11 VALENTINA

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  Dieciocho, diecinueve, veinte cortes, mi brazo estaba lleno de cicatrices que aún no habían sanado, todos los días eran cortes nuevos. Estas tres semanas han sido un infierno, Sebastián me trataba mucho peor que en un principio, no entendía que le pasaba, pareciera que se le hubiera metido algún demonio, no lo sé, pero está siendo demasiado cruel y agresivo cuando se dirige hacia mi persona.

Después de ese día que lo eche de mi casa pase toda la noche pensando en lo que le había dicho, le conté mi historia familiar, como me sentía cuando mis padres no estaban, como era sentirse estar sola, y cuando dijo que él estaba para alegrarme los días me sentí tan feliz, eso significaba que le importaba de algún modo... pero cundo dijo que al fin y al cabo éramos amigos, volví al momento de cuando estábamos en el pasillo, recordé sus palabras tan duras, su manera de decir que no éramos nada, y sin darme cuenta una lagrima se resbalo por mi mejilla, cuando me percate de ello la limpie y decidí dar fin a la conversación para comenzar rápido y que se fuera lo antes posible. Estaba muy cabreada, no quería verlo, justo cuando se me había pasado el mar humor tuvo que abrir su gran bocota y arruinarlo todo. Cada vez que me miraba trataba de no hacerlo yo y cuando lo hacía que me sonreía me daban ganas de golpearlo, golpear esa perfecta y hermosa cara.

Cuando terminamos el informe sin ninguna vergüenza lo corrí de mi casa muy educadamente y por lo visto se sorprendió porque se quedó aproximadamente unos cinco segundos sentado en el sofá; cuando estuvo frente a mí el muy descarado intento darme un beso ¿no quería mejor una bofetada?, volteé la cara y me beso la mejilla, trate de que no me afectara sentir sus labios, no lo puedo negar, amaba esos estúpidos labios que hace unos días me habían besado como nunca antes lo habían hecho. Cuando por fin salió cerré la puerta de un azote y subí las escaleras; para tranquilizarme y que la rabia bajara conecte mis auriculares a mi iPod y escuche música hasta quedarme dormida.

Cuando llego el lunes Sebastián estaba muy raro, pero como yo tampoco tenía muchas ganas de entablar una conversación amistosa con él me dio igual su actitud. Cuando defendimos el trabajo y sacamos la mayor nota no pude evitar abrazarlo, a pesar de todo estaba orgullosa de él, defendió muy bien su parte y la verdad que me sorprendió mucho como se desenvolvió cuando lo hizo; pero de la nada me aparto de su cuerpo con brusquedad y dijo que no lo tocara, me le quede mirando en ese momento pero él no lo hizo así que se fue a su asiento. Si estaba molesto porque lo eche de mi casa, en mi defensa... ok no tenía nada, estaba mal y admito que lo trate de esa misma forma, le pediría disculpas, de alguna u otra forma tenía que poner los pies sobre la tierra y estar consciente de que él y yo solo podíamos ser eso, amigos. Me acerqué a él para hablarle pero me ignoraba, lo tuve que tomar por el brazo para que no siguiera caminando pero cuando me iba a disculpar dijo que no lo molestara, que me perdiera. Me quede ahí parada sin entender nada, yo iba a dejar mi orgullo para poder estar bien con él y viene contestarme así, que se vaya al diablo.

Las semana paso de esa misma forma, tratándome muy mal, en una ocasión me pare frente a él, para que no pudiera pasar, necesitaba una explicación coherente del porque esa actitud conmigo tan de repente, pero cuando se lo iba a preguntar me dijo que si no podía dejar de ser un estorbo, que porque no me apartaba de su vida, eso me dolió mucho, así que lo único que pude hacer fue decir que no lo molestaría más, ojala hubiera sido de esa forma.

En todas las oportunidades que había Sebastián me decía algo el cual me destrozaba; hubo una ocasión en el cual nos encontrábamos Isabella, Daniel y yo en la cafetería, estábamos riendo de las locuras que decía Daniel y en ese momento llego Sebastián diciéndole a su primo que no se juntara con la escoria y cuando Daniel le preguntó a quien se refería, él me señalo a mí, Isabella se puso una furia y comenzó a insultarlo, le preguntó qué era lo que le pasaba, pero Sebastián no contestaba.

Lo que encontré en tiWhere stories live. Discover now