Capítulo 3 - La Morte

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En su infancia, Solange y Catrina pasaron horas en ese lugar.
Los juegos fueron los más grandes y más coloridos, sus columpios nunca faltaron y los vendedores de algodón de azúcar y merengues siempre tuvieron los más deliciosos.
Los vecinos estuvieron muy involucrados; plantaron árboles, dieron mantenimiento e hicieron continuas campañas para recoger la basura. Hubo un club de jardinería, y, por tanto, el aroma de fragantes flores y árboles frutales inundó el ambiente por varios años. La vigilancia trabajó las 24 horas del día y cada primer domingo del mes, vecinos y visitantes realizaron eventos con juegos, comida y concursos.

Después de un tiempo y bajo un muy sospechoso movimiento administrativo, el parque, antes público, fue vendido y según contaban los rumores, el dueño murió.
Hubo intentos de devolverle su vida y chispa, pero casi nadie iba ya. El interés de los niños decayó conforme la tecnología, la edad y el aumento del crimen fueron recluyéndolos en sus casas.
Al no ser de utilidad para nadie, con el tiempo se le descuidó.

Los juegos se fueron oxidando. La hierba y los árboles comenzaron a crecer desmesurados, las ramas se entrelazaron cubriendo la mayor parte del cielo.
Tanto locales como visitantes empezaron a arrojar sus desperdicios en los alrededores por falta de contenedores de basura y el común retraso de los camiones recolectores.

Varios de los niños que lo solían frecuentar, ya convertidos en jóvenes, iban a beber o a ocuparse en otras cosas, pues jamás había vigilancia o alumbrado.
Se decía incluso que era un lugar peligroso, ahora más que nunca tras el incidente a unas calles de distancia. Las quejas al respecto por parte de los vecinos se triplicaron, pero nadie hizo nada por cambiar la situación, y para ser sinceros, a nadie le importaba lo suficiente como para ocuparse personalmente porque era un terreno enorme que abarcaba casi cuatro cuadras de largo y dos de ancho.

Catrina se adentró en el parque sin pensarlo. Jamás había hecho caso a los rumores, incluso varias veces fue con Solange a correr en sus alrededores.
Aun después del drástico cambio que había sufrido, lo conocía de memoria. Catrina siempre sufrió una distrofia ocular severa que a veces no la dejaba ver otras cosas fuera de siluetas, así que memorizar caminos era su fuerte.

Sus tacones se clavaron en el pasto y tierra haciéndole algo trabajoso el caminar, pero no le importaba, debía seguir.
No quería llorar frente a sus amigas, no buscaba consuelo en ellas. No entendían, pues Solange les dijo algo muy diferente. Dirigió su rostro hacia arriba para que las lágrimas no se derramaran y le arruinaran el pesado maquillaje. ¿Fue la intención de Solange contarle para que le brindara una solución? ¿Fue un grito de ayuda?

¿Qué podía hacer ella?

¿Acaso aquella iba a ser la última vez que vería a Solange? ¿Qué haría sin su mejor amiga? ¿Por qué no le tenía la suficiente confianza como para decirle qué pasaba? ¿Por qué todo se desmoronaba así?

𝓒𝐚𝖙𝗿ǐղ𝐚Where stories live. Discover now