Después de la muerte de su padre, Elena Black decide descansar y desaparecer del mundo mágico, dando así un pequeño viaje a un pequeño pueblo en Washintong, y desde que ella llega a Forks, las cosas cambian radicalmente, y más para cierto rubio de o...
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Los días pasaban y ambas chicas se veían un poco más animadas que de costumbre.
Todos podían estar un poco más tranquilos ya que ya sabían como poder mantener alimentadas a ambas chicas y sobre todo el mejoramiento en ambas.
Pero eso no significaba que todo fuera tan bien, Sam seguía esperando una distracción para poder matar a ambas chicas y a los bebes que tenian.
Elena y Bella estaban sentadas frente a frente mientras hablaban constantemente, algo que casi no hacían desde su llegada de nuevo al pueblo.
- ¿De verdad hiciste eso? - pregunto entre risas Bella a Elena.
- Hubieras visto a la cara de sapo - rió mientras la miraba - todo su despacho quedo inundado gracias a mi.
- Nunca te hubiera imaginado asi.
- Hay muchas cosas que aún no conoces de mi Bells.
- ¿Nubca te regañaban por hacerles bromas a los maestros?.
- Si era a la cara de sapo no, técnicamente Fred y George eran los maestros para las bromas.
- Eso es increíble - murmuro con una sonrisa.
- Lo era - sonrió débilmente.
- Nunca me contaste el porque viniste a vivir para acá.
- Fue por mi padre - respondió desviando la mirada - murio un mes antes de llegar al pueblo y no pude soportar la idea de no tenerlo, asi que preferí venir y despejarme de todo lo que sucedía.
- Oh, lo lamento.
- No te preocupes, supongo que ahora puede ser feliz con mi madre.
Edward sonrió al ver a su mujer y su amiga charlar animadas.
- ¿Que tanto hablan? - pregunto sonriendo leve a ambas.
- No te incumbe - le enseño la lengua como niña pequeña la platinada.
- ¿Ya le dijiste? - pregunto emocionada Bella a su esposo.
