17 SEBASTIÁN

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- Sebastián hay alguien que quiere verte.

Estaba afuera en la piscina sentado en el césped viendo el cielo, era gris, y ya estaba a punto de nevar, no debería de faltar muchos días para ello.

- No quiero ver a nadie Daniel.

- ¿Ni siquiera a mí? – esa voz, tenía un par de meses que no la escuchaba, pero no me alegraba como lo hacía antes.

Voltee a verla, estaba hermosa, como siempre, sus cejas bien definidas, vestida con una falda de tubo azul marino hasta las rodillas, una camisa de botones blanca y parada firme sobre sus tacones de igual color, su piel blanca cremosa, cabello negro azabache suelto lacio. Me parezco mucho a ella, a excepción de sus ojos, los suyos eran de un marrón claro tipo avellana, y los míos eran como los de él.

- Hola mamá – dije y ella se acercó con una sonrisa.

Lilian Collins era una doctora muy reconocida aquí en estados unidos, teníamos centros de hospitales aquí y en el extranjero también. Mi madre lucho mucho por ser una profesional en esa rama. Cuando salió embarazada de mí tenia dieciocho años, le fue muy difícil estudiar y cuidarme al mismo tiempo, pero supo afrontar la situación y ya cuando yo tenía siete años ella se estaba graduando y con una sorpresa en brazos. Lugo comenzó a trabajar en distintos hospitales hasta que la ascendieron a jefa en el hospital Greatest Humans de california, de allí su desempeño fue tan bueno y el hospital mejoró tanto que comenzaron a llamarla para aliarse con ella y abrir otras sedes del mismo. Ahora está trabajando en uno aquí en Nueva York.

- ¿Cómo estas mi niño? – pregunto sentándose a mi lado y abrazándome por los hombros.

- ¿Por qué no habías venido en todos estos meses?

Dejó de abrazarme y me miró.

- Tengo mucho trabajo Sebastián, no puedo estar viniendo todo el tiempo.

- ¿Ni siquiera para ver a tu hijo?

Se silenció y volteo a la piscina. Mi madre casi nunca estaba en casa, y cuando estaba, yo no. Tiene su propio cuarto y baño en el hospital, la comida la compra en la calle o si no la cocina aquí cuando no estoy. Siempre que llegaba del instituto y quería contarle como me había ido en el día no la encontraba en casa o cuando la llamaba a su celular solo me decía que estaba ocupada y que me llamaba luego, esas llamadas nunca llegaban. Después de un tiempo me dejó de importar que viniera, pero siempre estaba ese vacío, deseaba sentir el calor de sus abrazos, que me diera consejos, pero ella cambio desde ese día.

- Tengo mucho que hacer pequeño.

- ¿Y qué haces aquí entonces? – pregunté con tono molesto, siempre era así.

- Vine a buscar ropa limpia y quería verte aunque sea unos minutos. – volteo a verme y acaricio mi cabello. En su rostro se dibujó una sonrisa – Estas muy atractivo cariño, debes de tener muchas conquistas en el instituto.

Sonreí y a mi mente solo llegó ella.

- Si, pero ninguna me interesa a excepción de una.

- Ay a mi niño le gusta alguien, ¿y cómo se llama? – no estaba seguro si decirle, pero era mi madre, tenía derecho a saber y quería contarle un poco por lo que estaba pasando en esos momentos.

- Se llama...

- ¡Sebas!

Mierda

Mierda

¡Y más mierda!

Natalie entro gritando mi nombre, podía escuchar a Daniel diciéndole que se fuera, pero ella le respondía que me quería ver.

Lo que encontré en tiWhere stories live. Discover now