Capítulo O3 💤

1K 140 120
                                    

Nueva versión

Estar consciente en mis sueños es lo mejor que me ha pasado en los últimos días, y sobre todo, recordar todos los detalles del sueño.

Las emociones que siento en el sueño, son tan fuertes que las siento aún cuando me despierto.

Y esta vez; no es la excepción. Me parece algo magnífico despertar en un escenario diferente en cada sueño, es como viajar por el mundo con ella. Solo nosotras dos.

En esta ocasión no sé en qué parte del mundo estamos, pero de lo que estoy segura, es que es uno de mis momentos favoritos de los que hemos pasado juntas hasta el momento, y eso que son muchos.

Vamos en un carro, por motivos del destino ella sabe conducir, aunque afirma no saber hacerlo en la vida real, que es un asco para hacerlo y que en una ocasión, casi choca el auto de su madre.

Pasan varias canciones por el estéreo, no tengo ni la más mínima idea de cuál es su nombre, ni quien es el artista, pero me están gustando demasiado.

Al parecer ella si las conoce porque canta cada una de ellas, debo admitir que se ve muy adorable cantando sin afinación, y sí, me estoy riendo de ella, pero no parece importarle, tan solo se está dejando llevar por el momento.

Se va sonrojando lentamente cuando mi risa aumenta, en verdad estoy disfrutando esto. Hace mucho no me sentía tan feliz, tan viva.

Duele saber que esto no es real.

—Vamos, canta conmigo, —hace un lindo puchero—. No te vas a morir por cantar, eh.

—Lo haría, —confieso. —Pero no sé la letra de ninguna.

Ella me ve como si me hubieran salido dos cabezas, ¿qué hice?

—No te creo, pero como quieras, —dice calmada y sigue cantando—. Solo déjate llevar, anda.

Rio y hago lo que me dice. Al final si me dejo llevar por la melodía, la letra sale de mis labios por si sola. Como si la letra hubiera estado en mi cabeza todo el tiempo, pero solo era cuestión de activarla.

Cantamos como si estuviéramos borrachas, y mientras más nos adentramos a la carretera nos damos cuenta que si vamos a un destino en particular, así que sigue conduciendo.

El atardecer se está poniendo y yo lo observo en silencio, se ve de otro mundo. Quisiera poder tener mi celular para tomarle una foto y que este momento lo tenga capturado por el resto de mi vida.

Y tal vez, solo tal vez, tomarme una foto con ella.

En un momento dado llegamos a una playa hermosa, se ve tan surreal que quiero quedarme a vivir aquí, no quiero regresar al mundo real.

Ella se baja y yo la sigo como niña pequeña, vemos el mar y el atardecer, me toma de la mano, como es su costumbre y disfrutamos del momento, las palabras sobran en este momento.

—Hay algo en el carro, ¿puedes traerlo?, —me pide.

Le quiero reprochar y decirle que si lo quiere que vaya ella por esa cosa, pero mis piernas le obedecen, como si nuestra historia ya estuviera escrita y aunque quisiera, no puedo cambiar el guión. Me encamino al carro por la dichosa cosa que quiere.

Al parecer es un teléfono... mi teléfono.

¿Pero qué hace esto aquí?

Se lo doy y me sonríe en forma de agradecimiento.

—Ven, vamos a tomarnos una foto, —me pide.

Sin siquiera detenerme a pensarlo, me acerco más a ella para tomarnos la foto.

La chica de mis sueñosWhere stories live. Discover now