Capítulo 14 - Encierro

771 186 41
                                    

🦇 Antes de empezar: Además de la imagen de arriba, cada capítulo tiene un audio por si lo quieren escuchar al tiempo que leen. Solo hagan swipe izquierda en cada imagen y den play al video.

Sus sentidos, aunque disminuidos por ese estúpido metal, le ayudaron a reconocer los lugares por donde pasaban

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sus sentidos, aunque disminuidos por ese estúpido metal, le ayudaron a reconocer los lugares por donde pasaban. Minutos después, la camioneta se detuvo. No supo cuánto tiempo pasó ahí hasta que las puertas se abrieron. Los cazadores la sacaron con facilidad.

—¡Déjenme! —demandó, pero ellos solo la miraron con disgusto.

—¡Cállate asquerosa chupa-sangre!

—¡Vuelve a decir eso de nuevo y vas a extrañar tus dientes! —vociferó Catrina, pero el chico la golpeó en la boca.

—Eres solo una alimaña y...

No terminó de decirlo cuando recibió una patada en una de sus partes más débiles. El chico dio un grito agudo y cayó al piso jalando aire.

—¡Debían amarrarle los pies! —indicó otro de ellos enfurecido. Tomó una de las cuerdas de su bolsillo, forcejeó contra las piernas de Catrina y las amarró —. Ahora, silencio —volvió a decir, tomó a su prisionera y se la echó al hombro como si fuera un costal de patatas.

—¡¿Cómo te atreves?! ¡Suéltame! ¡Esto no se va a quedar así! ¿Cómo pueden golpear a una chica? ¡Malditos abusivos! —gritaba Catrina mientras llegaban a una calle conocida y entraban a un parque cubierto por frondosos árboles.

Era el túnel.

¿Por qué tenía que siempre terminar ahí?

Se adentraron hasta un lugar lleno de basura, todo tipo de olores se apresuraron a entrar en su nariz. Vidrio, ceniza, cáscaras de fruta, sangre, filtros de café, aluminio, frituras viejas, pañales usados, botes sucios, latas de refresco oxidadas, madera vieja y cascos vacíos de cerveza.

Se detuvieron en seco, el cazador arrojó a Catrina al suelo y aunque aterrizó encima de vidrios, su ego fue el que sufrió más daños.

—¡SOLO ESPERA A QUE ME LIBERE! —vociferó ella mientras observaba a otro chico quitar un poco de tierra del suelo, hasta dar con un aro de metal. Tiró de él descubriendo unas escaleras. Todo adentro estaba impecable y bien iluminado.
Le entró pánico. Si le mostraban cómo ingresar a ese sitio "secreto", su intención no era dejarla ir con vida.

No solo eso, detectaba un aroma familiar, el lugar estaba saturado de vampiros. Transitaron por varios pasillos hasta llegar a una puerta con bastantes candados. El cazador la tiró nuevamente al piso y comenzó a abrir las cerraduras en orden.

—HIJO DE TU PU...

Pero antes de terminar, recibió una patada en el estómago, peor que los otros golpes. La volvieron a cargar y entraron. Era un cuarto con celdas conteniendo a todos aquellos sobrevivientes al incidente del bar. Ellos miraban ferozmente a los acompañantes de Catrina. Uno de los cazadores se picó el dedo con una daga, pintó una línea frente a la puerta del calabozo para abrirla, la arrojaron, cerraron y se retiraron. En todo el proceso ningún vampiro intentó salir. Alguien se apresuró y desató a Catrina con unos dedos habilidosos y un tipo de hilo hecho del mismo metal. Era una chica, la reconoció del bar, había estado cerca de la banda cantando.

𝓒𝐚𝖙𝗿ǐղ𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora