Dos, una mera ficción. Un limbo ocaso.
¿Alguien será posible de acabar con ello? ¿Serás posible de acabarlo por mi?
Eso y muchas más promesas por cumplir.
Vive con el pasado. Vive el presente en compañía de alguien más y apoyaré siempre.
Cree en ti...
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Cada vez que miro este pasillo me pregunto porque aún tiene aquel pasto verde y posiblemente dañado. Arranque una pequeña parte de el para comprobar si mi teoría era correcta.
-Esta muy bien cuidado... -guarde aquel tallo pequeño en mi bolsillo por si algo.
Me di cuenta que me separé de ellos dos así que avance un poco solo para encontrar algo realmente loco.
-Wow.. -camine en dirección a donde se encontraban, Shuichi me regañó un poco por separarme de ellos pero eso no importa ahora.
-¿Acaso eso es un aula definitiva? -hablo un ¿Androide?, Oso de peluche o una osa de color rosa.
-¡Se supone que lo íbamos a anunciar a lo grande! -esta vez hablo un oso del mismo tamaño, color amarillo o mostaza y usaba lentes redondos, no pude evitar recordar la película del hechicero de la cicatriz.
Kaede confundida pregunto el origen de aquellas sala, aún no me había dado cuenta de que un aula tenía la entrada con un diseño de piano y notas musicales, creo que ahora entiendo la situación.
-¡Claro! Cada uno tiene vuestra aula, está en concreto es la aula de la pianista definitiva. -hablo otro oso, está vez era rojo y parecía un ninja.
-Aunque algunas por no decir la mayoría aún están ocultas. -esta vez hablo otro de ellos con un diseño más metalero.
Entre ellos hacían una leve discusión, note que el verde no hablaba mucho lo cual era muy extraño, parecía un cilindro de gas.
-Espera. A ti no te hemos visto. ¿Quien eres? -menciono el azul. -pues nosotros somos ¡Los jóvenes monokuma!. -las voces que he oído hace un momento cuando todo esto inicio.
-¿Ustedes fueron los que escuche al inicio de todo acaso? -pregunto mientras me agache a su altura para contemplarlos un poco, por instinto propio toque al azul el cual rompió su guitarra en mi cabeza, un quejido provino de mi, menos mal la guitarra era pequeña. -Un modelo como ese es extremadamente caro... -menciono mientras sostenía mi cabeza.
Una gota de sangre cayó al suelo, era tan espesa pero tan clara, posiblemente una cuerda . Saihara se acercó a mí y me ayudo a levantarme. -¡E-estas bien! ¿Te duele algo?
Sentí sus dedos sobre mi cabeza dándome un par de toques para revisar el área de la cortada, menos mal no era grave.
Si esto fuera un fanfic iniciaría completamente mal. La escritora posiblemente nos odia, ¿No lo crees?
-¡Te prohíbo que me toques! -grito el aún con su guitarra en el aire. En ese momento la de rosa decidió hablar. -Lo más posible es que te haya hablado nuestro padre...
-¿Padre?, ¿Acaso otro oso de colores? -cuestiono Shuichi a los cinco.
Resignados decidieron huir mientras o lo más posible le daban una pálisa a ella. Me siento algo culpable por eso.
