CAPÍTULO 14.

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Cogí la moto y me fui conduciendo hacía ningún lugar. No esperaba ningún sitio en general, pero no se como termine en Venice beach otra vez. Me gustaba esa playa. Llevaba un poco de dinero en la cartera, y con las prisas no había podido comer nada aún. Me acordé de la cafetería que fui con Mike The Sidewalk, y me di cuenta que también era un bar, así que decidí comerme alguna cosa ahí. Cogí una hamburguesa y me puse a comer. Era un poco tarde para los americanos. Pero realmente no me importaba que todos me estuvieran mirando. Tenía mucho que pensar. Para mí, mi madre no paraba de mentirme. Y no había cosa que más odiara. Mamá sabía que Mike quería a Sofía, y ella se ligaba otra vez a Diego, cuando su oportunidad ya había terminado. Me dolía que no pensara en nosotros.

Tenía la presión añadida del partido. Ahora todos sabían que jugaba al fútbol, teniendo en cuenta de que Alison volviera con Caleb. Intentaba no pensar en ello mientras comía. No había pensado antes de irme de casa a donde ir, y ahora me encontraba en Venice sin bañador.

Me di cuenta de que ahí la gente vivía mucho del mar. Había mucha gente en el agua haciendo surf, eso sin tener en cuento los que hacían paddle, entre otros. Estábamos en septiembre, pero eso para los californianos sabía que no les importaba. Todos estaban disfrutando de la playa, y yo me sentía fatal. No tenía nada que hacer ahí.

Me fui a sentarme a un banco, donde estuve mucho tiempo pensando. Encontré una de aquellas cabinas donde ponen libros para que la gente lea si le apetece y luego volverlos a dejar donde estaban. En esa cabina había libros bastantes buenos, sobre todo clásicos. Después de descartar toda la literatura rusa y todos los libros más largos de doscientas páginas —ya que sabía que no me daría tiempo a terminarlo— decidí coger uno de poesía. Neruda siempre me había gustado. De hecho en España solía ser lectura obligatoria en el instituto.

Empecé a leerme el libro. Mi poema favorito era el número dieciocho de la parte veinte poemas de amor y una canción desesperada. Me quede con la parte que siempre me solía inspirar más:

Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.

Te estoy amando aún entre estas frías cosas.

A veces van mis besos en esos barcos graves,

que corren por el mar hacia donde no llegan.

Todo aquello me hacía recordar a mi viejo yo. Todo lo que había pasado en las últimas tres semanas me agobiaban mucho. Pero sobretodo me agobiaba todo el tema de mi padre. Él hacía un año que no estaba aquí, y aún pensaba en él. No quería que nadie me mal interpretase. Quería a mi padre, pero ya era hora de superarlo, y sentía que mamá lo estaba empezando a hacer, y me dolía.

Tal y como decía el poema, lo amaba, pero tampoco estábamos en una película de Blue Lagoon para ver en el horizonte el rayo verde y esperar la parte de esperanza en toda esta historia. Había sido duro que papá desapareciera, pero que me confirmaran que estaba muerto era peor. Mejor dicho, lo daban por muerto, no seguían buscándolo, y eso realmente sí que me daba miedo.

Termine de leerme el libro y debían de ser casi las seis de la tarde. Mamá se preocuparía si no llegaba pronto, aunque aún no me apetecía. Me iban a acribillar de preguntas, así que encendí el móvil y le envíe un mensaje a Fiona. Como no ella me había llamado siete veces, Mike también me había enviado algún mensaje, y para mi sorpresa, Caleb también me había llamado.

Mamá, estoy bien, no te preocupes, estaré ahí para cenar.

Creí que con esa línea todo estaría bien, y como no, para mamá, todo le bastaba.

Estuve un rato dando vueltas por la playa, cuando ya empezó a anochecer, y me di cuenta de que me estaba quedando sola en la playa. Fui a por un café. Y cuando termine de beberlo me fui hacia el parking a por mi moto.

Durante los veinticinco minutos de viaje no sabía bien qué pensar. Cómo me recibirían. Me había ido en media pelea entre Mike y Sofía, y sabía que eso no podría terminar bien. Al menos tuve la suerte de encontrarme un accidente en la carretera que hizo que tardara un poco más. Durante esos cinco minutos estuve pensando en cambiarme de la moto al coche, pero después no sabría qué hacer con ella. Cuando pisé la casa me encontré con Fiona y Mike esperándome en el porche. —creo— aunque estaban riendo y parecía que se lo pasaban en grande. Sofía y Diego ya no estaban ahí, aunque era obvio, hacía unas seis horas que me había ido de casa, y no me apetecía tener la conversación. Cuando me vieron aparecer dejaron de hacer lo que estaban haciendo, y Will y Kate también salieron a ver qué pasaba. Jo vino corriendo a abrazarme, y no entendía nada.

—Chicos solo he estado un rato fuera.

—¿Un rato? Toda la tarde y sola. —me dijo Jo.

—Estoy cansada creo que me subo a dormir, no tengo hambre. —Jo me sonrió nada más.

Supongo que ahí no estaban acostumbrados a que la gente saliera sola. Me gustaba pasar el tiempo sola, y si eso no lo podían entender pues no quería tener tanta relación. Ni siquiera mamá se preocupo por mí. Estuve duchándome un rato, cuando salí hacia mi habitación. Solo llevaba una toalla puesta y no me di cuenta de que la cortina estaba quitada, cuando me di cuenta de que Caleb estaba observando desde su habitación. Hasta que se dio cuenta de que lo había visto, y cerró su cortina corriendo. Al minuto mi móvil estaba vibrando, cuando lo cogí vi que era un mensaje de él.

Lo siento no quería mirar. Buenas noches. C

Estaba atónita. Había firmado el mensaje con un C de Caleb. Fue increíble. Cada día era más interesante, y después de haberme puesto el pijama, con una sonrisa tonta, me quede dormida, sin pensar, que mañana sería lunes, y tendría que volver a enfrentarme a aquello que más odiaba: La realidad.

INCANDESCENTETahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon