Después de la muerte de su padre, Elena Black decide descansar y desaparecer del mundo mágico, dando así un pequeño viaje a un pequeño pueblo en Washintong, y desde que ella llega a Forks, las cosas cambian radicalmente, y más para cierto rubio de o...
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Después de tanto tiempo, por fin había llegado el día de la boda.
Elena estaba demasiado emocionada por aquello, pero a la vez nerviosa. La tuvieron que despertar temprano aquel día (los gritos de su madre fueron los que la levantaron) de Agosto.
Cuando Sirius se despertó, lo primero que hizo fue a sacar a patadas (literal) de la habitación a Jasper para que no la viera. James, Sirius, Harry y Emmett ayudarían al rubio a prepararse para la boda.
La boda decidieron celebrarla en el gran Jardín de la mansión Rosier, donde actualmente vivían Sirius y Phoenix. Todas las amistades cercanas viajaron desde muy lejos (principalmente magos y brujas) para la celebración de la boda.
La señora Weasley estaba terminando de preparar la comida y bocadillos que se darían en la fiesta, junto a ella esta Esme quien admiraba a los elfos (que se ofrecieron a ayudarles) trabajar a una velocidad increíble de la que ella jamás imaginó. Fred y George se encargaban de preparar las sorpresas que habían hecho para los futuros esposos (eso si, no se salvaron de la advertencia de Elena), Bill junto a su padre y Ron ayudaban a armar la carpa por medio de magia.
Y los demás ayudaban en lo que podían y si eran requeridos, Hermione se quejaba de vez en cuando mirando a los elfos atender y ayudar ya que algunos de ellos estaban reacios para aceptar que les pagaran por sus servicios.
Phoenix miraba con una sonrisa a Elena mientras Rosalie la peinaba y Alice la maquillaba, las cuatro hablaban cómodamente y reían por algunas anécdotas que ellas mismas contaban para alivianar la tensión que se había formado.
- Estas demasiado hermosa hija - dijo mientras la miraba con sus ojos repletos de lágrimas, Phoenix estaba tan feliz por su hija, pues por fin logro encontrar su propia historia de amor.
- Mamá, no llores - si ella lloraba, Elena igual lloraría.
- Perdón - se limpió la lágrima traviesa que logró escapar de su ojo - es la emoción.
- Quedaste preciosa - Alice se aparto un poco para que ella pudiera ver su propio reflejo, y la verdad era que si estaba hermosa.
Aquel recogido de dos trenzas con su cabello chino y unos mechones rebeldes era el peinado, Rosalie había atinado a lo que ella quería; y estaba agradecida.
El maquillaje eran colores neutros, lindos y no tan resaltadores. Alice había escogido los colores junto a Esme y todo había quedado hermoso.
Elena sonrió observándose por el reflejo del espejo, observando las sonrisas que compartían las 4 mujeres en aquella habitación.
- Iré por tu padre - avisó para salir de la habitación.
- Tenemos que sacar los vestido ya - Alice se acercó con emoción mientras sostenía el forro que cubría su vestido de novia.
