CAPITULO 72

70 4 0
                                    

Llegué al trabajo con el maldito cachorro caminando detrás de mí. Los aullidos del animal cuando me subí al coche para venir a la empresa, me volvieron loco, no cesaba su llanto demasiado chillante. No hubo otra manera que subirlo al auto conmigo y traerlo a trabajar. Gracias a Jason que lo había aseado en la madrugada, aun no le había dicho a mi esposa si íbamos a conservarlos. Y si fuéramos a hacerlo, tendríamos que hacer visitas al veterinario continuamente. Le dije a Jason que regresara a casa por cualquier cosa y regresara más tarde por mí. Y es de esa manera en la que yo cargo con mi desayuno y la del perro.

Toda la comitiva de mi empresa estaba enamorado de la bestia diminuta que me seguía a todos lados. Pero en cuanto me miraba y yo los miraba a ellos, continuaban haciendo su trabajo. Estaba bien que hubiese sido condescendiente con un cachorro, sin embargo, eso no significaba que perdería control con mis empleados, o demás personas.

Por fin llego al piso de mi oficina, al área de presidencia y sala de reuniones.

-¡Ah, por Dios! Es lo más tierno que he visto. – No tú, Ashley.

-Entra a mi oficina. – Abrí la puerta para ella, pero hasta el perro era caballeroso, porque esperaba junto a mí. Cerré la puerta tras nosotros y por fin obtuve sentarme en mi silla de Godínez.

-Es gracioso verte con un cachorro. Jamás te tomé por un tierno y cursi ¡Hombre de las cavernas, CEO! – Se rio. –Pero déjame decirte que esto es más sexi que nada. – Iba a pasarle todo esto, solo por ser la mejor asistente que he tenido. No digo que Amanda no haya sido buena, lo fue en su momento. Nunca rebasó un nivel como este, y Ashley se había ganado mi confianza en un abrir y cerrar de ojos. Me ha demostrado mucho en pocas semanas.

-Cierra la boca. Y repasemos la agenda del día de hoy. – Sonreí para mis adentros, y creo que también ella lo hizo.

La tarde transcurrió algo lenta y por fin había llegado la hora de salida. Desayuné junto con el perro y mi asistente. Lo saqué un par de veces para que hiciese sus necesidades, Ashley también se ofreció a sacarlo cuando estuve en medio de una reunión; que sí, obviamente, el cachorro me siguió hasta ahí. Se puso a ladrar como un loco, cuando casi cerraba un trato. Fue ahí cuando la señorita Watson fue a mi rescate y lo saco de ahí. Pero como un hombre recto, egocéntrico, duro y con carácter, fui profesional y un CEO con los malditos turcos. Claro que, si me miraron raro, no me inmuté a que fuera un payaso frente a ellos. Con la pequeña bestia soy uno y con ellos soy otro. A las cinco en punto, salí de la oficina; con el cachorro detrás, y vi a Ashley tecleando algo en el ordenador muy atenta. ¿Es que nunca iba a parar?

-Había dicho que te fueras. – Se sobresaltó.

-Sí. Es solo que...

-Nada. Apaga eso y vámonos. O tu esposo va a odiarme. – Un mensaje en mi teléfono saltó al instante. Jason esperaba en el estacionamiento subterráneo. Entonces, me giré a verla de nuevo. –Hablo en serio.

-Bien. De hecho ya vinieron por mí.

Cuando bajé al estacionamiento, Jason aguardaba recargado en la puerta del piloto recargado con la puerta trasera abierta para mí. El perro le ladró. Pero porque ya lo conocía. Subió el primero a la parte de atrás. Estaba seguro de que quería despojarme de mi lugar. Cretino. No me quedó más remedio que subir después de él. El auto se puso en marcha y ya anhelaba saber cómo andaban las cosas en casa. No sé por qué me daba la impresión de que mi casa parecería una panadería. Horneaba a lo estúpido.

-¿Cómo la dejaste? – Él sabía que me refería a mi mujer.

-Aparte de que su cocina está a reventar de muffins, - ¡Lo sabía! –ella se la ha pasado del baño a la cama. Lo cierto es que cuando me vine, estaba profundamente dormida. Con todas las fieras en la cama.

Entre sueños y ... ¿mentiras?Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang