xiii. 𝐿𝒶𝓈 𝒸𝒽𝒾𝒸𝒶𝓈 𝓈𝑒𝓇á𝓃 𝓂𝓊𝒿𝑒𝓇𝑒𝓈.

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CAPÍTULO TRECE
❝ Las chicas serán mujeres

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VIERNES, LA INGLESA plachaba y doblaba su ropa como acostumbraba hacerlo en la mañana antes de salir. Había aceptado ir al club de bordado al que fue invitada el día de campo. No estaba muy segura de ir ya que la palabra "soltera" no le agradaba lo suficiente. Había estado pensando toda la noche que decir, como vestir, como saludar, incluso había debatido entre actuar natural o intentar ser "alguien más". Su madre le había dejado en claro que solo debía ser ella misma, pero la castaña no estaba segura de que ello convenciera a las del club. Sabía que temas eran apropiados y cuales no, no quería meter la pata en su primer día.

── ¿Está todo en orden, cariño? ─ inquirió su madre al notar sus nervios en su caminar. ─ Vas a tropezarte.

── ¿Es normal que tenga tantos nervios? Siento que voy a vomitar, ¿debería ir? ─ cuestionó con inquietud. La mujer tomó su brazo relajandola. ─ Tengo miedo de decir algo fuera de lugar.

── ¿Qué podrías decir que esté mal, Magie? Solo sé tú misma, habla de tus libros favoritos, la universidad, no te dejes llevar por lo que la gente dice que está mal, eres una mujer inteligente e interesante, les caerás bien. ─ la muchacha le dirigió una sonrisa a su madre al oír sus palabras, era justo lo que necesitaba escuchar.

── Gracias mamá, de verdad ─ agradeció para luego darle un cálido abrazo. ─ Bueno, ya debería irme, vendré en la noche.

── De acuerdo, nos vemos, ten cuidado ─ la castaña terminó de despedirse para acto seguido ir por su yegüa y dirigirse a donde se llevaría a cabo el club.

── Margot, si viniste ─ dijo Prissy Andrews impresionada. ─ Pasa, por favor.

── Es un regalo de mi madre, espera que sea de su agrado ─ informó extendiendo el pastel de manzana que su madre acababa de hornear. ─ Bien, ¿puedo tomar asiento? ─ indagó ganandose la afirmación de las presentes.

── ¿Sabes bordar? ─ preguntó una mujer sentada a su lado y esta negó un poco intimidada.

── ¿Es un problema? ─ curiosó nerviosamente al notar la sonrisa de las mujeres a su alrededor.

── Por supuesto que no, el problema es que la gente piense que solo servimos para coser, bordar, limpiar y cocinar ─ opinó una mujer pelinegra en frente suyo. ─ Las mujeres somos igual de importantes que los hombres.

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