Te marchaste

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Te marchaste en una tarde de verano, me dejaste sola, llorando tu ausencia, así que dime ¿Qué hago ahora?, ¿debería conseguir más motivos falsos para hacerme creer que te importo? ¿Debería creer en tus palabras aunque sean falsas?, he de admitir que cuando te marchaste te llevaste una parte de mí, no, no fue la primera vez que me dejaste, mucho menos la segunda, ni la tercera, y cada vez que te marchabas me dedicaba a sentarme en la orilla del muelle a esperar por tu regreso, pero hoy fue la excepción, no fui al muelle a esperarte, me quedé en mi habitación mirando hacia la ventana, la luna me encontró, trató de consolarme con su pacífica luz, y yo, yo la miraba a ella con lágrimas en los ojos y la impotencia en mi cuerpo.

La verdad era dura, pero ahí estuvo todo el tiempo, nunca fui importante para ti, entonces explícame ¿por qué introducirme a tu vida? ¿Por qué hacerlo si no me ibas a amar? Si no me ibas a cuidar como un día lo prometiste, ¿sabes? hubo un tiempo en el que te consideré un guerrero de armadura plateada que afilaba su espada para pelear con aquel dragón llamado adversidad, pensaba que lucharías contra él por mí, que ante cualquier problema tú me protegerías.

Y ahora que ya ha amanecido y han pasado tres días de tu partida, mi herida ha comenzado a sanar, no negaré que te extraño, pero gracias a tu abandono y gracias a que la preferiste a ella antes que a mí, fue que pude comprender que no te necesitaba, ahora estoy por mí cuenta y todas las heridas que dejaste al marcharte se curarán tarde o temprano, ahora que lo pienso es chistoso, si, me dañaste hasta lo más profundo de mi alma pero si no lo hubieses hecho no me habría dado cuenta de que ahora aquella guerrera de armadura plateada era yo y no dejaría que ningún dragón me derrumbase y al mismo tiempo que sano, te recuerdo, recuerdo tus palabras, recuerdo haber confiado en ti.

Y yo que un creí ciegamente en ti, que creí en el amor en tus palabras, que creí que estarías ahí para mi cada vez que lo necesitara, yo que te ofrecí todo de mí, que te quise y te adoré, yo que te puse en un pedestal tan alto que ahora que todo se ha ido, solo me queda el recuerdo de cuando te marchaste en una tarde de verano.

Fragmentos de un corazón rotoWhere stories live. Discover now