CAPITULO 78

51 4 0
                                    


                                                                                                                                             Noviembre 11, 17

-¿Qué haces aquí? – Continuó tapándose como si tuviese frío. Que por supuesto que afuera hacia un poco de ello. Aspiré el aire a nuestro alrededor. ¿Acaso tenía sentido esa pregunta? ¿Qué más podría yo hacer aquí, en mi casa? Fruncí mi ceño.

-¿Qué se supone que debo hacer aquí, en mi propia casa?

-¿Se te acabaron las vacaciones? – Me escudriñó con la mirada.

-Necesitaba regresar.

-¿Por qué? – Quise saber que pasaba, pero me interrumpió. –Sabes, prefiero no hablar. – Su intento de levantarse fue nulo.

-Déjame ayudarte.

-No... - vociferó. No obstante, como toda mujer que quiere hacerse la fuerte frente a todo macho, y no es mentira, la diferencia es que la mujer es fuerte carácter y eso es algo de alabarse. Pero su terquedad no la iba a llevar a ningún lado, necesitaba que la ayudara a ponerse en pie y ella se negaba. Hasta que casi resbala.

-Suficiente. Voy a levantarte y llevarte a la cama, lo único que requiero malditamente, es un baño e irme a mi cama a descansar, porque sencillamente, estoy cansado. – Finalmente, se dejó levantar por mí y la llevé a la cama. Inmediatamente se alejó de mí y terminó dándome la espalda. Bufé y me fui a hacer lo que tenía pensado hacer en cuanto llegué. Un baño y un maldito vaso de whisky, el vino sería para otro día.

Desperté con la cortina que estaba completamente corrida, pero los rayos del sol no se encontraban en el cielo, pues las causantes de que no haya salido eran las nubes oscuras que cubrían el cielo de unos tonos grises y negros. Eso dejaba claro que el día sería lluvioso. Des perece mi cuerpo y voltee a ver el reloj de la mesita de noche. Once con cuarenta y cinco. Demonios, era la primera vez que dormía tanto en mucho tiempo. La cama a mi lado estaba vacía. No podía esperar menos. Ni siquiera el perro fiel, tal vez ya le era más fiel a mi esposa por haberlo abandonado tanto tiempo. Me levanté y decidí bajar con ni más ni menos que con mi pantalón de chándal. Es sábado casi al medio día y honestamente no creo hacer nada. Tal vez use la piscina del gimnasio. Lo que más deseaba ahora era descansar de doce semanas de arduo trabajo. De lunes a domingo, de madrugada a madrugada. Cuando llegué a la parte de abajo, la puerta principal se encontraba abierta, los perros ladraban y se escuchaban correr. Lejos, frente a la puerta, tres hombres, Paul el chofer y mi esposa, creaban la escena de despedida, uno a uno se montaban en el auto. El último hombre con apariencia de italiano, caucásico, con chaqueta negra y lentes en mano. Abrazó a mi mujer cariñosamente, en el lapso exacto de la separación, tomó su rostro con ambas manos y le planto un beso... ¡En los labios! Maldito cabrón. Cruzó mirada conmigo, e inmediatamente supe que todo el tiempo se dio cuenta que yo los observaba. Irlanda por otro lado reía y la escuché decirle "Tonto". El hijo de puta sonrió ante mí y rápidamente subió al auto, que en cuanto cerró la puerta se puso en marcha.

Caminé directo a la cocina para que no viera que les estuve prestando atención. Definitivamente me encabronaba que otro hombre hubiese puesto sus labios en los de mi esposa. Es que solamente yo la besaba, solamente yo la tocaba. Ella es solo mía. Bufé y tomé el mango de la taza con café al punto de estrangularlo. Al punto de arrojar la taza en el cristal de la puerta corrediza del jardín. Le di un sorbo al café. Como quisiera que esto fuese whiskey en las rocas. Aunque estuviese cargado como gusta tomarlo. Se me tensaron los músculos del cuerpo, me daba rabia que tres hombres hubiesen estado por casi un mes en mi propia casa. La voz de mi esposa cada vez se hacía más fuerte, hasta que la sentí en la misma habitación que yo. Abrió la puerta del jardín a los perros. El cachorro se me acercó lamiéndome los pies.

Entre sueños y ... ¿mentiras?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora