo de Hades, sino todo lo contrario y menos cuando se juntaba con una hija diferente de Afrodita.

―¿Di Angelo, me estás escuchando?―preguntó la chica, llevando sus ojos esmeraldas hacía él.

Él pelinegro se sumergió entre aquel precioso color verde con tan solo verlos, todo se fue en un momento y dejó de existir, tal cual como si estuviera perdido en el tiempo o simplemente en ella había encontrado una razón para dejar de hacer su vida tan miserable.

Él hijo de Hades tuvo que sacudir su cabeza de lado a lado para salir que aquella colisión de sentimientos desbordante que repentinamente se apoderaron de su pecho...

Tal vez, la diosa del amor se estaba divirtiendo bastante con él... 

―¿Qué dijiste, Charlotte?―interrogó el pelinegro, al salir de su caótico mundo interno.

De los labios de la chica se escapó una suave risa por lo bajo, a la vez que se encogió ligeramente de hombros, ella ya a estas alturas tenía el conocimiento en cuanto a los sentimientos del hijo de Hades pero se había prometido no decir o actuar al respeto hasta que él estuviera listo. 

Porque ella estaba más que enamorada del pelinegro malhumorado. 

―Te andaba comentando que Quirón quiere que vaya a una pequeña misión―dijo la rubia, mientras que un largo suspiro salía de su boca.

Ella realmente estaba inquietad desde la mañana, después de escuchar que había sido seleccionada para una misión, había comenzado a actuar tensa pero trataba de mantenerse en calma para que Nico no se diera cuenta de su real estado, también podía agregar que su malestar incrementó por el hecho de que era la primera vez en ir a una situación de ese estilo en el casi año que llevaba en aquel lugar para semidioses.

El semblante cambio radicalmente en el rostro de Di Angelo. 

Charlotte bajo la mirada al césped mientras que sujetaba la manga con la mano, el su suéter turquesa con puntos rojos, tratando de ocultar los nervios a flor de piel en su ser. 

𝐄𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐚 𝐃𝐢 𝐀𝐧𝐠𝐞𝐥𝐨 ✓Où les histoires vivent. Découvrez maintenant