13 SEBASTIÁN

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   Me desperté con un brazo aferrado a mi cintura, al levantarme me di cuenta que era Natalie, los recuerdo de la noche anterior llegaron a mi mente de repente. Cuando nos montamos en mi coche y ella estaba inclinada hacia mis pantalones, cuando llegamos que entramos en mi habitación, ella arriba de mí a horcadas dándome placer, yo sobre ella penetrándola con fuerza y después de allí no recuerdo lo demás, bebí mucho ayer, no sé cómo pude llegar entero a casa.

Miré el reloj y eran la una de la tarde del sábado. Me levante de la cama para ir por una aspirina, la cabeza me está matando, eché un vistazo hacia atrás donde se encontraba Natalie y consideré en levantarla, pero en realidad no me importaba si se queda allí, tal vez ya me haya ido cuando lo haga.

Me vestí lo más rápido que pude y baje las escaleras de igual forma pero tratando de no caerme. Al entrar a la cocina me encontré a Daniel sentado en la isla comiendo cereales de una taza, con un libro en mano y con ropa de deporte, solo me miro y siguió leyendo.

- Buenos días – fue lo único que dije y fui a buscar un vaso con agua y la aspirina.

- Anoche no me dejaron dormir bien. – dijo serio y se llevo una cucharada con cereal a la boca – Para la próxima dile a Natalie que no grite tanto, se que a muchos les excita eso, pero para otros, les resulta muy molesto e irritante oír sus asquerosos gemidos.

Trate de no reír así que solo voltee y lo mire con una media sonrisa.

- Ok, lo tendré en cuanta.

- Hoy me encontré a Valentina cuando fui a trotar.

- ¿A sí? – dije mientras me tomaba la aspirina.

- Si, estaba con un chico. – Casi me atraganto con el agua, pero traté de disimular que no pasaba nada – Se veía muy contenta, como si le gustara o algo – dijo con una media sonrisa y cerró el libro para mirarme – ¿Por qué tienes esa cara?

- ¿Cuál cara?

- De enfado, como si estuvieras celoso. – su tono de voz era tranquilo – No deberías estarlo, anoche estuviste con Natalie, no habría porqué importarte si ella se dé una oportunidad con otro.

- No estoy molesto, deja de decir estupideces. Voy a salir, si Natalie me busca dile que se vaya a su casa – salí por la puerta de la cocina y busque mis llaves.

Ya en el auto lo puse en marcha e imágenes de Valentina junto con ese chico que no se quien coño es vinieron a mi mente ¿Lo habrá besado? ¿Habrán follado? ¿Le gustara él? No, no, eso no puede pasar, ella es mía, no puede estar con nadie más que no sea yo. (¿Y crees que estará con alguien que la trata como una mierda como lo estás haciendo tú?) Me recordó mi subconsciente y no podía negarlo, no podía ser tan egoísta y decir que ella me pertenece cuando aún no se lo que ella siente y tampoco lo que siento yo.

Me dirigí a su casa, quería hablar con ella, no sé qué le diría, pero al menos podría verla y tratar de pedirle perdón.

Toque la puerta un par de veces al igual que el timbre, pero nadie contestó, cuando estaba a punto de darme la vuelta abrieron y me lleve una sorpresa al ver al hermano de Valentina con el cabello despeinado y con los pantalones medio caídos y sin abrochar.

- Ho-hola Sebastián ¿cómo estás? – dijo nervioso y se me escapo una sonrisa.

- Bien, gracias, vengo a ver a tu hermana – asintió con la cabeza y me cedió el paso para entrar.

- Claro, ella no está pero siéntate, no tardare mucho, ya vuelvo.

Subió las escaleras y yo me senté en el sofá mientras miraba mi celular. A los pocos minutos bajo una chica pelirroja que estaba muy buena y él detrás de ella mirándole el culo.

- ¿Cuándo nos volvemos a ver? – pregunto ella rodeando su cuello con los brazos y dándole pequeños picos en los labios.

- Yo te llamo – le dio un beso y ella lo soltó.

- Eso espero, de verdad – Gabriel le abrió la puerta y se dieron un último beso antes de que se fuera.

Cuando volteó a mirarme solo me sonrió apenado y se sentó en un sofá que había en una esquina de la sala.

- No te voy a negar lo que estaba haciendo porque me imagino que ya lo sabes – dijo y no pude evitar reír.

- Tranquilo, somos hombres, tenemos necesidades – se rió un poco y la tensión que sentía bajo un poco.

- ¿Y porque viniste a ver a mi hermana?

- Solo quería hablar con ella un rato, pero como no está creo que será mejor que me vaya – cuando iba a levantarme Gabriel hizo un gesto para que volviera a sentarme.

- Sebastián quería preguntarte – hubo un silencio y se puso serio – ¿Qué intenciones tienes con Tina? – creo que me va a toca tener la típica conversación que se tiene con los padres, pero esta vez con el hermano y sin ser nada de nadie.

- Bueno Gabriel, primero: quiero aclararte que entre tu hermana y yo no hay nada, somos solo... amigos - ¿Por qué me siento raro al decir esa palabra? -; y segundo: tu hermana no siente nada por mí.

- Mira, no soy ningún experto en esto del romance ya que yo tampoco soy mucho de tener relaciones de noviazgo y ahora es que estoy comenzando una después de mucho tiempo – creo que a pesar de todo este chico me entiende un poco y es un poco raro si me lo preguntan –, pero sé que mi hermana siente algo por ti, note como te miro ese día que nos conocimos y ella nunca ha mirado así a nadie – baje la mirada ¿podría ser verdad? –, y también sé que tu sientes algo por ella – levante la cabeza de golpe.

- ¿Por qué piensas eso?

- Porque sé cómo se ve un hombre cuando le gusta alguien, y a ti te gusta mi hermana, pero no lo quieres aceptar.

¿Podría ser verdad? ¿Podría estar sintiendo algo por ella?

- Y de una vez te digo que si llegas a hacerle algo a mi hermanita o si quiera me llego a enterar de que ella ha llorado por ti te partiere uno a uno los huesos de todo el cuerpo – dijo mirándome a los ojos y con una ceja lazada.

- Mensaje recibido – afirme rápidamente con un poco de miedo, su tono de voz me daba a demostrar que no estaba jugando con lo que estaba diciendo.

- Bueno ya aclarado todo, ven tengo cerveza, te invito una.

Pasé todo ese rato con Gabriel hablando de cosas sin sentido. Me contó que se fue a la universidad y que no había vuelto en cuatro años, que penas había regresado ese día que nos conocimos, que se graduaba dentro de unas semanas y que pretendía que Valentina fuera con él. Cuando Gabriel hablaba de su hermana lo hacía con una adoración que envidiaba demasiado, cuanto me encantaría poder ser él. 

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