Capítulo Dos

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  Si había algo que odiaba era conducir más de tres horas en coche, sin duda prefería la velocidad y la libertad que le ofrecía su moto. Sin embargo, por petición de su padre, debía presentarse allí en coche y no con una moto que gritaba a todo el mundo que el chico que la conducía llevaría los problemas consigo, aunque en realidad Jacob era la persona más pacífica que conocía.

   No había hecho preguntas ante la oferta que le ofrecía Billy, era un trabajo que nada tenía que ver con su carerra pero por la expresión de su padre sabía que no se sentía cómodo en una lucha que su hijo y Sam iban a comenzar si él no se estaba quieto.

  El lugar al que tenía que acudir se encontraba a tres horas y media de Forks, en medio de unas montañas donde se hayaba una casa de principios del siglo XIX, o eso le había dicho su padre. Allí le recibiría el hombre que le otorgaba la oportunidad de trabajar para él. Simplemente conocía a lo que se dedicaba su futuro jefe, creaba muñecos de cera.

  La hora de la cita estaba impuesta tras el atardecer, Jacob supuso que esa era la hora en la que acabaría el horario laboral y estaba disponible para recibirle.

  Giró a la derecha en la parte que Billy le indicó, un camino de gravilla que se cortaba unos metros más allá por una verja de metal negra. A lo lejos unos faroles que colgaban de la fachada de la casa le indicaron el camino. Al aproximarse los faros del coche barrieron la oscuridad y Jacob pudo comprobar que aquel edificio de casa no tenía nada.

  Era una mansión de dos pisos de grandes dimensiones. En la entrada dos escalinatas se encontraban frente a la doble puerta de madera negra. La fachada era de un gris apagado que se confundía en la oscuridad de la noche, los faroles tintineantes se habían quedado tan desfasados que daba la impresión de haber viajado al pasado.

  Detuvo el coche delante de las escalinatas, arrastró los pies por los escalones de piedra sintiendo un ambiente pesado. Presionó el timbre que resonó como campanitas en el interior.

  Esperó unos segundos antes de volver a llamar.

  —Esto está muerto —murmuró observando las ventanas del segundo piso. Justo entonces la puerta se deslizó hacia dentro y cuando miró el hueco que se abría a un interior oscuro no vio a nadie.

  —¿Qué desea?

  La voz sonó baja y calmada, Jacob intentó esconder el susto que le había provocado la silueta del hombre frente a él. ¿Cuándo había aparecido?

  —Buenas noches, soy Jacob Black. Habló con mi padre para el trabajo de ayudante.

  El hombre, que bien podría decirse que era un chico, le miró de arriba abajo haciendo que Jacob se sintiera estudiado. A su vez Jacob le mantuvo la mirada comprobando que él era unos quince centímetros más alto que aquel hombre pálido de pelo cobrizo y despeinado.

  El extraño arrugó el gesto como si hubiera encontrado algo desagradable en él.

  —No esperaba que fuera un chico de aspecto rebelde el aspirante a ayudante.

  Jacob alzó una ceja al tiempo que se cruzaba de brazos.

  —¿Aspecto rebelde?

  El contrario señaló su vestimenta que se basaba en unos vaqueros negros y una cazadora de cuero.

  —Es sólo ropa —se quejó.

  —Si está interesado estará unas semanas de prueba, quiero comprobar si aguanta este tipo de trabajo. Las últimas empleadas lo dejaron al cabo de una semana.

  —Según tengo entendido se dedica a la elaboración de muñecos de cera ¿por qué no iba a aguantar? ¿Por la noche cobran vida y se pasean por las estancias?

LA LEYENDA DEL VAMPIRO DE CERAWhere stories live. Discover now