Capítulo O4 💤

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Nueva versión

Observó a mi alrededor, buscando a la persona que siempre está en mis sueños. No la encuentro en ningún lado, ¿qué pasa?

El lado bueno acá, es que estoy en Italia, lo sé por la torre inclinada que está junto a mí, pero no sé por qué estoy soñando con esto, ¿son señales de algo?

De la nada, siento como unos brazos me rodearon desde atrás, me levanta levemente y da unas pequeñas vueltas. Me causa risa y automáticamente mi cabeza va hacia atrás, haciendo que me recargue en su hombro.

—Nos vamos, —me susurra.

—Nos vamos.

Mientras vamos hacia adentro de la torre le cuento lo de la foto, se sorprende y dice que eso no puede pasar, se supone que es un sueño. O sea, para ella todo esto es un sueño, igual que para mí.

Subimos la torre en silencio, entiendo que necesita tiempo para asimilar lo de la foto, yo aún no lo puedo asumir muy bien.

Al llegar a la octava planta —y la última—, nos quedamos viendo hacía el cielo.

Es una linda vista, y estoy al lado de una linda persona.

—No puedo entender cómo llegó esa foto a tu teléfono real, —me dice pensativa. — ¿Cómo es que funciona todo esto? —pregunta confundida.

—No lo sé, pero disfruto esto —me sincero.

Admiro la vista, como es la construcción y trato de memorizar cada detalle.

—¿Cuál es tu color favorito? —me pregunta.

Volteo para mirarla y ella realmente se ve interesada en saberlo, aunque sea una pregunta muy usual.

—El rojo, ¿y el tuyo?

—Me gusta el lila.

Tomo nota mentalmente de lo que me dice, esperando que en una ocasión pueda darle algún detalle con ese color destacando.

Al cabo de un tiempo, ella me da mi celular, que al parecer, lo tiene más ella, que yo, que soy la dueña. Quiere que nos tomemos otra foto.

—Te quería decir algo, no sé cómo te lo tomes, pero es que sentí que debía decírtelo, no por obligación, sino más bien porque quiero, y quiero que lo sepas, así que no lo vayas a malinterpretar —habla tan rápido que apenas y puedo procesar lo que quiere decir.

—Tranquila —suelto una pequeña risa—, dale, decime.

—Yo también te quiero, —me susurra.

💤

¿Cómo es que un momento se siente tan real sin ser real? La pregunta que más me he hecho de un tiempo para acá.

— ¿Puedo organizar la boda? —me pregunta Cinthia aparentemente emocionada.

La miro con cara de pocos amigos, ¿se está burlando de mí?

—No, tu solo dices tonterías, —le reprocho. Sé que es mi problema haberme ilusionado con todo esto, pero ella también fue responsable.

—Creo que estoy más ilusionada yo, que tú.

—No lo sé, —le digo—. Pero es tan linda que si voy planeando la boda.

—Eso, tengo semáforo verde para planear la boda, —se emociona y alza los brazos a modo de celebración—. De una vez aviso que pido ser la madrina.

Yo solo me rio y acepto todo lo que dice, estamos yendo muy lejos con esto, pero no me puede importar menos.

💤

Okey, esto no me lo esperaba, no es común despertar en un gran hoyo en medio de la nada.

— ¿Dónde estamos? —le pregunto a la cerebrito.

—Estamos en la mina del cañón Bingham, —dice orgullosa por saber.

No tengo ni la más mínima idea de que es este lugar, pero está bien, parece ser... interesante.

— ¿Y qué hace o qué es? —pregunto confundida.

Al parecer está dispuesta a explicarme mucho acerca de este lugar. Me explica que de este lugar extraen unas rocas que contienen mena de cobre, que es un mineral del que se puede extraer el cobre. Y que de hecho la mina va aumentando su profundidad cada día, ya que todos los días extraen rocas.

Después de su extensa explicación, se ve satisfecha por todo lo que acaba de enseñarme, miro hacia lo más profundo, se puede distinguir como una laguna de agua cristalina, pero ni idea de que sea.

Me gustó su forma de explicarme y todo, pero dudo mucho que al despertar recuerde siquiera el veinte porciento de lo que dijo.

— ¿Te aburrí? —dice de pronto. La volteo a ver y veo una especie de arrepentimiento en su mirada.

—No, jamás lo haces, —declaro y sonrió—. Realmente disfruto escucharte hablar de temas que te gustan, se te nota la pasión al hablar.

Se sonroja y voltea hacia otro lado. Es tan linda.

—Quisiera ser maestra de geografía y de historia, —confiesa.

Me quedo pasmada por unos momentos, está compartiendo sus ilusiones, sus metas conmigo, y eso me hace sentir muy especial.

Sinceramente yo quiero boda, ¿para cuándo?

—Algún día lo serás, y serás la mejor de todos, —la apoyo.

Me sonríe y me toma de la mano, después saca algo de su bolsillo trasero y me lo entrega.

Mi celular. Esta cosa disfruta meterse en todos lados.

—Capturemos más momentos especiales, —me pide.

Nos ponemos en una extraña pose, solo para la foto, ya cuando está lista la observo para detallar si no falta algún detalle que quiera que aparezca en la foto.

Compruebo que no y guardo el celular.

— ¿Quieres caminar? —pregunta con una sonrisa.

Asiento y le tomo la mano, estoy tan acostumbrada a su tacto que se siente raro no tener su mano con la mía.

— ¿Alguien sabe lo de la foto y lo de los sueños? —pregunta con curiosidad.

—Sí, mi mejor amiga, —le respondo sin importancia.

Se queda callada y no vuelve a decir palabra alguna.

💤

— ¡Pero tú eres loca! —me grita, Cinthia.

— ¿Y ahora yo qué hice? —pregunto.

—En este lapso de tiempo, ya deberías saber su nombre, —me reprocha.

Y sí, pero fui la de la idea de que no dijéramos nuestros nombres, así que debo respetar mis decisiones y aceptar las consecuencias.

—Luego se lo pregunto, —miento.

—Tonta.

Bueno, no soy buena mintiendo, pero bueno, ella quería una respuesta. ¿Debería preguntarle su nombre? No, estoy bien así, sé que si se lo pregunto buscaré como loca a alguien que se llame así y la describiré para buscarla.

No necesito causarle más miedo, parezco tremenda acosadora.

—Deberías imprimir las fotos que tienes, por si acaso un día le pasa algo a tu celular, —me sugiere mi amiga. —Y las cuelgas en tu escritorio, ya sabes para que la veas más y te obsesiones más.

Le doy un leve golpe en el brazo y me quejo, —no tengo ninguna obsesión con ella.

—Sí, claro, lo que tú digas, —se burla.

La chica de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora