Catrina, una adolescente de 15 años, se adentra en un parque abandonado encontrándose con un extraño que cambiará su vida... o su muerte.
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Advertencia: Puede incluir temas de violencia no aptas para personas sensibles.
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17/marzo/2004. Tengo miedo. He pensado en todas mis opciones y no sé en qué podría terminar si alguien controla aquello terrible que se contiene en mi sangre.
Quería ser optimista, quería luchar, pero mientras más aprendo sobre este mundo, sobre mí y nuestros enemigos, ¡más colapsa mi confianza!
Me aterran los métodos que usarán para llegar a eso, Jack me ha contado un poco de la Corte. Creo que me reveló lo menos impactante y, aun así, me horrorizó.
Pienso en mi familia y amigos, incluso Jack está en la línea de fuego.
Estos días hemos vivido juntos y aunque no ha sucedido nada desde ese beso, mi percepción de él sigue cambiando. Puedo ver cómo se esfuerza por entrenarme y hasta por entretenerme solo para hacer la situación un poco mejor.
Tras contarle un poco sobre la escuela y cómo extrañaba aprender, contrató un tutor. Me ha escoltado a ver a Mina para tener alguien con quien hablar cada que se me antoja. Me deja decidir qué hacer y a dónde ir todo el tiempo sin decir una palabra, actúa como mi guardaespaldas y se lo toma muy en serio. También lo veo planeando cosas que él piensa me gustarían.
Siempre recordaré el día que se le ocurrió llevarme a la feria itinerante a unas cuadras de aquí. El ver su rostro con cara de aburrimiento perpetuo mientras estábamos girando de cabeza en un tipo de martillo mecánico fue tan gracioso que yo no podía dejar de reír. O cuando me sostuvo el cabello al vomitar porque, según yo, el algodón de azúcar no me haría daño... vaya que puedo ser necia. En mi defensa, olía tan bien que no iba a aceptar una negativa.
Todo eso ha sido lindo y siempre lo tendré en mi corazón, pero no puedo ignorar la realidad. El pánico me invade.
He pensado mucho desde aquel día que le robé el pensamiento. Ya no tengo deseos de venganza. No hay forma de que yo lo mate si no soy obligada por el demonio y eso me da un augurio terrible.
Si desaparezco, terminaría con todo de una vez. Nadie tendría que sufrir.
Saldré al sol. Jack duerme, le pedí que tomara su cama al menos por hoy porque me quedaría leyendo y cerré su puerta. Seré silenciosa y no podrá detenerme.
Catrina cerró su diario. No lloraba, ya había muerto una vez, el miedo a lo desconocido ya se había esfumado. Recordaba solo paz y eso le daba consuelo.
Se levantó, se cubrió con el edredón que había puesto en el sillón, abrió la puerta y la cerró de inmediato tras ella. Todo con extremo cuidado para no hacer ruido.
