Capítulo 19 - Linaje

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—Despierta, dormilona —dijo una voz familiar y llena de gracia, Catrina abrió los ojos lentamente

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—Despierta, dormilona —dijo una voz familiar y llena de gracia, Catrina abrió los ojos lentamente. A su lado, acostado como un dios en el suelo, se encontraba Torn—. Veo que te has instalado.

—Yo... —articuló Catrina débil, se sentía en exceso cansada. Hablar se convirtió en un reto.

—Jack me contó todo.

—¿Jack...? —le preguntó con un ojo medio abierto, el otro cerrado.
¡OH POR DIOS! Su corazón latió fuerte al punto de ser doloroso, sintió la adrenalina dotar de vida momentánea a su cuerpo. Recordó aquello que pensó un sueño y se llevó las manos a la boca —. ¿Te contó qué?

—T-O-D-O —le dio un ligero toque en la nariz con el índice—. Todo. Aunque tuve que sacárselo. Lo expuse al sol un rato —comentó Torn con una amplia sonrisa.

¡¿QUÉ?!

—¿Lo sacaste al sol? ¡¿Cómo está?!

—Perfectamente, solo con unas cuantas quemaduras. Nada grave.

Según lo que había oído en los calabozos, el sol era no solo la única forma de terminar con cualquier vampiro, sino también la más dolorosa y la que no dejaba residuos molestos.

—¿Cómo es que tú... y él? —preguntó Catrina antes de desparramarse. Era como si su fuerza se hubiera ido y la gravedad estuviera de vuelta en su contra intentando fijarla al diván. Era demasiado para ella. ¡Era demasiado para los primeros segundos del día! ¿Qué era lo equivalente al café en vida vampírica?

—¿No somos ceniza? Muy fácil —explicó Torn tomándose su tiempo, como si quisiera dotar de más dramatismo a su relato—. La luz del sol no me afecta a menos que me quede más de siete horas. Jack aguanta alrededor de treinta a cuarenta minutos. Lo expuse unos veinte. No nos sucedió nada, pero mira, si te fijas bien traigo un muy buen bronceado— añadió extendiendo el brazo viéndose la piel, que a decir verdad estaba más roja encendida que bronceada, dándole un aspecto de camarón. Incluso en el rostro llevaba marcados los lentes oscuros.

Un sujeto entró en la sala desde la cocina, limpiando cada rincón. Le sonrió de forma educada y continuó con su labor. Podía notar que era humano. Llevaba brillo en los labios, mini shorts y una playera deportiva ceñida a su cuerpo trabajado. Parecía un bailarín, pues sus piernas eran especialmente musculosas.

—Un ghoul, no te fijes mucho en él. ¡Buen trabajo como siempre, Georgie! —dijo Torn.

—¿Ghoul?

—Un sirviente para los vampiros, si lo hace bien puede que lo transforme. Ni una palabra a los cazadores, primor —le mandó un beso a Georgie.

—¿Si lo hago bien? ¡CARIÑO, quisiera verte durar un día sin mí! —contestó Georgie—. No me tientes.

𝓒𝐚𝖙𝗿ǐղ𝐚Where stories live. Discover now