Capítulo 5 - La Sombra Fúnebre

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Vértigo.

Un aguijoneo se repartía por su cuerpo fatigado, iniciando por el cuello, donde dos hendiduras profundas punzaban contorneadas por mórbidos moretones.

Locura.

El dolor incesante iba in crescendo, se escurría cual sudor frío hasta los débiles espasmos de su corazón.

Su estómago se contraía violento, pero no más que sus pulmones, los cuales pedían por aire que no era concedido.

Su oído despertó en un disparo.

Sus quejidos resonaban por toda la caja en la que yacía atrapada. Un sonido hueco y perturbador en cada rebote. Le llegaron fragmentos de lo que había pasado antes de llegar ahí. Aromas vastos y substanciosos; sangre, antiséptico, acetonas, látex, vendas, lejía y detergentes. Una sala blanca y fría donde yacía rodeada de silenciosos hombres de blanco y azul con miradas perdidas. Máquinas pulsando y la escalofriante estática.

Una sed terrible se hacía presente.

Catrina trataba de evocar su sueño mientras permanecía con los ojos cerrados, no sabía con certeza si había sido agradable o una pesadilla.

Fue inútil. Todo se esfumó.

Intentó girarse, pero había algo mal.
Las texturas que la rodeaban, el aire que no circulaba; después de pensarlo un poco, se dio cuenta de que no se encontraba en su cama.

Abrió los ojos y miró detenida a su alrededor. Aunque oscuro, vio a la perfección cada centímetro de tela envolviéndola. Del susto se levantó en un impulso, pero algo tronó, se quejó con un gruñido y se dejó caer de nuevo mientras ponía una mano en su cabeza.

Era una especie de caja acolchada, justo de su tamaño.

¿En dónde se había metido?

El golpe con su cabeza pareció tronar el material, de forma que un haz de luz se filtró y bañó su piel con una luminosidad tenue. Con las yemas de los dedos arrancó un poco de tela para ver mejor el punto brillante.
Pasó su mano por la abertura, era un tipo de madera muy fácil de romper.

Consideró otras opciones para su salida, no deseaba quebrar aquella caja sin saber a quién pertenecía o qué era en específico.

Gritó por ayuda durante un buen rato, pero nada sucedió. No podía explicarlo, pero sabía con certeza que dos personas y dos perros, caminaban muy lejanos a ella.

Se asomó por el pequeño agujero, algo parecido a una placa de concreto, no la dejaba ver más allá. Sintió algo de pánico. ¿Qué tal si la habían secuestrado? Sus sentidos estaban disparados, probablemente también la habían drogado.

𝓒𝐚𝖙𝗿ǐղ𝐚Where stories live. Discover now