CAPÍTULO 28:EL TRATO.

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 1 de septiembre de 2015
Complejo abandonado.
3:33 A.m.

Sergio.

Estamos situados en un pasillo donde apenas pasan hombres de Leticia, me encuentro agachado junto a Z que está herido, Mirella está saturada y dudo mucho que pueda venir a ayudarnos.

—Sergio, aquí se separa nuestros caminos, trataré de resistir todo lo posible para cubrirte las espaldas y vayas junto a Mirella, mi destino ya esta sellado pero el vuestro aun no—habla con bastante dificultad antes de empezar a toser sangre—.es hora de decir adiós, prometeme que a mis hijas y a mi mujer no les pasara nada.

Los hombres de Leticia empiezan a llegar al pasillo donde nos encontramos, disparo a todos los que puedo antes de mirar por última vez a mi gran amigo.

—Espero no verte por el infierno hasta dentro de mucho tiempo.—dice con gran dificultad disparando a los hombres que tratan de abatirme.

Me retiro lo antes posible, pero antes de llegar al final del pasillo les escucho decir que han abatido a Z, corro hacia la enfermería lo más rápido posible abatiendo a todo aquel que no sea de mis hombres, al llegar trato de contar los hombres que aún pueden ayudarme, Mirella me mira por un instante tratando de ver si estoy herido pero al ver que tan solo tengo heridas muy leves vuelve al trabajo. Siendo sensatos, la cosa está bien jodida.

—Mirella hay que irse.—ordeno antes de que un fuerte estruendo haga que toda mi atención se dirija a la puerta.

Una bala impacta en el pecho de Mirella sin haberme dado tiempo previo a reaccionar, corro hacia ella y la sostengo en mis brazos, su mirada se clava con la mía mientras su mano trata de acariciar mi rostro sin éxito alguno, cierro los ojos.

—¡Joder!—grito, está pasando otra vez.

Al abrir los ojos de nuevo Mirella ya no está, Keira me sonríe triste mientras me acaricia la cara, trato de aferrarme a su contacto todo lo posible.

—Cariño, es hora de dejar el pasado atrás.

Me incorporo rápidamente en la cama, las lágrimas se juntan con el sudor que recorre mi cara. Me cuesta respirar, el cúmulo de emociones me está superando, Z, Mirella, Keira, parecía todo tan real. Trato de recomponerme lo antes posible, me pongo un chandal y bajo a la sala de estar donde cojo algo de leña, enciendo la chimenea y seguidamente me preparo un Whisky con varios hielos. Me siento en una silla cerca del fuego antes de darle un trago a mi bebida, saco la bala con su nombre grabado del bolsillo y comienzo a mirarla, le doy un sorbo de nuevo a la bebida hasta terminarla, me levanto de la silla y me acerco a un cajón donde guardo un revólver, lo cojo y vuelvo a la silla.

Lo miro, abro el tambor, meto la bala, cierro el tambor y lo hago girar antes de llevarmelo a la boca. Observo el fuego antes de cerrar los ojos y apretar el gatillo. clack. Al parecer mi destino aún no está sellado.

—Sergio, ¿qué estás hacien...?—se acerca rápidamente, su tono de voz me transmite su miedo.

La miro indiferente mientras me levanto para dejar el revólver en donde estaba, sacando la bala de este y guardandola de nuevo en mi bolsillo, Valeria se acerca a mi con los ojos empañados por las lágrimas.

—Ey, tranquila.—la abrazo, beso su cabeza cuando comienza a llorar, la he descuidado bastante desde que Keira se fue.

—¿Por qué estabas...?—susurra entrecortadamente.

—No te preocupes, no volveré hacerlo tan solo era una prueba.—la abrazo un poco más fuerte.

—Echo de menos a mi hermano, entiendo que no vengas tanto a casa después de lo de Keira pero, no puedes vivir constantemente en el trabajo—lloriquea—.Quiero poder contarte cosas, y que me aconsejes antes de que haga como siempre lo que me da la gana y que luego me puedas decir "te lo dije" o que tenías razón. Quiero que vuelva mi hermano mayor.

Corazón descalzo® [#1] (YA EN FISICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora