CAPÍTULO 22

50 8 0
                                    

Había sido un fin de semana raro, un fin de semana que sabía que nadie iba a olvidar. Pero yo si debía olvidarme de él y ponerme a trabajar duro: era mi primera semana de exámenes duros desde que había llegado aquí. Digamos que todo había ido rápido, muy rápido. Mamá estaba muy bien con Diego, básicamente habíamos pasado con él todo el último fin de semana, le habíamos conocido mejor, y entonces me vino a la cabeza una pregunta, porque le había dejado en su momento, aunque Mike fuera hijo de nuestro padre Diego hubiera sido un buen padre, y se notaba que dejaba el espacio que necesitaba Sofía, pero sin pasarse demasiado. Ella pasó el fin de semana con nuestros vecinos, ya que Mike y ella aún no lo tenían todo terminado de solucionar.

Él fue quien vino a despertarme por la mañana. Como habían sido unos días ajetreados no habíamos tenido ocasión de hablar de todo lo ocurrido durante el partido. A Caleb le había dado un ataque de celos en medio de todo aquello, y aunque ganaron el partido sabía que tenía que hablar con él para que no se desconcentrara durante los partidos.

—¿Podemos hablar un momento?

—Dime.

—¿Qué te ocurre con Caleb?

—Digamos que las cosas están desconcertantes. No sé qué es lo que quiere de mí, y tampoco estoy segura de querer averiguarlo. Tampoco quiero ningún drama en mi vida ahora mismo, creo que los dos nos merecemos no tener tantas cosas durante un rato. Cuando sepa lo que quiere que me diga algo.

—Digamos que últimamente Caleb ha estado hablando conmigo. Sé que te lo conté ayer. Pero después del partido él vino a hablarme. Estaba enfadado porque habías venido con Alejandro. Mucho más que eso. Le molestó mucho que vinieras con él, y no sola. Se que no es de mi incumbencia, pero me da mi que a ti te gusto mucho él, y a él está claro que le gustas. Porque no podéis dejaros de rollos y hablarlo bien. Os haríais un gran favor.

—Mike... Llegamos aquí hace menos de dos meses. Alejandro se ha presentado por sorpresa por aquí. A Caleb le ha dado tiempo ha de romper con su novia, y flirtear conmigo, tu ni más ni menos has tenido una historia con alguien. No puedo permitirme que me guste alguien más. No puedo permitirme querer a alguien otra vez, y luego alejarse. Papá se fue, o alomejor no. Pero viviremos con ese dolor de no saber que pasó, de no saber si nos abandonó porque no nos quiso, o porque alguien le hizo daño. Con Alejandor fue diferente. Aparte de mi lado, porque todo lo que estaba pasando era demasiado para mi. Mike, si dejo y bajó la guardia con Caleb, y pasa algo con él, no sé si podría funcionar. No pasamos el día peleándonos, nunca estamos de acuerdo en casi nada, y cuando parece que todo va bien, de repente todo cambia, y ya no volvemos a estar igual, Toda la confianza que ganamos de un día al otro de esfuma. No estoy segura, pero sí que aunque lo intentamos nunca funcionaria, y aunque solo tenga dieciséis ¿has visto cómo funciona esto? Aquí se lo toman muy enserio lo de tener una pareja formal a nuestra edad, si la cago no tendré segunda oportunidad.

—Sigo pensando que deberías de hablar con él, sino tendréis un problema a la larga, creo que lo necesitais, los dos, dejar las cosas claras. Recuerda lo que nos decía papá, si no hablas no te entiendes, y si no te entiendes las cosas nunca volverán a su cauce, teniendo el miedo a que nunca lleguen a ser como antes.

—Papá no está aquí, y gracias por el consejo, pero no quiero hablar con él, ya sabrá lo que se hace.

La conversación terminó ahí, no había nada más que decir o qué hacer. Mike quería que le explicara absolutamente todo sobre lo ocurrido entre él y yo, y realmente no había pasado nada. Simplemente nos quedamos dormidos porque él decidió quedarse en mi casa, él decidió quedarse en mi cama, aunque decir verdad, no se lo impedí. Alomejor eso daba a entender otras cosas, pero la verdad es que no era así. Intenté centrarme en la carretera y me fui al instituto como todas las mañanas. El día pasó muy rápido, pero algo extraño me encontré. No tenía mi casco en la taquilla como solía dejarlo, así que pensé que quizás lo había dejado en la moto. Cuando llegué me encontré a Caleb al lado de mi plaza, con dos cascos en sus manos, y uno era el mío.

INCANDESCENTEWhere stories live. Discover now