12

977 68 28
                                    

Vicious


Hace diez años

Criada rompió con Dean y, por primera vez en meses, sentí que podía respirar. Mi reacción a su relación era irracional, inmadura y completamente inaceptable, pero, aun así..., si yo no podía tenerla, no debía ser de nadie. Y especialmente, de mis amigos.

Dean parecía un poco contrariado, pero no desolado, y siempre que la miraba en el instituto, Trent o Jaime se apresuraban a darle una palmada en la espalda y a recordarle que todo aquello era para bien. Y lo era. Si Criada estuviera enamorada de él, no habrían roto. Pero no lo estaba. Le dijo que no quería darle falsas esperanzas y que él era un buen tipo. Dijo que la situación era demasiado complicada y que lo último que quería era ser la causa de conflictos entre los Buenorros.

A. Buenas. Horas. Querida.

En general, sin embargo, estaba siendo un buen mes. Le habían quitado la escayola a Trent, que iba a rehabilitación para la pierna. Había salido un juego nuevo de Gears of War. Mi padre y Jo estaban en el extranjero —¿Austria? ¿Australia?—, no me importaba un comino mientras estuvieran lejos. Emily estaba de nuevo sola y solemne. Y Dean volvía a comportarse como el fumador de porros divertido que todo el mundo había aprendido a querer porque no tenían otra maldita opción. Pensé que eso significaba que ya la había superado y que había pasado página.


Me equivocaba.

Lo descubrí durante un entrenamiento de fútbol a las cuatro de la tarde un martes, después de las clases. En All Saints, el equipo se entrenaba todo el año. Nosotros éramos estudiantes de último curso y nos graduábamos en solo unos meses, pero alguien tenía que poner en forma al equipo del año siguiente. Estaba haciendo estiramientos estáticos con cilindros de goma junto a una docena de musculosos alumnos de primer año que gruñían por el esfuerzo cuando vi que se acercaba en silencio.

Casi no habíamos hablado desde la fiesta. Le había dicho que había besado a Criada. Por supuesto que se lo había dicho. Pero había omitido el hecho de que ella no me había devuelto el beso, porque eso no importaba una mierda.


Sí, no me había devuelto el beso, pero había querido hacerlo. Todavía quería. La forma en que apretó los muslos, el calor que proyectó su cuerpo hacia el mío, la forma en que abrió los labios y dejó escapar un pequeño gemido. La forma en que sus suaves tetas se aplastaron contra mi duro pecho.

Se le daba fatal mentir, y me deseaba. Y me tendría. Pronto.

Dean tomó uno de los cilindros de goma y se tiró en la hierba a mi lado, imitando mi estiramiento con una estúpida sonrisa en la cara. Lo ignoré. No me gustaba que se hubiera unido a mi grupo. Últimamente, solo nos sentíamos cómodos juntos si Trent o Jaime estaban cerca.

Hello, señor Capullo. ¿Qué pasa?

Resplandecía como el payaso idiota que era. Todos fumábamos, pero Dean era el único que parecía haber salido de una película de Woody Harrelson, con su sonrisa de zumbado y su caótico moño.

Le respondí con una mirada irritada y me encogí de hombros.

—¿Crees que al equipo le irá bien el año que viene sin nosotros? —Me golpeó con el codo en las costillas más fuerte de lo que habría debido.


—¿Estás dándome conversación? Porque yo no hablo por hablar. —Miré al horizonte con los ojos entrecerrados y arranqué unas briznas de hierba. Me sentía inquieto.

secret.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu