VII. EL MONSTRUO NO NACE.

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El tiempo que habían pasado separados se  esfumó, para la pareja estar de vuelta juntos, fue como jamás alejarse, Alaya no se había sentido más feliz en toda su vida y Crissio decidió no ocultar nada a su amada, cuando Alaya le entregó la espada, el cónsul quedó fascinado, el extraño material le inquietó pero los destellos de la misma le hicieron recordar una batalla de antaño, la espada era de acero puro, un material difícil de conseguir y que aún era desconocido en Roma.
- ¿Te gusta?
- Me encanta. Sabes esto me trae muchos recuerdos, creo que es hora de que tengamos una larga charla.
>> No siempre fui lo que soy ahora, en algún momento de mi vida fui un hombre ordinario, con una madre, un padre, hermanos, soy más viejo de lo que te puedes imaginar, nací en esta tierra antes que Roma siquiera pudiera tener fundadores, yo era un niño, mis dos hermanos mayores, mi madre y mi padre, éramos agricultores justo donde ahora se erige está casa, verás - señaló con su dedo el higero del jardín- lo sembré cuando tenía siete años y fue de mis frutas predilectas, mi padre solía salir a cazar ciervos y lobos, de los cuales aprovechaba su piel,mis hermanos lo seguían y aprendían de el, yo por el contrario me quedaba aquí trabajando la tierra a lado de mi madre, en aquellos tiempos no tenía idea de lo que había más allá de mi hogar, ¿A dónde iban mis padres y hermanos? ¿De donde venían los lobos? No lo sabía, mi madre siempre me dijo que sólo debería preocuparme por lo que pasará a mi alrededor.
Una ocasión mi padre había logrado cazar a una loba, con ayuda de mis hermanos la llevó hasta la casa, era enorme y hermosa y todos se alegraron de semejante presa, lo que nadie noto fue el cachorro que los seguía apartado y temeroso, seguramente siguiendo el aroma de su madre- Crissio hizo una pausa inspirando melancólicamente y después continuó- nadie lo percibido solo yo y noté como el cachorro se mantenía lejos escondido entre un agujero de los árboles y las rocas, esa noche , cuándo todos dormían, tome uno de los trozos de carne de ciervo que mantenía a resguardo mi padre y salí, el cachorro seguía allí, parecía haber encontrado un refugio perfecto más al verme se asustó y mostró sus ligeros colmillos, era obvio que no podría hacerme ningún daño,así que le arroje el trozo de carne pero solo lo olfateo y lo ignoro, permanecí allí un rato hasta que el frío me obligó a volver a la choza, esa noche no pude dormir pensando en el cachorro.
A la mañana siguiente, cuándo mi padre y mis hermanos de habían retirado, lo primero que hice fue ir a ver al cachorro, este había comido la carne y ahora dormía apaciblemente, sonreí y fui por una vasija con agua, el cachorro seguía temiendo de mi, asi que solo le dejé el agua y me retiré, por unas dos semanas seguí haciendo esa rutina,el cachorro ya salia de su escondite y comía a mi lado pero aún no dejaba su escondite, a mí me aterraba pensar en lo que mi padre podría hacer si se enteraba de la existencia del cachorro, por lo cuál yo mismo lo encerrada en su cueva una vez que comía y bebía.
No paso mucho para que mi padre se diera cuenta de que las raciones de carne cada vez duraban menos, así que una noche me sorprendió tomando los trozos, al no querer revelar la existencia de mi amigo le dije que yo comía esos trozos,me dio una golpiza y me dejó durmiendo afuera.
Crissio hizo una pausa para beber de una copa de sangre que Malael le había facilitado, Alaya prefirió no hacer preguntas.
>>Paso el tiempo y no podía alimentar al cachorro, pensé que quizá yo podría cazar, sin embargo no fue tan fácil y apenas pude conseguir un par de aves, mi amigo ya había crecido bastante, pronto no cabría en su refugio, de modo que le hice uno más grande en un área más apartada del bosque, lejos de mi familia, así me mantuve, hasta que logré cazar mi primer ciervo, esa ocasión corte la ración de mi amigo y lleve el resto a casa, mi recompensa fue una gran paliza, me había atrevido a cazar sin autorización de mi padre.
Me convertí en un cazador solitario, no podía unirme a mi padre y hermanos y mucho menos a los grupos cazadores de la aldea, mi único compañero era el lobo, que por supuesto ya no era un cachorro.
En una de mis correrías en el bosque me topé con mi propio padre quien al verme con el lobo sonrió y preparo su lanza, estaba listo para matarlo, yo no podía permitir que lo hiciera y en un arrebato le clave mi propia lanza en el pie y huí con el lobo hacia el interior del bosque.

>>Había hecho algo terrible, había atacado a mi propio padre, lo había herido seriamente, aun entre el follaje del bosque podía escuchar sus gritos de dolor e ira, las voces de mis hermanos y los demás cazadores también llegaban claras a mis oídos, mi padre lleno de ira pedía que me buscaran y me llevarán a él para poder asesinarme con sus propias manos, era evidente que jamás podría volver a casa, no me arrepenti en ese momento, no me arrepiento ahora de lo que hice, sin embargo, mi auto exilio fue el inicio de mis desgracias, en compañía de mi amigo buscamos un refugio en el bosque y lo encontramos en una demarcación rocosa donde había una caverna lo bastante grande para albergar a ambos, esa noche fue la primera en que pude dormir sin ningún temor, día a a día cazaba en distintos senderos alejándome de las rutas que seguían comúnmente los cazadores, me había vuelto todo un experto en la caza y evasión, muchas veces pasaban a mi lado sin siquiera notarme y en ocasiones me adelantaba dejándolos sin presas que cazar; entre las conversaciones que lograba percibir de los otros cazadores, me enteré que mi padre seguía buscándome solo para matarme, era obvio, nunca podría volver a mi hogar.
Pase cinco años, solo en el bosque, solo con mi leal lobo, las duras condiciones me hicieron un experto en supervivencia, practicamenente tenía doce años cuando huí de casa, pero mi nuevo hogar me había hecho duro y resistente. Periódicamente miraba la aldea a lo lejos, mi padre había perdido el pie a causa de mi ataque, ahora no era más que un anciano que no podía cazar, mis hermanos se encargaban ahora de eso, pensaba a veces en volver, pero jamás quise hacerlo, de modo que permanecí en la caverna por mucho tiempo.
En una de mis cacerías nos topamos con un enorme y majestuoso oso, su piel podría ser  de mucha utilidad cuándo llegará el invierno, de modo que el lobo, es curioso jamás le puse nombre, el lobo y yo atacamos a la bestia, pero lo subestimamos , el colosal animal se erigió sobre sus patas traseras y nos repelió el ataque, hizo añicos mi lanza de un zarpaso, el lobo le atacaba los costados, pero su enorme pelaje impedia que los colmillos alcanzarán la piel, en un momento de distracción golpe su cabeza con una gran roca, está se rompió el hizo enfurecer al animal, me respondió el ataque con un golpe de su garra en mi abdomen produciendome una herida sería, cuando creí que el oso terminaría por matarme una figura apareció y con un ademán violento hizo que el oso se  retirará, no soporte más y me desmayé.

Alaya se levantó de su asiento y se estiró un poco, después tomo una copa de vino y volvió a su asiento.
>> Cuándo desperté estaba en lo caverna, el lobo estaba acostado a mi lado, pero tenía la mirada fija en un punto, al seguirle la mirada me sobresalto al ver a una persona a mi lado, era un hombre calvo y de piel blanca, tan blanca que podían verse sus venas y arterias. Me pidió con la mano que me calmara y señaló mi abdomen, en el había unas hojas cubiertas por un improvisado vendaje.
- Muerto no sirves.
Yo lo podía decir nada, las palabras no me salían. El sujeto se levantó y salió de la caverna.
- Pronto volveré a buscarte, trata de no morír.
Se perdió entre los árboles, permanecía acostado, no supe que me hizo pero me sentí mucho mejor al día siguiente y vi que el cadáver del oso estaba a la entrada de la caverna, sin embargo no tenía heridas producidas por lanzas, sino como si lo hubiera atacado un animal mas grande y fiero que el.
Los días pasaron, yo me sentía más fuerte y ágil, las cacerías fueron más fáciles , incluso me volví más rápido que el lobo. A pesar de mis esfuerzos por mantenerme alejado de la vista de todos fui rastreado por un clan de cazadores, lo lideraba mi hermano mayor, Dimerus, al encontrarme pidió hablar conmigo.
- No puedo creerlo Crissio, sigues con vida.
- fue duro.
-¿Tan duro como haber atacado a nuestro padre?
- Yo no quise...
- Todo por un lobo, cambiaste a ti familia por un lobo.
- Este lobo me ha dado mas cariño que ustedes.
- ¿Cariño? No seas idiota Crissio, mi padre siempre quiso hacernos fuertes y tú siempre mostraste debilidad ante todo.
- Lárgate y déjame en paz.
- No me iré de aquí sin tu cabeza.
Me atacó dispuesto a matarme, su lanza rozo mi oído derecho, estaba decidido a acabar con mi vida, de modo que me defendí ante su agresión, en un tanque desperado mi lanza atravesó su pecho y su inerte cadáver quedó sobre de mi ..

>>No dormí por varias noches, no me alimente, me negaba a salir de la caverna, incluso el lobo sintió los cambios en mi conducta, en ocasiones se acercaba a mí y apoyaba su cabeza en mis piernas, a veces deseaba poder conversar con el, me había aislado de cualquier contacto humano, así que después de haber asesinado a mi hermano con mis propias manos decidí irme de allí, alejarme por completo de la aldea en la que a había nacido y olvidarme del como mi propia familia quería mi cabeza. Fue en una noche oscura que abandone la caverna, con algunas provisiones, mi lanza y mi confiable lobo emprendi la marcha hacia lo desconocido, me despedí en silencio de la aldea y jure jamás volver.
No recuerdo muchos detalles del viaje, pero fue una mala racha, las provocaciones se agotaron antes de que logrará encontrar otra presa, pasamos tres días sin comer, el lobo era mal cazador puesto que al criarlo yo no logro aprender ese instinto, no supe en qué lugar me encontraba, solo sabía que ya estaba lo bastante lejos de mi aldea.
Una noche, el ambiente estaba tan oscuro que no pude distinguir el terreno y caía por una ladera, al caer me golpee fuertemente la cabeza y caí desmayado.
Cuándo desperté me  vi rodeado por cuatro personas, dos de ellas eran jóvenes muy hermosas, una señora de edad y un hombre maduro con una larga barba. Eran rostros muy distintos a los de mi aldea, por lo cual supe que me encontraba en un sitio muy lejano.
- Creímos que no despertarias- dijo el anciano- mis hijas te encontraron a las orillas de la colina, es obvio que caíste por la ladera, fue un duro golpe.
Yo los miraba extrañado, se me dificultó poder responder a sus preguntas.
- Veo por tus ropas que eres un cazador, ¿A caso no tienes un clan?.
Aún no podía responder, mis palabras querían salir, pero mis labios estaban ausentes.
- ¿Cual es tu nombre?
- Crissio.
- Crissio eh, es un nombre raro, pero no importa, Crissio puedes permanecer aquí hasta que te recuperes, después podrás seguir con tu camino, cualquiera que esté fuera, yo te recomiendo que descanses.
Decidí seguir el consejo del anciano, pues estaba agotado; a la mañana siguiente las dos jóvenes me llevaron algo de comer, devoré la comida con avidez, hasta qué por fin logré hablar.
- Había un lobo conmigo ¿Dónde está?
La joven que parecía mayor respondió ante mi pregunta.
- No encontramos ninguna bestia.
Su respuesta me preocupó, el no podría sobrevivir allá fuera sólo, intenté levantarme, pero el dolor que me producía el golpe en la cabeza se agudizó obligándome a recostarme una vez más, las mujeres corrieron a avisar a su padre.
- Has despertado Crissio.
- ¿Quienes son ustedes?
- Mi nombre es Josué, ellas son mis Isabel y Ruth y ella es mi esposa Martha.
- ¿Donde estoy?
- Supongo que estás lejos de tu hogar. Estamos a las afueras de la ciudad de Canaán.
- ¿Canaán?
- ¿De donde eres tú?
- No lo sé , viví en el bosque por mucho tiempo.
- Pues si no tienes un hogar, este lo puede ser si así lo deseas o puedes seguir con tu camino.
La generosidad del anciano me parecía extraña,jamas me habían tratado bien. Sin embargo no podía quedarme allí, necesitaba encontrarlo a el, un par de días después me sienti mucho mejor, la familia me dio provisiones para seguir mi camino y me ofrecieron nuevos ropajes, pero antes de irme el anciano me dio unas palabras.
- No sé cuál es tu pasado Crissio, pero si fueras una mala persona ya nos lo habrías demostrado, verás, ya estoy viejo y mi familia está desprotegida, a mí me encantaría que pudieras quedarte aquí y vivir a nuestro lado, un cazador nos ayudaría mucho.
- Josué, le agradezco mucho su apoyo y si hospitalidad, pero...
- Alguien te espera ¿cierto?
- No, no tengo a nadie.
- Aquí lo puedes tener hijo, sólo tú tienes la desición.
El anciano me dio una palmada en la espalda y volvió a su tienda,yo me quede allí parado mirando el horizonte, había pasado mucho tiempo solo en el bosque huyendo de mi familia, ahora el destino me ofrecía una y por primera vez sentí una calidez que me llegó hasta el alma.

Alaya miraba fijamente a Crissio mientras esté contaba su historia, cada vez que profundizaba más en su pasado se daba cuenta de que la vida de ese hombre fue bastante dura y a pesar de eso demostraba más humanidad que nadie que hubiera conocido, Crissio jugueteaba con su nueva espada y no para de elogiar el bello trabajo de la fragua en la hoja, no dejaba de agradecer a Alaya.

>> Entonces decidí quedarme con la familia, poco a poco me gane su confianza, llegue a considerar a las chicas como mis hermanas, el anciano me pidió que me deshiciera de mi lanza, ya no sería un cazador, así que de su mano aprendí el cuidado de los animales y el trabajo de la tierra. Sin embargo yo no me sentía cómodo con esa vida sabiendo que mi lobo estaba solo allí afuera, así que salí en su búsqueda, regrese al sendero rocoso por donde había caído y escale la ladera, habían pasado cinco días más desde que caí de allí, deseaba que el estuviera esperándome como lo hacía en ocasiones anteriores, pero en aquellas veces me ausentaba horas, no días; mientras escalaba la ladera reflexionaba sobre lo que me había sucedido, había sido aborrecido por mis padres y hermanos, pedían a gritos mi sangre, ahora, lejos de allí, había encontrado una familia que vio algo en mi y me aceptaba como uno de los suyos, jamás me había sentido más vivo. Al llegar a la cima de la ladera encontré rastros de sus huellas, esperaba que fueran de el, las seguí hasta llegar a una zona del bosque en la cual el sol no penetraba, las pisadas se habían esfumado, como si el lobo hubiera desaparecido, pero las huellas estaban frescas.
- Hola Crissio.
Una voz emergió de la maleza, no había nadie allí, pero repetía mi nombre varias veces, llevaba conmigo un báculo con el cual dirigía al ganado, ante la insistencia de Josué de romper mi lanza, lo que hice fue fabricar una punta que se escondía entre el báculo, así entonces, poseía ahora una pica, anticipandome a la voz empuñe la pica para defenderme.
- Por favor, eso no funciona Crissio.
Su voz me parecía familiar, pero no correspondía a nadie que yo conociera.
- Veo que has encontrado una nueva familia, supongo que ya no lo necesitas.
Y de entre las copas de ellos árboles cayó, cayó el cuerpo del lobo, corrí para atenderlo, pero ya estaba muerto, su cuello había sido desgarrado.
- ¡Maldito!
- Lo se.
Cómo salido de la nada se paró frente a mí , era el, el mismo sujeto calvo que me salvó del oso.
- No me has olvidado ¿Verdad?
Tenía el rostro cubierto de sangre, sobre todo los labios.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Necesitaba fuerzas y el estaba muriendo de hambre, cometiste un error al no dejarlo cazar.
Con un fuerte golpe, clave mi pica en su pecho, pero no le hizo nada, solo trastabillar, se rió y se quitó la pica, mi temor se agudizó cuando vi como la herida que le acababa de hacer se cerraba en segundos, el por su parte, me dio una bofetada tan fuerte que me derribó y me dejó mareado.
- Patético.
- ¿Por qué no te largas?
- ¿Largarme?, Crissio, ¿por qué crees que te salvé?
- ¿Que quieres?
- A ti, he pasado siglos solo y cuando te vi, solo también, supe que serías perfecto como compañero.
- Olvidado.
- piénsalo, serías como yo, fuerte, ágil, inmortal.
- ¡No! - le respondía con firmeza.
- Crissio, hago esta oferta una sola vez.
- Mi respuesta sigue siendo no.
- Bien, como gustes, pero pon atención, pues llegará el momento en el que tú vendrás a mí.
Sin más desapareció saltando a los frondosos árboles, yo me quede allí, sentado a un lado del cadáver de mi compañero, le llore por un rato y después lo sepulte en medio del bosque, consternado por ese encuentro volví ladera abajo con una experiencia que marcaría mi vida.

>> No te aburrire con detalles de mi vida cómo granjero a las afueras de la ciudad, una vez al mes salía con mi padre (Josué por supuesto) para vender pieles, quesos y leche, mi vida había tomado un giró; pasaron los años, mis hermanas se casaron y vivieron cerca de nosotros, mi padre anhelaba que yo también buscará una pareja pues a mis vientiocho años ( la edad en la que me he quedado) seguía soltero, yo le contesté que eso no era de mi interés - Crissio río discretamente- imagina si me viera ahora. En fin, creí que por fin había encontrado la vida que tanto había esperado, pero como sabes, no fue así.
Una noche, mi padre me despertó, una de las cabras había escapado, ahuyentada por algo, ambos salimos a buscarla, la luna llena iluminaba todo, sería fácil dar con ella y así fue, la vimos claramente cerca de la ladera, pero entonces, entonces un hombre encapuchado se acercó al animal, iba en camino para evitar que se la llevará pero mi padre me detuvo.
- No.
- Pero...
- Solo mira.
El sujeto levantó al animal y lo partió en dos con mucha facilidad.
- Vámonos.
Muy asustados volvimos a casa.
- ¿Que fue eso?
- Crissio, era un demonio, un demonio bebedor de sangre, de vez en cuando se lleva a los animales, pero nos deja en paz a nosotros.
Recordé mi encuentro con el tipo calvo u supuse que se trataría del mismo. Las semanas pasaron, y todo parecía tranquilo, de hecho demasiado tranquilo.

Crissio guardo silencio por un momento y agachó la cabeza, Alaya se dio cuenta de que había llegado a un recuerdo muy doloroso.
- Crissio, está bien, podemos dejarlo por ahora.
- No, continuaré- le respondió con una significativa mirada.

>> Cuándo creí que la vida al fin me había sonreído llegó la causa que me apartataria  de mi humanidad, como un viento intempestuoso un ejército de bárbaros llegó a la ciudad, nosotros teníamos la ventaja de estar en las afueras, pero no fue suficiente,  un grupo de ellos llegó a saquearnos, incendiaron las chozas obligándonos a salir de ellas, los esposos de mis hermanas fueron asesinados, de inmediato luche por ellas pero me superaron en número, me dieron na terrible paliza, en castigo por mi osadía les cortaron el cuello a mis padres frente a mí.
Crissio se llevó la mano a la boca tratando de controlar sus sollozos.
>> Antes de que lo mataran, mi padre me dijo "protegelas" , los mataron y a mí me dieron un fuerte golpe en la cabeza, antes de desmayarme vi como se llevaban a mis hermanas en sus caballos.

>>Cuándo se fueron destruyeron todo, no quedó nada en pie de lo que había sido mi hogar, me arrastre lastimosamente hasta el cadáver de mi padre, su rostro se había quedado con una expresión de dolor y angustia, había muerto con la idea de que mis hermanas serían lastimadas, me había pedido que las protegiera y eso haría, me levantaría y las encontraría, mataría a todo aquel que se atreviera a lastimarlas; con el cuerpo maltratado y mi espíritu roto me levanté de las ruinas dispuesto a cumplir mi palabra, sin embargo mi estado actual no era el adecuado para hacerle frente a las hordas de bárbaros, sabía que necesitaba una fuerza superior y ya sabía dónde encontrarla.
Subir de nueva cuenta la ladera esta vez fue más difícil, mis músculos parecían romperse en cada movimiento, caí una, dos, tres ocasiones, cada golpe lastimaba mi cuerpo y doblegaba mi espíritu, cuándo conseguí llegar hasta el bosque mi cuerpo se rindió por completo, quede tendido totalmente derrotado.

La mano de Alaya dio un apretón en la de Crissio y con una sonrisa le dio ánimos para continuar y al mismo tiempo le dio a entender que podía detener la historia cuándo el quisiera. Crissio se perdió en la belleza de sus verdes ojos, pero deseo proseguir con la historia de su pasado.

>> El cielo se nublo con ira y desbordó esa ira con una lluvia torrencial y aplastante, el agua golpeaba mi rostro y cada gota de agua parecía un flagelo que hería cada rincón de mi piel, me apoye sobre los codos para levantarme, pero el fango me hizo resbalar y caer de nuevo, no pude más y profire una maldición en medio de la tormenta, el enojó, la humillación y la venganza me dieron en ese momento la fuerza suficiente para ponerme de pie.
- Si la desgracia y la muerte es lo único que me seguirá en la vida, la llevaré conmigo a cada rincón. ¡Muéstrate, míserable, muéstrate!
>>No sabía que esperar entre la oscuridad y la tormenta, pero mi grito pareció contrastar en los truenos del cielo y así fue como el llegó, posado sobre las ramas de los árboles con aire de grandeza, al verme aplaudió sarcásticamente.
- Te dije que vendrías a mí.
- Maldito.
- Si, lo soy y también lo estoy.
Bajo del alto árbol con un salto ágil y ligero parándose a unos centímetros de mi.
- Te lo dije Crissio, te lo dije.
Repitió una vez más burlándose de mi aspecto actual.
- Dime cazador ¿A qué has venido?
- Dijiste... dijiste que podías hacerme fuerte.
- ¿Eso es lo que quieres? Fuerza.
- Quiero aplastar a esos animales.
- Fuerza, me decepcionas Crissio, el don de la inmortalidad trae consigo más que la fuerza.
- ¿Dime qué hacer entonces?
- Se que quieres vengarte y puedes hacer más que matarlos, puedes aterrarlos, hacerlos sufrir hasta que ellos mismos supliquen morír y entonces, después de hacerlos conocer el verdadero sufrimiento, darles la muerte más cruel y despiadada.
Sus palabras hacian eco en mis oídos, de repente me tomó del cuello arrinconandome contra un árbol.
- ¿Por qué sigo hablando contigo Crissio? Puedo oler tu sangre a través de tu piel, podría matarte justo ahora, después de todo, me humillante al rechazarme.
- Haz...haz...hazlo entonces, mat... mátame, ya no le temo a nada.
Sus ojos grises penetraron mi alma, y con una repugnante mueca de satisfacción dejo de oprimir mi garganta.
- Bien Crissio, por que tendrás que morir.
Fue como el ataque de un animal salvaje, abrió la boca y reveló dos grandes colmillos posteriormente los encajo con fuerza en mi hombro, podía sentir cómodo sus colmillos rasgaban mi piel y mis músculos, mientras la sangre escapaba a borbotones de la herida, el dolor fue tan intenso, tan abrumador que ni siquiera pude gritar, fue la última vez que sentí dolor.
Desperté en medio del bosque, entre fango y hierba, me levanté de golpe, asustado y confundido, el seguía allí.
- Empezaba a creer que no despertarias.
- ¿Qué pasó?
- Moriste Crissio.
- Pero.. aaahhg.
El sonido hilarante de miles de voces, rocas, agua fluyendo, insectos y animales llegó hasta mis oídos tan nítidos que me costaba trabajo distinguir cuál era cuál.
- Escucha Crissio, escucha solo mi voz, debes dirigirte al sonido que quieras escuchar y solo a ese.
Trate de hacerle caso pero era difícil, no sabía de dónde venían todos esos sonidos y más difícil aun,escuchar la voz de él. Me incineración en el suelo tapando mis oídos, hasta que poco a poco logré poner atención en un solo sonido.
- ¿Que fue eso?
- Ahora lo oyes todo, lo olfateas todo, son nuestros mejores sentidos Crissio, lo que nos hace únicos.
- ¿Soy como tú?
- Ya lo eres.
Palpe mi hombro, está liso, como si jamás me hubiese atacado, las heridas en al cabeza y el cuerpo también habían sanado, incluso las viejas cicatrices de e mi niñez se habían ido.
- ¿Que es ésto?
- Ya te lo había dicho tu padre.
Me apoye en el árbol y con una insignificante presión el grueso tronco se partió. Mire mi mano y comencé a reír frenéticamente.
- Oye , prueba con ésto- me arrojo una enorme roca y con un  certero puñetazo la reduje a escombros.
- Es maravilloso ¿No lo crees?
- Con ésto los mataré a todos.
- Espera , aún hay mucho que debes saber. Sígueme.
Corrimos entre el bosque, era más rápido de lo que recordaba, era más rápido que nadie, nos detuvimos en los límites del bosque, donde el sol era más prominente.
- Estira tu brazo.
Lo hice sin entender por qué, después de unos segundos mi piel comenzó a arder y unas ampollas aparecieron en brazo. La retire con prisa y una vez en la sombra comenzó a sanar de nuevo.
- ¿Que fue eso?
- Es la razón por la cuál no aparecemos de día, es la maldición de la inmortalidad, puedes soportar los primeros rayos del Alba y los últimos del ocaso, pero jamás sobrevivirán al sol, el sol y uno como nosotros son lo único que nos puede matar - en ese entonces no sabíamos que la plata también lo hacía- evita el sol Crissio y lo lograrás  todo, juntos lo lograremos todo.
Mire de nueva cuenta mis manos ante el asombroso poder que ahora tenía.
- ¿Cual es tu nombre?
- Tu llámame Gauco.

>>No es difícil suponer que fue lo que hice una vez obtenido esa fuerza, Gauco me llevó hasta el campamento de los bárbaros, los encontramos ya bastante lejos de la ciudad de Canaán, era un pequeño batallón de 30 a 60 individuos, todos ellos los responsables de llevar la muerte a mi familia.
- ¿Piensas derrochar tu fuerza en una vanal venganza?
- No tienes idea Gauco, fue por esto que te busque, fue por esto que acepte está maldición.
- Como sea, solo recuerda alejarte del sol.
- Espérare al anochecer.
- Hazlos sufrir, haz que cada parte de su cuerpo clame por piedad y no cedas ante las súplicas.
- ¿Que harás tú?
- Yo me divertire viendo como los hacés pedazos.
Llegada la noche me acerqué al campamento, un par de guardias me cerró el paso y exigieron que dijera mi nombre.
- Habla forastero, ¿quien eres?
Permanecí en silencio con la mirada hacia el suelo.
- No quieres hablar eh, tal vez tengamos que hacer que las palabras salgan por temor.
El sujeto me golpeo en la cara con la vaina de su espada, yo retrocedí por el impacto, pero no sentí nada, cuando el tipo vio que el golpe no me había causado daño algúno repitió su agresión esta vez más fuerte, detuvo su brazo y presioné su muñeca con tanta ira que se le rompieron los huesos.
El bárbaro grito de dolor, su compañero me atacó de inmediato con su hacha, me maraville y el se perturbó, el hacha se había clavado firmemente en mi cabeza, pero yo seguí de pie, yo seguí vivo.
- ¿Que eres?
Note que mis uñas crecían a voluntad y con ellas desgarre el pecho del bárbaro arrancando su corazón, el otro tipo de los huesos rotos aullaba de pánico de modo que le arranque la cabeza. Mi soberbia había crecido ante la hilarante muestra de poder que había manifestado; el escándalo de los caídos alertó a los demás que de inmediato acudieron a ver la causa, me oculte mientras ellos miraban con horror los cadáveres mutilados.
Me escabulli entre ellos y sigilosamente los fui atacando uno a uno, imagina estar rodeada de dos compañeros y de pronto , sin un ruido, sin un aviso ambos desaparecen dejando solo un cuantioso rastro de sangre, ese miedo, el miedo a lo desconocido es el mejor de todos.
Con cada víctima que caía en mis manos desbordaba mi ira, hasta que al fin tuve el control para preguntar a uno de ellos.
- ¿Dónde están las mujeres que secuestraron de Canaán?
- En las jaulas de atrás,¡ por favor,por favor no me mates!
Sus súplicas fueron en vano, con la mera fuerza de mi puño atravesé su cuerpo.

Se lo que piensas Alaya, quizá fui muy violento y salvaje, pero en ese entonces me deje llevar por mi nueva naturaleza.

Me dirigí hacia las jaulas, más y más guerreros trataban de atacarme, pero todos encontraba el mismo destino ante mis manos, antes de llegar a las jaulas me encontré por fin con el mismo grupo que había asesinado a mi familia.
- ¿Tu ? ¡Pero te matamos!
- Es cierto ¡Me mataron!
Las espadas de los bárbaros se clavaron en mi cuerpo, mi sangre inmortal fluía muy poco, nada de lo que me hicieran podría detener mi venganza y a cada uno de ellos les desgarre la garganta bebiendo su sangre. El último de ellos se arrastraba en el suelo, le había arrancado las piernas.
- ¿Dónde están?
- Ellas ,ellas ya están muertas jajajaja.
Sus palabras me dejaron estupefacto, su risa era una clara muestra de burla a mi.
- Llegaste tarde, mira todo lo que has hecho y nada servirá para que las recuperes ¿Que se siente haber fallado de todas formas? Jajaja.
- Dímelo tu.
Tome su cabeza entre mis manos y comenzé a estrujarla como si se tratara de una sandía, sus ojos estallaron pero seguía gritando de dolor, sus oídos comenzaron a emanar sangre y su garganta se cerró ahogando sus gritos, al final solo quedo en mis manos una masa sanguinolenta que alguna vez fue una cabeza. Seguí mi camino hacia las jaulas, allí estaban ellas junto con otras chicas, pero como lo habían dicho, todas estaban muertas, destruí la jaula y tomen en brazos los cadáveres de mis hermanas, llore en silencio por ellas incluso trate de trerlas de vuelta como lo hizo Gauco sin lograrlo.
- Es imposible Crissio, Ian vez muertas, ya no hay nada que hacer, ¡pero mira lo que has hecho!
Lente la vista, ante mi había un campo lleno cubierto de cuerpos y sangre, algunos perforados, otros desmembrados, algunos de ellos aún se arrastraban.
- Esto será divertido.
- ¿Que harás?
- Acabar con esos, después entenderás por qué.
Dio un ágil y alto salto terminando por rematar a los supervivientes, a cada que mataba y destrozaba soltaba una tétrica carcajada de júbilo. Me entretuve sepultando a mis hermanas y los demás cadáveres de las jóvenes asesinadas, en silencio pedí perdón por no lograr protegerlas, por no lograr salvarlas, me levanté y vi cuerpo cubierto por la sangre de todas mis víctimas, cerré los puños recordando todo mi pasado, si esto era en lo que me había convertido, entonces lo aceptaría.
- Termine.
- ¿Que fue lo que hiciste?
- Crissio, siempre que ataques un grupo asegúrate de que estén muertos, de lo contrario ellos se convertirán y vendrán por ti, recuerda, el sol y uno de nosotros son lo que nos puede matar. Ah una cosa más, no volveré a limpiar tu desastre. Ahora , vámonos.
- ¿A donde?
-  A dónde sea , el mundo es nuestro.

- Supongo que debes estar horrorizada al escuchar esto.
- Si Crissio, pero no de ti, sino de todo lo que has pasado, al parecer no importa que tiempo sea , los hombres son unos monstruos.
El cónsul sonrió ante la elocuencia de su esposa, ella entendía , ella comprendía lo que había llevado a Crissio a ser lo que ahora era.
- ¿Que hiciste una vez consumada tu venganza?
- Gauco y yo viajamos por muchos lugares, hubo un tiempo en el que trate de beber solo la sangre de los animales, pero me sentía débil, fue difícil descubrir que no podemos sobrevivir sin sangre humana, pero a pesar de ser mi compañero, un viaje a Grecia me valió la desición de separarme de el.

>> Gauco y yo realizamos infinidad de viajes, a veces nos asentabamos en las grandes ciudades para saciar nuestra sed de sangre, a Gauco le gustaba asustar a las personas y llevarlas al límite del miedo antes de asesinarlas, el decía que el tener este poder implicaba más que solo matar, por mi cuenta, solía matar rápido a mis víctimas a menos que se tratara de asesinos o abusadores a los cuales torturaba antes de matarlos, con el paso del tiempo descubrí que la sangre tenía distintos sabores de acuerdo a la edad del individuo, la sangre de los jóvenes era suave y dulce mientras que la de los maduros era amarga pero consistente, la sangre de una persona madura puede dar la suficiente resistencia para no beber por un mes. A mí compañero nm o le agradaba mucho mi método pero no sé interponía, debo confesar que desarrolle una afición por la sangre de las doncellas- Crissio bajo la mirada avergonzado ante esa revelación- pero el sabor de su sangre es totalmente distinto a cualquier otro, tranquila solo bebía su sangre y les daba una muerte sin dolor.
Durante mucho tiempo pasamos haciendo esto, yo veía como las civilizaciones crecían y caían, reyes y gobernantes que abusaban de su poder y después eran traicionados, ciudades que una vez se erigieron gloriosas para perderse en el polvo del olvido.
- ¿Crees que esto es todo lo que tenemos que hacer?
- Crissio, no hay más- respondió mientras bebía de la cabeza cercenada de un hombre- somos inmortales, pero jamás podremos estar con ellos nuevamente.
- Podremos ser cuidadosos.
- Tal vez , pero no podemos arriesgar esto, míralos , temen lo que no entienden y buscan la forma de aplastarlo, si saben de nosotros podrían ser capaces de encontrar la forma de aniquilar nuestra existencia.
- ¿Eso es posible?
- Nunca subestimes a los hombres, al carecer de fuerza física para vencer los que es superior a ellos, siempre encuentran un modo.
Me recosté en las rocas y miré el cielo estrellado, ahora era inmortal, pero pasaría el resto de esa vida escondido entre las sombras asesinando a las personas, eso no me convencía mucho, de acuerdo con Gauco, los nuestros solían reunirse en grupos para asegurar la discreción y supervivencia, estos grupos o familias solían buscar más como nosotros y ofrecer un lugar con ellos.
- Entonces ¿Por qué estás sólo?
- Esas familias son jerárquicas Crissio, las gobierna el más fuerte y el que sigue y el que sigue, son represoras, limitan la cacería y solo te permiten cazar en ciertas zonas. Son lo peor.
- ¿Creí que todos teníamos la misma fuerza?
- A diferencia de los humanos, la vejez en nosotros no es física, mientras más viejo sea uno de nosotros, más fuerte será.
- ¿Qué edad tienes tú Gauco?
- tengo 45 años, desde hace 70.
Gauco se recostó y cerró los ojos, era la forma en que daba por terminada una charla, la información que me estaba dando era muy valiosa, pero yo aún tenía un inconveniente, la monotonía de nuestra existencia, esa noche baje a la ciudad, Athenas siempre ha sido hermosa, camine entre las calles, entre las personas, ellos me miraban y solo veían en mi a un forastero más no han un demonio, continué caminando hasta salir una vez más de la misma y dar con una pequeña aldea. Allí vi a una pareja de hombres golpear en el suelo a una mujer, ella se cubría la cabeza tratando de evitar el daño, me acerqué y con mi extraordinaria fuerza arrojé a uno de ellos por el aire, el otro tipo me miró con los ojos desorbitados, la mujer en el suelo estaba aterrada.
- ¡Un demonio, un demonio! - comenzaron los dos a gritar, los demás aldeanos salieron a ver lo que sucedía y se unieron en gritos y amenazas contra mi, uno de ellos me arrojo una roca, no me hizo ningún daño, pero me enfureció la ira, una oleada de rabia nublo mi juicio, no se lo que hice, no como lo hice, pero minutos después todos estaban muertos a mis pies.
- Te lo dije, no puedes volver con ellos.
- ¿Por qué no me pude detener?
- Algo característico de nosotros, cuándo la ira nos toma nada nos detiene, es por eso que no hay muchos de los  nuestros, a veces hasta nosotros mismos nos matamos. ¿Hueles eso?
Gauco corrió hacia una de las esquinas de la aldea, allí había un hombre joven con al rededor de 20 o 30 niños, los niños de la aldea.
- La fortuna me sonríe.
- ¿Que pretendes hacer?
- Esa sangre, amigo mío, es la mejor.
- Gauco ¡No! ¡Son niños!
De pronto el olor de la sangre infantil me llegó a la nariz, era distinto, indescriptible, me hacía perder el control.
- Adelante Crissio, hazlo
- ¡No!
- Colo quieras.
Lo sujete del brazo impidiéndole que se acercara a los niños.
- ¿Que hacés?
- No dejaré que lo hagas.
- ¿Tu? Es broma ¿Después de eso que hiciste?
- Aléjate de ellos Gauco
- Basta.
Pretendió seguir, pero me mantuve firme
- No me obligues Crissio.
- Será la única manera en que puedas llegar a ellos.
- Así sea.
Me dio un empujón tan fuerte que me estrelle con una roca, trate de levantarme pero el ya estaba frente a mí. Trate de golpearlo pero mis puños no lo alcanzaban, por el contrario, fui víctima de una lluvia de golpes hasta que me dejó desvanecido.
- Tarde mucho en encontrarte Crissio, no quiero matarte, me dio una última patada, provocando que un diente se me cayera, ignoró a los niños y desapareció.
Pasados unos minutos me recupere de  la golpiza, incluso mi diente había vuelto a crecer rápido, la devastación de la aldea había sido demasiado para mí, decidí no volver con Gauco y encaminé mis pasos a otra dirección.

- ¿Cuánto tiempo permaneciste con el?
- cinco años.
- ¿Lo has vuelto a ver?
- La última vez que lo vi fue en Ostia Antica, pero sospecho que nuestro encuentro fue más que una casualidad.

>> Deambule solo por toda Grecia, ansiaba volver a la civilización, pero no sabía cómo mezclarme entre los hombres, hasta que Escuché sobre un pueblo que se expandía rápidamente y que necesitaba de los hombres más fuertes, supe que podría encajar allí.
- ¿En dónde?
- En el poderoso ejército Romano.

>>Tras mi separación de Gauco, tome la desición de volver a vivir como un hombre, sin embargo ¿Dónde podría encajar alguien como yo? La respuesta la encontré en el poderoso ejército Romano, por aquellos tiempos me llegó la noticia de un fuerte imperio que se alzaba por doquier y al cual se le tenía un gran respeto, creí que quizá podría tener un espacio allí, así que sin pensarlo dos veces me dirigí hacia Roma.
Una vez en la ciudad tuve el sumo cuidado de presentarme solo por el ocaso, lo cual era muy difícil, pues una vez que el sol comenzaba a ocultarse, sucedía lo mismo con los ciudadanos, no puedo negar la admiración e impresión que me causo ver la gran ciudad por vez primera, siempre creí que ya nada me podría impresionar, pero me equivoqué, las edificaciones y estructuras me dejaron fascinado, uno de los soldados romanos me vio tan impresionado que de inmediato supo que yo no era de por allí.
- Oye tú ¿De donde eres?
- ¿Yo?
- Si tú, es obvio que eres un extranjero, así que dime, ¿De donde eres?
- De tierras muy lejanas.
- Colo sea, no me importa ¿Que haces aquí?
- He venido hasta aquí por qué deseo ser parte de su ejército.
El soldado y sus otros tres compañeros estallaron en risas, yo no entendí por qué , no parecía haber dicho nada gracioso.
- ¿En verdad deseas ser parte de nuestro ejército?
- Ya te lo dije.
- Verás extranjero, no cualquier individuo es aceptado en las filas de nuestras fuerzas.
- Yo no soy cualquiera.
- Demuestralo.
Uno de ellos tomo su lanza y con fuerza la arrojó hacia mi, el arma paso rozando mi oído pero me mantuve apacible.
El segundo de ellos hizo lo mismo pero esta vez me asegure de detener el arma, cuando la lanza estuvo lo suficientemente cerca de mi la tomé entre el aire y detuve su camino, los soldados quedaron estupefactos al ver ambas situaciones.
- Tienes talento.
- Oye Meraius, deberíamos llevarlo con el general.
- Si, creo que sí, tal vez seas de ayuda en nuestras filas. Por lo menos podrías alimentar a las bestias.
Volvieron a estallar en risas, yo acepté con una sonrisa sabiendo que podría llegar a más que eso. Los soldados caminaron dejándome en medio de ellos,  al parecer me llevaban como un delincuente, pero si las cosas se complicaban podría librarme fácilmente de cualquier problema, al llegar al gran palacio, entramos por el costado a través de una serie de pasillos subterráneos hasta dar con una salida que nos llevó a una amplia arena, era como una versión más pequeña del coliseo. El que llamaron Meraius, se retiró hacia una cámara y dio indicaciones de no perderme de vista, mientras los soldados me vigilaban paseé mis ojos por todo el sitio contemplando su magnífica estructura de hierro, en cada rincón había soldados altos y fuertes y entendí por qué me decían que no cualquiera podría unirse a las filas, pero no contaban con lo que yo era. Meraius volvía en compañía de un hombre alto y corpulento, su armadura era distinta a la de los demas, y traía consigo una larga capa púrpura. Los soldados al verlo lo saludaron. Con el brazo derecho elevado, el hombre correspondió el saludo y me miró fijamente.
- ¿Cual es tu nombre?
- ¿Quien quiere saberlo?
- ¡Cómo te atreves!
- Tranquilo Meraius, es extranjero y no sabe quién soy, bien responderé tus preguntas, yo soy Tíberio Nerón Claudio Germánico Augusto, general de las legiones y cónsul del imperio romano. Ahora dime tú, ¿Quien eres?
- Soy Crissio, soy un forastero.
Las risas estallaron una vez más ,pero Tiberio los acalló con una señal de su mano.
- Mis hombres dicen que no temes y que tienes buenos reflejos, pero se necesita más que eso para formar parte de mi ejército ¿Tienes lo que se necesita?
- ¿Por qué no lo ve usted mismo?
- Bien, que así sea. Meraius, llama a Sero.
Los soldados estallaron en júbilo, me dieron una espada y un escudo y me llevaron al centro de la arena.
- Será de esta manera Crissio, te enfrentarás a mi mejor guerrero, si logras vencerlo estás dentro.
El tal Sero, apareció de entre los establos, una colosal maquina de músculos, era más alto que yo, no negaré que me impresionó a pesar de las condición.
- Como verás Crissio, no será fácil.
- ¿Esta seguro?
Tiberio sonrió y me dio una palmada en el pecho, Sero sonrió con malicia y rechazo las armas que le ofrecían, aseguro que sus puños serían suficientes para acabar conmigo, yo rechacé el escudo quedando solo con mi espada.
- Oigan ...a muerte.
Sero comnezo el ataque, un ataque violento y veloz, a penas podía eludir sus ataques, en uno de esos momentos lanzó un golpe con su puño pero lo detuve , sin embargo el golpe dejo vibrando mi mano, Sero aprovecho ese momento para levantarme del suelo y me dejó caer de nuevo estrellando mi cabeza contra la tierra, todos creyeron en ese momento que yo había muerto, por lo que los vítoreos a Sero no tardaron en aparecer.
- ¡Oye! - todos se sorprendieron al verme de pie e ileso- aún no terminamos.
Sero volvió a arremeter con su ataque feroz , yo salte y le propine una fuerte patada en el mentón, rompió su cuello, el músculoso gigante cayó al suelo muerto, hubo un silencio que fue destruido por las palmadas de Tiberio.
- Excelente Crissio, excelente.

>>Comenzo entonces mi vida en Roma, mi fuerza y agilidad me dieron el respeto de todos, pero lo más  importante sucedió en una de mis batallas, Tíberio comando un ataque a las tribus armenias, a pesar de nuestro triunfo, los bárbaros no se rindieron y por la noche atacaron el campamento, mataron muchos de los nuestros, pero logramos detenerlos, sin embargo tres de ellos atacaron a Tiberio, rápidamente fui a ayudarle, le salvé la vida.
- Crissio, te prometo que jamás olvidaré esto que has hecho por mí.
Y así fue, jamás lo olvido.  Pasado un tiempo, luche en varias guerras dándole importantes victorias al imperio, pero no era el único, en otras provincias estaba brillando otro comandante militar por sus fuertes estrategias y por sus hazañas diplomáticas que aseguraban la sumisión de otros pueblos sin necesidad de una guerra, su nombre Sejano. Cuándo Tiberio subió al poder como emperador realizó dos de sus más importantes nombramientos, Sejano y Macro, designados prefectos de la guardia pretoriana y a mí Tribuno militar, mi nombremieto fue cuestionado, pues era el tribuno "más joven" en la historia de Roma.

Alaya había puesto mucha atención en toda la historia de Crissio, ahora lo admiraba más que nunca.
- Debes de pensar que soy un monstruo.
- No Crissio, no importa lo que seas, sigues siendo un hombre y eres el mejor que he conocido.
Ambos se levantaron de sus asientos, ella tocó los labios del cónsul con suavidad y dio un beso suave en ellos.
- ¡Te amo Crissio!.

EL BESO DEL INMORTALNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ