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1924.
NUNCA SOÑÉ NADA DE ESTO. De menor, romantizaba cualquier cosa que se me cruzara en la vida y como cualquier niña nacida en Inglaterra en el siglo veinte, mi única esperanza era casarme con un hombre adinerado quien me diera la mejor vida que pudiera imaginar, claro. Mi apellido: Rowen, eso me daría a ese hombre casi inmediatamente y el Universo me dio algo... parecido.
Todo sucedió hace tres años, en Abril de 1921. Cuando lo vi pensé que algo en mi interior había explotado y me había causado una sensación de vómito, aunque, de una buena manera. Su comportamiento fue algo que debí haber tomado en cuenta desde un principio. Pero me fue imposible. Me enamoré al instante.
Aunque jamás fui totalmente suya, él menos lo fue mío. Ni que lo mencionemos. Para él, yo soy como un premio. Para mí, él es mi más grande amor.
Mi corazón es terco. Siempre tuve otro hombre (quien me lastimó gravemente) grabado en él y jamás lo pude eliminar, aún cuando mi enamoramiento era básicamente ridículo contra mi pareja. Con él yo sentía tenerlo todo. Todo, a cambio de mí felicidad.
Él es mi vida. Mi mundo. Es mi alma. Yo lo amo.
No fui tan inteligente cuando me enamoré. Pude haber visto mi futuro junto a él pero, fui tan tonta que no lo revisé. Tal vez ese fue mi peor error. Tal vez haberme metido en el negocio de mi padre con los Peaky Blinders fue el error.
