Capítulo Veintidós

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  La silueta de mayor tamaño se movió a un lado descendiendo por el tejado. Jacob dio un paso hacia la mansión justo en el momento en que el faro de la moto barría la maleza del suelo y perdió de vista a los intrusos.

  —Quédate con mi padre, Seth y yo iremos a echar un vistazo.

  —¿Vamos de caza? Aquí huele a vampiro —comentó al quitarse el casco.

  La rama de un árbol crujió ante el peso de unos pies, Jacob localizó la sombra y sabía que incluso a esa altura podría atraparlo, entonces escuchó la suave risa de su novio casi en su nuca.

  —Para ya, Emmett, o va a atacarte de verdad.

  La silueta se escurrió entre las ramas y aterrizó con aplomo. Un hombre tan alto como él se encontraba delante suya con una enorme sonrisa, su pelo era tan negro como la más oscura de las noches y sus ojos un reflejo idéntico de los de Edward. Su novio se acercó a su espalda y murmuró.

  —Él es Emmett, el problemático de mi hermano —dijo con cariño.

  —Así que lo que dice papá es verdad, vives con un licántropo —hizo una pausa y señaló a Seth que le miraba entre el estupor y el recelo—, pero ¿por qué hay dos? Nadie nombró a otro.

  —Soy el segundo al mando del alfa —afirmó señalando a Jacob con la cabeza.

  —Entiendo —se giró de nuevo a Jacob—. ¿Jason, no?

  —Jacob —corrigió.

  —Eso —musitó con cara de haber metido la pata.

  Jacob se dirigió a la camioneta, subió de un salto a la parte de atrás y se hizo con la silla, al bajar con ella ya desplegada un cuerpo aterrizó a su lado. Bufó molesto por el juego que estaban creando los vampiros, pero ya la esperaba unos minutos atrás.

  —Hola —saludó de manera cantarina, el chico la miró de reojo antes de asentir, la vampira era realmente preciosa. Jacob sentó a su padre en la silla y la empujó hacia la entrada.

  —Les enseñaré sus habitaciones mientras vosotros os reís a nuestra costa —comentó al pasar al lado de Edward, si algo había aprendido de los vampiros era lo orgullosos y arrogantes que podían llegar a ser, sabía que habían ideado esa forma para tratar de asustarles. Edward se sintió incómodo al leer el malestar en su chico.

  Jacob les iba explicando donde quedaba cada parte y los lugares que más frecuentaba. Les condujo a su antigua habitación donde se instalaría Seth durante un par de noches, lamentaba que arriba sólo contaran con una habitación más.

  —Menos mal que aquí no huele tanto a vampiro, un poco más y empiezo a estornudar —bromeó su amigo.

  —Me siento aliviado de que estéis aquí, no creo que aguante otra jornada familiar después de lo que pasó con su padre.

  —No le des vueltas, hijo. Es tarde vamos a la cama.

  —Claro, te llevo en seguida —miró a su amigo con preocupación—. ¿Estarás bien aquí?

  —De lujo. Buenas noches.

  El chico cargó a su padre y le llevó a la primera habitación, quedaba más cerca al pasillo de los muñecos. Se despidieron y él se dirigió a su cuarto. Casi una hora después de estar en la cama notó como el colchón se hundía y una mano le acariciaba el pelo.

  —Lo siento —él se removió tratando de alejarse de su mano.

  —Quiero dormir.

  —No sabía que iban a venir —Jacob respiró resignado y se sentó con velocidad.

LA LEYENDA DEL VAMPIRO DE CERAWhere stories live. Discover now